Por Chris Murphy, CNN

Gleneagles, Escocia (CNN) – Si eres un aficionado al golf estadounidense o a Tom Watson, deja de leer esta historia en este instante.

Después de una terrible derrota en contra de Europa en la Ryder Cup, ha llegado el momento de reflexionar y hacer un poco de introspección.

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Tomando en cuenta de que la próxima competencia se llevará a cabo en 2016 en Hazeltine National Golf Club en Minnesota, he aquí cinco lecciones para que todos los interesados reflexionen durante los próximos dos años.

1. La hora de Fergie

El mundo del deporte no cuenta con una figura más adecuada que el antiguo entrenador del Manchester United, Alex Ferguson, para compartir un par de palabras sabias, o para que te dé lo que sus jugadores llamaban “el trato del secador de cabello” cuando sea necesario. La decisión del capitán europeo Paul MacGinley de aprovechar los conocimientos del entrenador más laureado del fútbol inglés fue una genialidad.

Ferguson, quien ganó 13 campeonatos de la liga Premier y dos Champions Leagues durante su mandato de 27 años en el Old Trafford, habló con los golfistas del equipo de Europa dos días antes de la competencia, ya que McGinley le pidió ayuda para aconsejar a sus jugadores por dos razones: primero, para ayudarlos a manejar el hecho de ser los favoritos.

“La mayoría de los partidos que jugaba el Manchester United lo hacía como los favoritos, y él siempre estuvo bastante acostumbrado y cómodo con la idea de entrenar al equipo favorito”, dijo McGinley. “Me dio un par de consejos con respecto a este tema y entonces tuve una visión: aprovechemos el hecho de ser los favoritos”.

La segunda razón por la cual McGinley solicitó la ayuda de Ferguson fue para mantener las ganas de ganar después de haber dominado la Ryder Cup durante los últimos 20 años. El deseo de Ferguson de desviar la atención de los 18 títulos de la liga inglesa que tenía el equipo de Liverpool y de “bajarlos de su maldito pedestal” fue una de las mayores fuentes de motivación para el antiguo entrenador del United.

“Sabía que una de las cosas que más lo motivaban era superar el récord de títulos que tenía el Liverpool”, dijo McGinley.

“La imagen que tenemos en una de las paredes de nuestra sala de reuniones está basada justo en eso —tenemos un cuadro de honor con la bandera del continente que ha ganado cada campeonato–, y hay muchas más banderas azul, rojo y blanco (Estados Unidos) que banderas azules con estrellas doradas (Europa). A pesar de que hemos ganado 8 de los últimos 10 campeonatos, aún estamos tratando de igualarlos y encontrar un equilibrio”.

Tan modesto como siempre, el entrenador Ferguson de 72 años afirma que realmente no tuvo tanta influencia, ya que dice que él ganó más que los jugadores, pero la oportunidad de aprovechar sus conocimientos, los cuales ahora comparte como orador en la Universidad de Harvard, no tuvo precio.

El número 1 del mundo, Rory McIlroy, realmente se sintió inspirado: “No podía dejar de mirarlo. Estaba como en una especie de trance mientras escuchaba todo lo que decía”.

2. El capitán fantástico

Considerando las destrezas que demostró con el equipo europeo, puede ser que en algún futuro cercano, las personas se acerquen a McGinley para que les dé consejos sobre cómo dirigir equipos.

Después de asegurar su tercera victoria consecutiva en la Ryder Cup, sus 12 jugadores no podían dejar de halagar sus estilo de liderazgo tan natural.

McGinley explicó durante la conferencia de prensa, que desde la primera reunión en Gleneagles su objetivo era asegurarse de que la Ryder Cup fuera lo más divertida posible.

Justo al lado de la puerta de salida en el vestuario del equipo europeo, el capitán colocó estratégicamente una frase de Bob Torrance, el difunto padre del vicecapitán Sam, la cual decía: “Los días más felices de nuestras vidas”.

Este fue un mensaje que tuvo un verdadero efecto en los jugadores. No sólo durante las rondas de práctica sino que en el primer hoyo y el resto de la semana, los golfistas del equipo europeo se mostraron más relajados que los del equipo estadounidense.

“Todos conocemos los nervios y las mariposas en el estómago, pero la Ryder Cup es demasiado emocionante”, dijo McGinley.

McIlroy, uno de los jugadores que más presionó para que McGinley fuera capitán, fue el primero en elogiar a su líder.

Dijo: “Desde el primer día que llegamos, los discursos que nos daba, los videos que nos enseñaba, los invitados que trajo para que nos motivaran, la decoración de la sala de reuniones, todo tenía un propósito; todo era parte del plan para motivarnos a ganar la Ryder Cup”.

Lee Westwood, un veterano que ha participado en nueve Ryder Cups, fue un paso más allá: “Creo que cualquier persona debería basar su forma de liderazgo y de ser capitán en la manera en que lo hizo Paul esta semana”. Un excelente elogio para el capitán.

3. Escocia

El haber regresado la Ryder Cup a Escocia después de 41 años fue un golpe maestro. Puede ser que el país haya rechazado su independencia recientemente, pero cuando se trata de la supremacía de golf, éste es el único soberano.

El deseo de competencia en el país donde nació el golf aumentó increíblemente durante los años en el que estuvo ausente del torneo, y el hacer el campeonato en Gleneagles le dio la oportunidad perfecta al equipo europeo de salir y mostrar de qué están hechos.

Esta semana muchos han dicho que el PGA Centenary Course en Gleneagles es el cuarto mejor campo en Auchterarder, lo cual es realmente un chiste debido a que únicamente hay cuatro campos en la ciudad. Pero lo que le falta en esplendor y encanto, le sobra en diseño.

Tener césped bien cortado y calles perfectas se da por hecho, pero el Centenary se caracteriza por sus amplias áreas para los espectadores.

A veces, con tan sólo ver el primer hoyo, se sentía como si los 40.000 espectadores que visitaban el campo estuvieran presentes en ese momento.

Y aún mejor fueron las tribunas. Los patrocinadores escoceses, quienes siempre fueron respetuosos con los jugadores norteamericanos, se comportaron de manera exuberante en todo momento, haciendo comentarios ingeniosos en los primeros hoyos y aprobando de forma discreta cada vez que un jugador europeo ganaba, salvaba o empataba en un hoyo.

Todas las personas que viajaron desde Estados Unidos también se comportaron muy bien y promovieron un ambiente de amistad y calidez.

Así como dijo Phil Mickelson: “El público escocés, las personas estuvieron fenomenales. Siempre fueron muy respetuosos y amables con todos”.

4. Los jugadores comodín y los novatos que sorprendieron

Ya que el capitán tiene la opción de elegir a tres de los jugadores para acompañar a los nueve jugadores que se clasifican a la Copa, McGinley y Watson tenían el 25% de influencia sobre su equipo, y el líder europeo sin duda tomó las decisiones correctas.

Ian Poulter era una opción obvia, aunque el hombre al que le dicen “the postman” (el cartero, en español) —ya que siempre “lo entrega todo”— no estaba en su mejor momento.

Su presencia motivaba a todos a su alrededor. La intervención que hizo el sábado mientras jugaba con McIlroy, acompañado de su famosa mano en puño, fue un momento clave para frenar el impulso que tenían los estadounidenses.

Lee Westwood, un veterano que ha jugado 10 Ryder Cups, formó parte de un dúo invaluable junto con el novato Jamie Donaldson, una pareja que ganó dos de los tres partidos que jugaron juntos.

La decisión de McGinley de ponerlos juntos fue tan buena que el escocés le dio una paliza a Keegan Bradley en los partidos individuales e hizo el tiro que le ganó el título al equipo europeo.

Y a pesar de que el comodín escocés favorito del pueblo, Stephen Gallacher, no dio buenos resultados ya que perdió los dos partidos que jugó, su presencia le dio un toque especial al entusiasta público.

La decisión de emparejar al novato Victor Dubuisson y al veterano Graeme McDowell también fue una genialidad, en donde el enigmático francés terminó su debut sin dificultad.

Y en cuanto a Tom Watson, capitán del equipo estadounidense, uno de los jugadores a los que eligió –Webb Simpson– fue escogido para hacer el primer tiro de la competencia en la madrugada del viernes. De manera simbólica, le elevó tan alto que a duras penas pasó del fairway.

El novato jugó ese partido junto con Bubba Watson, y terminaron perdiéndolo. Luego Simpson volvió a aparecer hasta el domingo, cuando empató un partido con Poulter.

Keegan Bradley perdió dos de sus tres partidos y evidentemente estaba decepcionado por no haber sido escogido para jugar el sábado, mientras que la recuperación de 1,5 puntos en sus cuatro partidos fue insignificante.

Y mientras tanto, Billy Horschel, el ganador del torneo de la FedEx Cup celebrada hace unas cuantas semanas, y Chris Kirk, el subcampeón de la misma copa, estaban en casa viendo la Ryder Cup. McGinley, sin duda alguna, hizo mejores elecciones.

5. El desacuerdo estadounidense

Tan pronto como terminó el campeonato, los cuestionamientos estadounidenses comenzaron.

Todos los capitanes de los equipos perdedores son criticados, pero usualmente por la prensa, no por sus propios jugadores.

Los comentarios de Mickelson en contra de Watson evidenciaron la falta de armonía en el equipo y la falta de flexibilidad en el estilo de liderazgo del nueve veces campeón.

Aquella famosa frase sacrosanta de los vestidores parece ya no tener sentido: “Lo que pasa en el campeonato, se queda en el campeonato”.

Se sintió mucha tensión en las conferencias de prensa cuando Mickelson criticó a Watson por no involucrar a los demás jugadores en la toma de decisiones y por no tener un “buen plan de juego”.

Y mientras tanto, el jugador de 64 años se mantuvo sentado con una incómoda sonrisa.

Antes de la Ryder Cup, Watson le había comentado a CNN que había algo que había cambiado desde la última vez que fue capitán en 1993 y que realmente no entendía: se trataba de la red social Twitter.

Pero después de una terrible derrota a manos de un brillante equipo europeo, parece que tenía muchos más problemas.

Las críticas de Mickelson pusieron en evidencia la dinámica de maestro-alumno del estilo de liderazgo de Watson, el cual es un equilibrio difícil de encontrar en una era donde los jugadores son multimillonarios y sus egos son gigantes.

Su decisión de no incluir a los novatos poderosos, Jordan Spieth y Patric Reed, para jugar el viernes por la tarde después de haber ganado por la mañana fue claramente un error, y lo mismo se puede decir de haberle impedido a Mickelson y a Bradley jugar el sábado, cuando Rickie Fowler y Jimmy Walker se quedaron sin fuerzas y sufrieron una terrible derrota.

Watson tiene mucho que reflexionar y muchas preguntas que responder en los próximos días y en las próximas semanas.