Por Jim Acosta y Kevin Liptak
WASHINGTON (CNN) — El presidente Barack Obama llegó a la Casa Blanca hace casi seis años con una sólida mayoría en el Senado y la promesa de cambiar la política.
Ahora, se dirige a sus últimos años como presidente distanciado de los demócratas de la minoría en Capitol Hill y se enfrenta a unos republicanos a quienes no les interesa hacer grandes compromisos, así como a un público que ya superó los emocionantes primeros días de la administración.
Obama está “ansioso por volver al trabajo” y dejar atrás las elecciones intermedias, de acuerdo con un funcionario de la Casa Blanca que habló bajo anonimato. Agregó que el presidente considera que los dos últimos años de su mandato serán un “cuarto cuarto” con el potencial de emprender acciones reales.
La Casa Blanca invitó a los líderes parlamentarios de ambos partidos a una reunión este viernes para trazar el mapa legislativo para los próximos dos años.
Los asesores de la administración se muestran optimistas sobre la extensión de su estrategia de promulgar decretos en ámbitos en los que parece imposible lograr la cooperación del Congreso.
Sin embargo, Obama podría tener poco tiempo para emprender las importantes maniobras legislativas que compondrían su legado. Sin el obstáculo de las elecciones intermedias, la atención de ambos partidos pronto se centrará en la campaña presidencial de 2016, lo que dejará poco interés en los acuerdos bipartidistas.
Para lograr cualquier acuerdo legislativo se requerirá de un grado de compromiso al que la Casa Blanca aún no se ha abierto; también dependerá de la voluntad del fragmentado Partido Republicano para aprobar medidas que tengan posibilidades de que el presidente las ratifique.
Ambas partes dicen en público que están listas para encontrar un punto en común (“estamos listos para comprometernos”, dijo el vicepresidente Joe Biden a CNN el lunes), aunque los asesores se muestran más pesimistas en privado.
Cuando se le preguntó si el presidente buscará comprometerse y adoptar un tono más conciliador con un Senado a cargo de los republicanos, un funcionario de la Casa Blanca dijo que “es mejor preguntar si el Partido Republicano quiere trabajar con nosotros”.
Los republicanos también manifestaron su voluntad de encontrar puntos en común con Obama, aunque tal compromiso podría ser fugaz si los cuatro años de relaciones rencorosas con la Cámara de Representantes republicana sirven de indicio. El ala conservadora del partido se ha opuesto a Obama casi a cada paso, al grado de que la Casa Blanca ha mantenido en secreto las reuniones entre el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, y Obama.
“Es muy probable que los republicanos decidan ir en ambas direcciones a la vez”, dijo David Gergen, exasesor de Ronald Reagan y Bill Clinton. “Por un lado, tratarán de aparentar que cooperan con el presidente. Por el otro, van a jugar sucio”.
Aunque los republicanos controlen el Senado, Obama aún puede vetar cualquier intento de los conservadores por abrogar la Ley de Cuidado de Salud Asequible o hacer recortes importantes a los programas de gasto del gobierno como la Seguridad Social o Medicare. Aunque un Senado republicano podría adoptar dichas medidas para ejemplificar sus diferencias ideológicas con la Casa Blanca, prácticamente no tienen oportunidad de llegar a ser ley.
La reforma inmigratoria integral, un antiguo objetivo de Obama que la Cámara de Representantes republicana obstruyó en 2013, seguramente volverá a surgir en el nuevo Congreso mientras los republicanos buscan incrementar su popularidad entre los electores latinos. Algunos republicanos, como el candidato a la presidencia en 2012, Mitt Romney, han afirmado que la reforma inmigratoria podría tener más probabilidades de éxito con un Senado republicano, aunque el Partido Republicano está profundamente dividido en la Cámara y no han dado señales de unirse alrededor de un plan.
Para complicar más las cosas, Obama juró tomar medidas unilaterales para abordar el tema de los millones de inmigrantes indocumentados que actualmente están dentro de Estados Unidos. Aunque se esperaba que hiciera esa revelación a mediados de año, se pospuso hasta la elección intermedia para evitar un enfrentamiento político. La Casa Blanca señaló que anunciarán el plan antes de que termine el año.
Eso deja asuntos de menor perfil, con menos implicaciones políticas, para que Obama y el nuevo Congreso republicano regateen. Eso podría incluir la reforma al Código Fiscal y la negociación de nuevos acuerdos comerciales, ámbitos que tanto la Casa Blanca como los republicanos sienten que necesitan atención.
En cuanto a los temas más trascendentes, parece imposible emprender acciones legislativas, lo que deja abierta la oportunidad a que se emprendan acciones ejecutivas más limitadas. Ya se propuso que se limiten las emisiones de carbono en las plantas que funcionan con carbón y es probable que se implementen más medidas relativas al clima. Las autoridades dicen que Obama sigue comprometido con la clausura de la prisión de Guantánamo a pesar de que el Congreso se ha opuesto continuamente a que se transfiera a los presos a Estados Unidos.
Las derrotas del martes no necesariamente cambiarán el plan en Washington. El estancamiento ha sido la norma al menos desde que los republicanos se hicieron con el control de la Cámara de Representantes en 2010.
Sin embargo, la forma en la que los demócratas perdieron en Senado ha causado consternación dentro del partido de Obama.
“Huir del presidente nunca ha sido una medida inteligente”, dijo un importante estratega demócrata que ha trabajado tanto con la Casa Blanca como con candidatos al Senado en este ciclo intermedio. “Parecen gallinas…”.
Las riñas al interior del partido son una larga tradición en los partidos perdedores y la Casa Blanca ciertamente habría agradecido que se hablara más sobre mejorar la economía durante las campañas. Los funcionarios dicen que por ahora no se contempla una reestructuración importante en el gabinete y que Obama no planea aceptar la culpa por las pérdidas de los demócratas.
Dejó ver parte de su explicación el martes al decir en una entrevista de radio que la culpa era del mapa electoral.
“Este es probablemente el peor grupo de estados para los demócratas desde la época de Dwight Eisenhower”, dijo.
Al menos en el futuro cercano, la Casa Blanca dejará atrás el entorno político local en el que Obama quedó apaleado y en donde, tras muchas de las carreras electorales, no es bien recibido.
El domingo parte a una visita diplomática por Asia, a 10,000 kilómetros del nuevo Washington.