(CNN)–Antes de que Ronald Read muriera el verano pasado, en varias ocasiones, recibió la generosidad de los demás. Como aquella mujer, preocupada porque la vieja gorra de béisbol que usaba con frecuencia no le fuera suficiente para mantenerlo abrigado durante el invierno de Vermont, le tejió un gorro, según le dijo a CNN Laurie Rowell, abogada de Read. Su chaqueta de lona color caqui esta remendada con un imperdible y su camisa de franela era tan vieja que una vez alguien le pagó el desayuno en Friendly’s.
Quizás esa es la razón por la que unos años antes de su muerte, el hombre que era conocido por su extrema austeridad y su desaliñada apariencia, decidió dar un poco de lo suyo.
“Robert Read realizó las primeras donaciones al Brattleboro Memorial Hospital y la biblioteca Brooks a quienes donó 4,8 millones y 1,2 millones de dólares”, dijo la abogada de Read en un comunicado de prensa.
Read frecuentaba la cafetería del hospital para desayunar, le dijo Gina Pattison, quien es parte de Brattleboro Memorial Hospital, a WCAX, afiliada de CNN.
Pattison se refirió a Read como “un hombre muy sencillo”.
“Saber que él le había dejado este dinero al hospital fue una gran sorpresa”, dijo Pattison.
El presidente del Consejo de Fideicomisarios de la biblioteca Brooks Memorial dijo en un comunicado que se sintió encantado por la noticia y que la donación de Read era el legado más grande desde que recibieron el de George J. Brooks en 1886.
Read estuvo en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, antes de trabajar como mecánico con su hermano durante muchos años. Después de que vendieran el taller, Read se dedicó a relajarse, pero “él no se llevaba muy bien con la jubilación”, dijo Rowell.
Read finalmente empezó a trabajar a media jornada como conserje en J.C. Penney. Al final, se jubiló en 1997.
A pesar de que en sus empleos nunca le ofrecieron grandes salarios, Read disfrutaba invirtiendo en el mercado de valores, colocando su dinero en “acciones que le generaban dividendos”, dijo Rowell.
Él vivía de manera modesta, odiaba gastar dinero o ver que algo se desperdiciara, dijo la firma de abogados de Rowell en un comunicado.
“Él ni siquiera aparcaba cerca de mi oficina porque no quería pagar”, dijo.
Cuando su cliente murió en junio del año pasado y ella fue a retirar los documentos de su patrimonio de la caja de seguridad del banco, comprendió lo realmente austero que había sido.
“La caja estaba completamente atestada de certificados de acciones”, dijo.
Cuando el banquero le dio el total final, todos se quedaron impresionados: Read tenía un patrinomio de más de 8 millones de dólares.
Aparte de su austeridad, Rowell describió a Read como un tipo de Vermont por excelencia. Él era de voz suave pero tenía un sentido del humor genial. También era un hombre muy reservado y discreto.
“Él se hubiera sentido horrorizado si hubiera sido expuesto de esta manera”, dijo Rowell.
Además de sus donaciones a la caridad, Read también le dio una porción de su fortuna a un par de hijastros y amigos.