Por Motez Bishara, CNN

(CNN) – Todas las franquicias deportivas más grandes del mundo tienen una cosa en común: súper aficionados tan apasionados que recorrerán grandes distancias para ver a sus equipos regocijarse en la victoria.

Dennis Doyle ha experimentado todo lo relacionado a los viajes, pero nada del regocijo.

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Cuando el eterno aficionado de los Knicks de Nueva York, de 32 años de edad, ideó el plan para seguir a su amado equipo de la NBA en cada parada —entre ellas Londres— durante toda una temporada, no tenía idea de que sería una temporada histórica.

Lamentablemente para él, fue histórica por todas las razones equivocadas.

”Este es el peor baloncesto que he visto esta temporada”, dice Doyle, mientras sale del O2 Arena, después de que los Knicks fueran superados por los Milwaukee Bucks para llegar a las 16 derrotas consecutivas.

Doyle llegó a Londres (vía Islandia), el sábado para ver a los Knicks como parte de la iniciativa Global Games de la NBA.

”Esperaba que ganaran casi 40 juegos, que se colaran a los playoffs y luego veríamos qué podía pasar”, dice.

En lugar de eso, los Knicks van de camino a tener su peor temporada en la historia de la franquicia con un récord de 5-36 a mitad de la temporada. El fracaso es extremo, incluso para un equipo que ha luchado contra una puerta giratoria de cambios personales y controversia fuera de la cancha durante más de una década.

Durante el descanso de temporada, los Knicks contrataron a Phil Jackson para estar al mando del equipo… un territorio inexplorado para el legendario entrenador. Su primera decisión fue nombrar a su jugador base de los Lakers de larga trayectoria, Derek Fisher, como un novato entrenador principal. Ambos, al parecer, están aprendiendo a hacer el trabajo a expensas de los aficionados que pagan los precios de boletos más altos de la liga.

Sin embargo, para Doyle, apoyar a los Knicks está prácticamente fuera de su alcance.

”Si fuera posible, habría dejado al equipo hace unos diez años”, dice, refiriéndose a una era que incluyó paralizar los contratos de los jugadores más un cargo de violencia doméstica en contra de quien, en ese entonces, era el entrenador principal y gerente general, Isiah Thomas. “Así que he renunciado a tratar de divorciarme, seguimos juntos… desafortunadamente”.

En Londres, el sábado asistirá a su primer partido de la liga de fútbol de Inglaterra de su equipo adoptado, Tottenham Hotspur,   ”Terminé escogiendo al equipo más parecido a los Knicks’,’ explica Doyle. “Son de una gran ciudad, pero tienen un historial de desilusiones. Hay algo que resonó en mí en ese sentido”.

En lugar de lucir una camiseta de la suerte como la mayoría de los súper aficionados, Doyle viste una camisa de mala suerte, el número 7 de Carmelo Anthony, la cual compró después del tercer partido de la temporada, cuando los Knicks tuvieron un récord de 2 a 1. Desde entonces, han ganado solo tres partidos y han perdido 35.

”Es una temporada difícil, por lo que realmente apreciamos su esfuerzo de tratar de ver todos nuestros partidos”, dice Pablo Prigioni, el base argentino de los Knicks y el jugador favorito de Doyle en la actualidad.

“Sabes que me siento un poco triste, no solo por él, sino por todos los aficionados de los Knicks alrededor del mundo”, explica Prigioni. “Por supuesto, nunca esperamos este tipo de temporada, pero ahora estamos en medio de cambios profundos, así que creo que el equipo estará mucho mejor en el futuro”.

Doyle, quien estudió derecho en Georgetown, fue despedido de la firma legal en la que trabajaba el mismo día en el que los Knicks anunciaron la contratación de Jackson. Él lo tomó como una señal.

Después de discutirlo con su hermana, una guía de vida en Charlotte, Carolina del Norte, Doyle pagó 3.500 dólares por asientos de esquina de nivel medio para una temporada en Madison Square Garden y empezó a planificar su odisea de seis meses. Descontando los boletos, los cuales pagó por adelantado —”probablemente me habrían dado un descuento si hubiera esperado a ver lo malos que son”, se lamenta— y sumando los vuelos y el hospedaje, la experiencia le ha costado 25.000 dólares.

“Es una cantidad descabellada de dinero, lo entiendo”, dice, en medio de sorbos de cerveza Guinness en un bar con olor a roble en Notting Hill, al oeste de Londres. “Pero muchas personas, en mi lugar, viajarían por el mundo. Los abogados se agotan, se toman un año libre y gastan una buena cantidad de dinero. Esta es mi versión de eso”.

Doyle, quien dice que hubo un ”elemento de alivio” en ser despedido, está usando su tiempo libre para afinar sus habilidades como escritor en su blog sobre viajes, y ya firmó con un agente de libros. Como un gran fanático de “Fiebre en las gradas” de Nick Hornsby, él tiene la intención de escribir un libro de memorias sobre la temporada de los Knicks en el mismo estilo, sin el triunfo al final.

De alguna manera, él ve la temporada moribunda de los Knicks como una bendición perversa disfrazada. ”Creo que es infinitamente más interesante escribir sobre un equipo realmente malo que escribir sobre un equipo mediocre, o incluso sobre un equipo realmente bueno”, dice. “Desde el inicio hay cierto interés, una curiosidad morbosa”.

Aunque los Knicks a menudo ven resultados de dos cifras a principios del juego (los Bucks tomaron la delantera de 14-0 el jueves, y les llevaban una ventaja de 20 puntos en el segundo cuarto), Doyle dice que trata de permanecer concentrado al menos hasta el final del tercer cuarto. A veces, sin embargo, la derrota es demasiado difícil como para soportarla.

“En cierto punto, es parecido a ver cómo torturan a un animal pequeño, y no hay razón para seguirme sometiendo a ese tipo de dolor”, dice.

Afuera de los estadios, se resiste a la presión psicológica de volver a la vida como abogado, en ocasiones de los lugares más inesperados. En Nueva Orleans, el destacado abogado de perjuicios personales, Morris Bart, invitó a Doyle a sentarse en primera fila con él, pero bajo una condición.

”Tuve que sentarme y escucharlo explicar por qué estaba cometiendo un error al dejar de ejercer como abogado”, dice Doyle, quien se dio cuenta de que la experiencia VIP era un esfuerzo sutil de reclutamiento.

Incluso otros aficionados extremos ven la misión de Doyle como inalcanzable. “Es mucho más dedicado de lo que soy yo”, dice Ziad Al-Essa, un seguidor de los Milwaukee Bucks de 35 años de edad, quien voló desde Kuwait y gastó 750 dólares en un asiento en el suelo para ver el juego de Londres. “Fue despedido y gastó sus ahorros para ver perder a un equipo terrible. Él es un aficionado acérrimo”.

No obstante, Doyle admite que se sentirá aliviado una vez termine la temporada, y duda que vaya a renovar su boleto de la temporada aunque piensa que los Knicks pueden convertirse en un equipo que llegue a los playoffs la próxima temporada. “No creo que pueda pagarlo”, dice encogiéndose de hombros.

Hay una razón más por la que no va a renovar su boleto.

”Extraño verlo en televisión”, dice.