Por Griffin Shea, para CNN

(CNN) – Tan pronto como los pasajeros llegan a la estación de tren de Rovos Rail en Pretoria, Sudáfrica, queda claro que éste no va a ser un tradicional viaje en tren.

No hay multitudes, solo otros viajeros (y apenas unas cuantas docenas de ellos) que harán un viaje de tres días hacia la Ciudad del Cabo.

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Dentro del edificio meticulosamente restaurado, el champán fluye libremente y los ventiladores giran de forma pausada.

De vez en cuando, los pavos reales del lugar chillan mientras caminan por la plataforma, hasta que se dispersan con la llegada de la locomotora de vapor.

Sí, de vapor, como si se dirigiera a Hogwarts, porque en realidad eso es lo que es: un safari en ferrocarril de libro de cuentos a lo largo de África.

Rovos Rail ofrece una serie de viajes a través de Sudáfrica y más allá, que permite a los pasajeros apreciar el impresionante paisaje de la región y a algunas de las grandes bestias que deambulan por ella.

Los itinerarios incluyen viajes entre las ciudades sudafricanas de Pretoria y Durban, en los que visitarás el Nambiti Conservancy (un refugio de los cinco principales animales africanos en KwaZulu-Natal) o las cataratas Victoria vía Botswana, Zimbabwe y el santuario de vida salvaje del Parque Nacional Hwange.

Jacuzzis en los ferrocarriles  

Los trenes se anuncian como los más lujosos del mundo.

Eso es difícil de debatir.

La Royal Suite de 16 metros cuadrados (172 pies cuadrados) cuenta con una cama matrimonial, sillones lujosamente tapizados y un baño victoriano completo para que puedas relajarte en la tina y ver cómo el mundo avanza a tu lado.

La habitación para este corto viaje tiene un precio de 28.600 rands (2.570 dólares) por persona, pero también está la opción de una Pullman de siete metros cuadrados por la mitad de ese precio, o una Deluxe Suite por la que pagarás una cantidad en ese rango.

Hay pocos estorbos modernos que te distraerán de las vistas del paisaje.

No hay televisores, no hay Wi-Fi.

Afuera de las suites, se recomienda no utilizar celulares, y el uso de computadoras portátiles está prohibido.

“No queremos que hagan ningún tipo de trabajo en público”, le dice el fundador de Rovos, Rohan Vos, a los pasajeros antes de abordar. “Lo importante en este tren es el ambiente y la buena conversación”.

Para fomentar esto, el viaje desde Pretoria inicia con el té de la tarde.

El vagón de observación se encuentra en la parte posterior del tren. Una sección está cubierta de vidrio para proteger a los fumadores, quienes tienen la tendencia de alejarse cuando salen del tren para fumarse un cigarrillo.

En cualquier caso, no es el mejor lugar para estar.

Es mejor conseguir un lugar en la parte posterior del tren, la cual queda expuesta de forma gloriosa para que los pasajeros puedan sentarse en una larga banca o inclinarse sobre las barandillas para apreciar vistas ininterrumpidas de los yacimientos de oro, el Karoo y finalmente, las montañas y los viñedos que rodean a la Ciudad del Cabo.

Gong que anuncia la cena  

Es una buena idea tomarse las cosas con calma a la hora del té.

Al poco tiempo, el sonido de un gong llama a los huéspedes a los vagones comedor para disfrutar de una comida de siete platillos, cada uno acompañado de vino.

La comida se inclina fuertemente hacia los platillos locales, tanto de carne como productos agrícolas, todos preparados meticulosamente.

El viaje hacia la Ciudad del Cabo es uno de los más cortos, pero incluye dos paradas.

La primera es en Kimberly, el pueblo minero de diamantes conocido por el “Gran Agujero”, el sitio de excavación más grande del mundo, de 1,6 kilómetros de ancho y una profundidad que aparentemente no tiene fin.

La otra parada es en Matjiesfontein, en medio del Karoo.

El pueblo entero es un sitio declarado patrimonio de la humanidad, que preserva la aldea victoriana que fue fundada como una parada de descanso de la vía férrea, pero se convirtió en un spa de salud una vez frecuentado por la élite de Sudáfrica.

Aunque el tren a veces se moviliza gracias a una locomotora más moderna, los vagones más antiguos de Rovos Rail datan de 1930, dos años antes de que Agatha Christie se imaginara al detective belga, Hercule Poirot, recorriendo Europa.

La mayoría eran propiedad de South African Railways, y fueron adquiridas como estructuras oxidadas y deterioradas.

Antes de salir de Pretoria, vale la pena darle un vistazo a los vagones originales, tan solo para apreciar lo hermosos que lucen ahora que fueron restaurados.

Por mucho que Rovos Rail envuelva a sus pasajeros en una curvatura del espacio-tiempo, no quedan protegidos de los dolores de cabeza modernos.

Las crecientes molestias de los ferrocarriles de Sudáfrica implican que los retrasos pueden y van a suceder.

“Les pido que por favor acepten el hecho de que nunca vamos a llegar a tiempo”, bromea Vos. “Sin embargo, los llevaremos a la Ciudad del Cabo esta semana, y eso es lo que importa”.

En los viajes internacionales más largos de Rovos Rail hacia Namibia, Zimbabwe, Zambia y Tanzania, la logística de los viajes africanos puede interferir.

Turismo lento  

El tren se detiene en los puestos fronterizos (las esperas pueden ser prolongadas) y el mal estado de las pistas en algunas regiones hace que la velocidad sea lenta.

A pesar de todo, ésta es la mejor forma imaginable de hacer un viaje por tierra.

La ruta de 15 días desde la Ciudad del Cabo hasta Dar es Salaam es el sueño de un amante de los trenes, ya que toma la serpenteante ruta desde el Cabo a través del corazón de Sudáfrica, hasta la Madikwe Game Reserve y luego a Zimbabwe donde podrás disfrutar de una estadía de una noche en el Victoria Falls Hotel.

Atravesar el río Zambezi sobre su característico puente es como vivir en el set de una película, ya que el vapor de las cataratas brama hacia arriba por un lado y las oscuras rocas del acantilado descienden bruscamente por el otro.

Luego, el tren atraviesa la extensión de Zambia, a veces rápidamente, a veces lentamente, hasta que llega a las cataratas Chishimba en la Provincia del Norte, la cual es poco visitada.

Aquí, los senderistas pueden explorar la cueva sagrada detrás de las cataratas, donde se cree que vive Chishimba, el espíritu de la naturaleza.

Éste es un lugar de oración y ofrendas, por lo que la Autoridad de Turismo de Zambia tiene estrictas instrucciones para los visitantes: “Debido a la naturaleza sagrada de las cataratas, no se permite actos sexuales, arrogancia ni peleas en las inmediaciones de las mismas”.

Los pasajeros deberían planear su tiempo como corresponde.

Éste es literalmente uno de los aspectos destacados del recorrido.

El resto del viaje es un descenso hacia el valle Rift, serpenteando a través de túneles y a lo largo de viaductos, con una parada para hacer un recorrido en vehículo a fin de apreciar a los animales salvajes en la Reserva Selous, la más grande de África.

Rovos opera esta ruta cinco veces al año y es su opción más popular, según Brenda Vos, la hija de Rohan, quien trabaja en lo que ahora es un negocio familiar.

Independientemente del itinerario, ella dice que para muchos pasajeros, el tren en sí es su destino.

“Queremos que los viajeros suban a bordo, y no importa hacia dónde se dirijan”.

Rovos Rail, Paul Kruger Street, Pretoria, Sudáfrica; +27 12 315 8242  

Griffin Shea es un escritor y viajero que reside en Sudáfrica. Su proyecto más reciente es una aplicación de viajes para ciudades africanas para iPhone y Android.