Por Stephen Collinson

Mira el discurso de Barack Obama en vivo este jueves a las 8:00 p.m. hora del este por CNN en Español. Participa con #InmigraciónCNN

Washington (CNN) — El plan del presidente Barack Obama de tomar el sistema de inmigración en sus propias manos es una prueba audaz de los límites del poder presidencial

Los pasos que trazará esta noche en un discurso que pronunciará en horario estelar generarán un debate sobre su uso de la autoridad ejecutiva para aprobar cambios sin contar con el consentimiento de un Congreso que se le opone.

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Los conservadores han puesto el grito en el cielo, ya que consideran que la campaña de Obama para proteger a millones de inmigrantes ilegales de la deportación sobrepasa su propia autoridad e infringe la Constitución. Sus partidarios dicen que simplemente está ejerciendo su poder para seleccionar a qué áreas de la ley darle prioridad, y para abordar un principal problema nacional que el Congreso parece eludir.

La ley, sin embargo, podría ser tan turbia como el propio sistema de inmigración.

“El problema es que, si la acciones del presidente anulan efectivamente la ley federal, entonces son inconstitucionales”, dijo Alex Nowrasteh, analista de política de inmigración del Instituto Cato. “Pero si sus acciones simplemente canalizan los recursos de ejecución a otras áreas cubiertas bajo la ley, entonces puede hacer eso según su criterio”.

Añadió: “Trazar esa línea es un proceso muy difícil y turbio”.

Los republicanos y los críticos legales advierten que al establecer grupos de inmigrantes ilegales que no serán deportados, Obama se arriesga a infringir la cláusula de la Constitución que le obliga a “cuidar” que las leyes sean fielmente ejecutadas.

“Todas las señales de lo que tienen planificado hacer sugieren que eso va más allá de la cláusula del cuidado”, dijo Gregory Jacob, un ex asesor especial del presidente George W. Bush en relación a la reforma inmigratoria.

Después de que fallara el propio impulso de Bush para lograr una reforma inmigratoria integral, pidió a su equipo legal que examinara sus poderes ejecutivos para cambiar la política de inmigración. Pero rápidamente concluyeron que el tipo de acción que Obama está contemplando iría más allá de la autoridad presidencial.

“El presidente está tomando una sección completa de la ley y simplemente se está rehusando a implementarla”, dijo Jacob.

La Casa Blanca de Obama está haciendo referencia a los precedentes legales establecidos por anteriores presidentes que han utilizado el poder ejecutivo para reformar el sistema de inmigración, en particular John F. Kennedy, Richard Nixon, Ronald Reagan y el padre de Bush, George H. W. Bush.

Este último, por ejemplo, utilizó el poder ejecutivo para permitir que 1,5 millones de cónyuges e hijos indocumentados de personas protegidas de la deportación por una ley previa también permanecieran en Estados Unidos. Los funcionarios de la Casa Blanca señalan que esa cifra representó más o menos el 40 por ciento de los inmigrantes ilegales que había en el país en aquel momento. Obama podría cubrir una proporción similar del actual total de 11,4 millones de inmigrantes ilegales con los cambios que espera anunciar.

Pero los abogados que no están de acuerdo con ese panorama dicen que Bush hizo uso de su poder para resolver problemas con una ley de inmigración que había sido aprobada hacía poco tiempo; no actuaba en solitario después de que el Congreso se negara a hacer algo al respecto.

Por su parte, Reagan utilizó el poder ejecutivo para ayudar a 100.000 familias atrapadas por un tecnicismo incluido en un proyecto de ley integral de reforma inmigratoria aprobado por el Congreso en 1986. También ofreció ayuda a 200.000 exiliados nicaragüenses.

El gobierno de Obama está convencido de que el presidente está actuando dentro de sus poderes para implementar las leyes ya aprobadas por el Congreso y priorizar los recursos, pero los funcionarios no revelarán el razonamiento legal sino hasta el discurso de esta noche. Otros partidarios de Obama se mostraron reacios a hablar públicamente sobre los posibles argumentos legales antes del discurso.

Pero, en esencia, se espera que la Casa Blanca argumente que Obama está simplemente ejerciendo sus poderes constitucionales para decidir cómo se aplican las leyes.

El poder ejecutivo del gobierno de Estados Unidos constantemente decide si persigue o no a ciertos delincuentes, del mismo modo en el que un oficial de policía a veces se hace de la vista gorda cuando un conductor viaja a 93 km/h, en una zona de 88 km/h, pero elige detener a alguien más que conduzca a 112 km/h.

Es un concepto conocido como discreción procesal y los partidarios de Obama sostienen que lo que está haciendo es perfectamente legal porque está dirigiendo a las agencias de aplicación de la ley de Estados Unidos hacia donde deberían enfocar su atención.

Así que, en lugar de tratar de deportar a los padres indocumentados de ciudadanos estadounidenses, el presidente espera canalizar los recursos hacia reforzar las fronteras de EE.UU.

Los funcionarios dijeron que también podría exigir que las autoridades de EE.UU. dediquen más tiempo a tratar de deportar delincuentes, o inmigrantes ilegales recién llegados, en lugar de enfocarse en aquellos que llegaron a los Estados Unidos hace años cuando eran niños.

Obama ha argumentado que actuar de este modo de hecho concuerda más con sus obligaciones y competencias legales como presidente. Y dice que no está infringiendo sus poderes al cambiar la ley porque un nuevo presidente podría tomar el cargo y anular sus decisiones ejecutivas en un abrir y cerrar de ojos.

“No puedo esperar perpetuamente cuando tengo la autoridad que, al menos en el transcurso de los próximos dos años, puede mejorar el sistema y puede permitirnos asignar más recursos a la frontera en lugar de separar a las familias”, dijo la semana pasada. “Estaría abandonando mis deberes si no intentara mejorar el sistema que todos reconocen, tiene sus fallas”.

Si los republicanos concluyen que Obama ha sobrepasado los límites de su cargo, ¿qué opción tienen?

Por supuesto, podrían aprobar una legislación el próximo año (luego de obtener el control de la Cámara y el Senado) que anularía las acciones de Obama. Pero el presidente entonces podría vetar esa legislación… y es poco probable que haya suficiente respaldo en el Congreso como para anular un veto.

Los republicanos de la Cámara ya han emprendido acciones contra el presidente al afirmar que hubo abuso de poder con Obamacare. Podrían añadirle al caso la cuestión de la inmigración.

Pero eso arriesgaría convertir lo que esencialmente es una crisis política en un enfrentamiento constitucional impredecible. Y los tribunales notoriamente se resisten a involucrarse en una disputa entre distintos poderes del gobierno.

Obama podría encontrar que sus acciones se ven desafiadas en otros tribunales. Pero una organización que quiere demandar al presidente podría tener dificultades para encontrar a alguien perjudicado por sus decisiones (el término legal es “legitimación procesal”) en quién basar el caso.

Otros republicanos incluso han mencionado la palabra con “i” -impugnación- pero eso también está cargado de riesgo político.

El camino más realista podría ser que los republicanos, quienes el próximo año controlarán ambas cámaras del Congreso, recorten el financiamiento para las acciones ejecutivas de Obama. O pueden esperar hasta 2016 y elegir a un presidente quien podría invalidar la decisión ejecutiva de Obama.

El debate sobre la autoridad de Obama es en parte su propia culpa. Nadie ha presentado argumentos en contra del curso de acción que Obama está tomando mejor que el ex profesor de derecho constitucional que ahora se encuentra en el Despacho Oval.

Al haber estado bajo presión durante años por los partidarios hispanos que exigen ponerle fin a las deportaciones, el presidente repetidamente se ha quejado de que no puede simplemente agitar una varita mágica y solucionar las cosas.

“Esta idea de que de alguna forma, puedo cambiar la ley unilateralmente no es cierta… Lo cierto del caso es que hay leyes escritas que tengo que hacer cumplir”, dijo en 2011.

Obama ha señalado que él no es un “rey” o un “emperador”, palabras que ahora son usadas en su contra por opositores y que se repiten en los canales de televisión.

“Nuestro presidente tiene un habilidad sobrenatural para decir una cosa y luego hacer otra”, dijo esta semana el senador republicano por Texas, John Corny.