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Nota del editor: Fareed Zakaria es el presentador de “Plaza Pública Global”, que se transmite los domingos a las 10 am y la 1 pm ET en la CNN. Las opiniones expresadas son suyas.
(CNN) – Al oponerse a la apertura del presidente Barack Obama a Cuba, el senador republicano de Florida, Marco Rubio, argumentó: “Todo este cambio de política anunciado se basa en una ilusión, en una mentira: que más comercio y acceso al dinero y los bienes se traducirá en la libertad política para el pueblo cubano”.

Rubio acertó con la raíz del problema. Pero la teoría, la lógica y la historia sugieren que está equivocado en sus conclusiones.
Yo recomendaría a Rubio uno de los clásicos del pensamiento conservador, Milton Friedman “Capitalismo y libertad”. NO tiene que dedicarle mucho tiempo. El primer capítulo describe la “relación entre la libertad económica y la libertad política.”

Friedman apunta en su ensayo algo que los padres fundadores de Estados Unidos sabían bien. Tomando como referencia el filósofo político John Locke, que creía que la libertad de comprar, vender, poseer y el comercio eran elementos fundamentales de la libertad humana y la autonomía individual. A medida que se expanden, la libertad se expande.

Esto no es sólo teoría, por supuesto. Durante los dos últimos siglos, los países que abrazaron “más el comercio y el acceso al dinero y bienes”, en palabras de Rubio - Gran Bretaña, Estados Unidos, entonces Europa occidental y Asia oriental - no sólo han avanzado hacia una mayor prosperidad, sino también hacia la libertad política.

Si se excluye los países ricos en petróleo, donde el dinero se consigue sólo con excavar la tierra, casi todos los países que han utilizado los mercados libres y el libre comercio para crecer son también países democráticos.

Sí, hay algunas excepciones: Singapur y China (aunque este último todavía no es del todo una economía desarrollada.) Pero, en general, se ha producido una notable fuerte conexión entre la libertad económica y la libertad política.

En la propia América Latina, la línea ha sido clara. El régimen de Augusto Pinochet abrió su economía en la década de 1970. Chile comenzó a crecer, pero que el crecimiento entonces produjo una sociedad civil más fuerte que con el tiempo clamaba por el fin de la dictadura de Pinochet. (El mismo patrón se podía ver en Taiwan, Corea del Sur, España y Portugal).

En América Latina hoy, la democracia y los mercados han tomado medidas para reforzarse entre sí, transformando el continente, que hace 30 años fue gobernado casi en su totalidad por dictaduras en un continente que hoy está casi totalmente dominado por democracias.

Cuba es un caso atípico, uno de los últimos regímenes en América Latina que ha abrazado ni los mercados ni las papeletas. El gobierno de Obama está actuando basándose en la teoría de que más comercio, capitalismo, contacto, viajes y comercio fomentarán el empoderamiento de los cubanos y así darles más voz en su futuro político.

El primer punto a destacar es que ayudará a los cubanos económicamente - que aumentará sus ingresos, su nivel de vida y aumentar el acceso a la tecnología. Estas son todas las cosas buenas en sí mismas.

Pero aliviar el embargo también ayudará a los estadounidenses, que se beneficiarán de la posibilidad de comerciar con un vecino. Esta es la razón por la que los conservadores han entendido desde hace tiempo que el libre comercio no es un don otorgado a alguien. Ayuda a ambos países y, en particular, ayuda a los Estados Unidos.

Es por eso que el editorial del Wall Street Journal - bastión del pensamiento conservador - ha defendido el levantamiento del embargo comercial contra Cuba, que es un paso mucho más grande que la normalización de Obama.

So, did it support Obama’s opening? Of course not. It turns out that he has done it in the wrong way. It is difficult not to think that the problem here is not the policy, but who the president is. Had George W. Bush announced this initiative, I have a feeling that the Wall Street Journal would be hailing it – and Rubio would be quoting Milton Friedman to us all.

Por lo tanto, ¿eso implica que no aceptan la apertura de Obama? Por supuesto que no. Resulta que lo ha hecho en el camino equivocado. Es difícil no pensar que el problema aquí no es la política, sino quién es el presidente. Si hubiera sido George W. Bush, quien enunciara esta iniciativa, tengo la sensación de que el Wall Street Journal lo habría aclamado- y Rubio estaría ahora citando a Milton Friedman.