Por Lauren Said-Moorhouse y Marc Hoeferlin, para CNN

(CNN) – A Andre Hartman le cuesta caminar. Sin embargo, todos los días sueña con volver al océano.

Durante décadas, se labró una impresionante carrera buceando con grandes tiburones blancos. El temerario sudafricano sobrevivió a numerosos encuentros con estos depredadores del océano. Y cuando necesitaba acercarse a los animales, eliminar la jaula del buceo con jaula era un riesgo que el innovador buzo estaba dispuesto a tomar.

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Pero una fuerte apoplejía hace tres años trágicamente hizo que el expescador fuera incapaz de poder acercarse a los tiburones que llegó a amar. Hoy en día, lo más que se puede acercar es por medio de los tours de una compañía local de buceo, Supreme Sharks, donde le brinda sus conocimientos a ansiosos turistas.

“Han pasado 11 años desde que nadé con un tiburón por última vez, y me encantaría volver a hacerlo”, dice Hartman. “No estoy listo todavía, pero estoy seguro de que una vez pueda nadar bien, estaré allí de nuevo”.

Este apasionado pionero del océano ha pasado años estudiando lo que muchos creen es uno de los depredadores más peligrosos del mundo.

“Simplemente me cautiva la forma en la que se mueven y lo que hacen, eso me fascina. Ellos son como un avión; vuelan en el agua. Esas alas se flexionan con el peso del cuerpo”.

Nacido en Bellville, Ciudad del Cabo, Hartman en cierto modo ha sido un amante de la adrenalina desde que era niño. En su adolescencia, a menudo se le podía ver con sus amigos tratando de atrapar serpientes con sus manos.

Tras su graduación, el joven intrépido pasó por varios trabajos. Finalmente, después de cumplir su servicio nacional obligatorio en el ejército, Hartman encontró la pesca submarina.

Un encuentro accidental  

La antigua y bastante ardua tradición de la pesca submarina ha sido utilizada durante miles de años en todo el mundo. También se ha convertido en un deporte competitivo y Hartman pronto llegó a ser uno de los mejores practicantes de la pesca submarina del país.

Entonces, un día en 1977 durante una práctica de inmersión aparentemente normal, Hartman tendría un encuentro cercano que cambiaría su vida para siempre.

Había estado buceando durante unas cuantas horas y estaba enrollando el carrete cuando algo se movió bruscamente a su lado. Como pensó que era un banco de peces, trató de moverse alrededor de él y fue confrontado por un gran ojo negro.

“Era un tiburón blanco… mi primer tiburón blanco y pensé ‘Vaya, espera hasta que le cuente a mis amigos’”, recuerda. “Es el primer tiburón blanco y es enorme. Parece una casa a mi lado”.

Una vez pasó la impresión inicial y el sobrecogimiento de la situación, Hartman empezó a forcejear con el gran depredador, se empujó hacia atrás mientras el tiburón se acercaba demasiado para su gusto.

“Cuando mordió el arpón, yo estaba paralizado por la impresión. No lo esperaba. Y luego volvió a abrir su boca y vi cómo mis manos entraban. Pensé ‘oh no’, reaccioné y las saqué bruscamente de su boca”.

“Puse mi puño en su ojo con la intención de sacárselo y simplemente escupió el arpón, se sumergió y se alejó”.

Después de este dramático enfrentamiento, Hartman se quedó inmóvil durante cinco minutos, y recuerda cómo juró que nunca más volvería a bucear.

Pero la decisión no duró mucho tiempo. Él añade: “A la mañana siguiente, un amigo llama y me dice: ‘Hola ¿vamos a zambullirnos con algunos cangrejos de río esta tarde?’ Yo dije ‘Claro que sí, es una buena idea’”.

‘Me convertí en el indicado’  

A finales de los años ochenta, Hartman empezó a ver oportunidades de negocio en el vasto mar azul. El turismo de tiburones empezaba a estar en auge y el buceo con jaulas rápidamente se estaba convirtiendo en una forma popular para acercarse a los grandes tiburones frente a la costa.

Para 1997, el hábil emprendedor había comenzado su propia compañía, en la que se dedicaba a llevar a los ansiosos aventureros al mar y los bajaba con cuidado hacia las profundidades para que vieran a los tiburones de cerca. En cuestión de meses, el negocio empezó a adquirir popularidad y productores de cine empezaron a llamar a su puerta. El emprendedor en ciernes había encontrado su nicho.

“Me convertí en el indicado… si quieres filmar tiburones, busca a Andre. En cuestión de dos años, necesitaban tomas que no podían obtener, así que yo les dije que me metería al agua y lo lograríamos. Lo que sucede es que cuando estás en la jaula con una cámara tiembla, así que empecé a sacar a las personas de la jaula”.

A través de los años, la reputación de Hartman como uno de los principales expertos en tiburones de Sudáfrica le ha generado grandes oportunidades, e incluso la oportunidad de unirse a la grabación de una película en México. Pero entonces las cosas empezaron a empeorar.

“Cuando regresé, en realidad sufrí una apoplejía en mi lado derecho que me paralizó por completo”.

Como se negó a permitir que la apoplejía se convirtiera en un obstáculo, empezó a luchar por recuperarse rápidamente. Pero entonces hace tres años, Hartman sufrió otra apoplejía; esta vez fue mucho más fuerte y lo dejó sin la posibilidad de nadar en el océano con las criaturas que ama.

“En este momento solo estoy comenzando a caminar. Pero todavía me caigo de vez en cuando. Me refiero a que eso sucede”, dice.

“Solo tengo que fortalecerme… Estoy dando pasos pequeños y voy lento”.

“Quiero decir que la forma en la que he vivido mi vida, si tuviera que hacerlo de nuevo, no cambiaría nada”.

Ve el programa completo para conocer más sobre las emocionantes experiencias de Hartman al practicar el buceo libre con tiburones blancos.