Por Zachary Cohen
Atlanta (CNN) –– Casi 30 años después de que despegara el primer bombardero furtivo de Estados Unidos, la antigua flota de la Fuerza Aérea está lista para ser sometida a una renovación, aunque será bastante costosa.
El Pentágono está considerando modernizar sus aviones furtivos por primera vez desde los años setenta, al desarrollar un bombardero de alta prioridad, súper clasificado y de próxima generación.
La Fuerza Aérea tiene planificado adjudicar un contrato para construir y desarrollar el Long Range Strike Bomber (bombardero de ataque de largo alcance) a una de las empresas más poderosas de la industria posteriormente este año, y espera integrarlo a la flota a mediados de la década de 2020.
Las otras entidades que compiten por el premio son Northrop Grumman, el desarrollador del bombardero actual de la Fuerza Aérea, el B-2, y una sociedad entre los gigantes de la aeronáutica Boeing y Lockheed Martin.
A principios de mes, William LaPlante, subsecretario de la Fuerza Aérea de los programas de adquisición, sugirió ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara que la Fuerza Aérea le ofrecerá un contrato a “sobrecosto” a la firma ganadora, lo que significa que el gobierno asumirá el riesgo de cualquier sobrecosto.
“Considero que el LRS-B (bombardero de ataque de largo alcance) va a ser más tradicional en el sentido de que lo estamos haciendo un poco más innovador”, explica LaPlante.
La Fuerza Aérea dijo que tiene planificado aprovechar las tecnologías existentes para ayudar a que el LRS-B sea asequible.
No obstante, el Centro para la Evaluación Estratégica y Presupuestaria (CSBA por sus siglas en inglés), un grupo de investigación independiente e imparcial, advierte que “a corto plazo, las estrategias de adquisición de construcción actuales, pueden hacer que el asunto de la ‘asequibilidad’ sea debatible, ya que la asequibilidad también debe ser evaluada en el contexto de la eficacia de la capacidad de la misión sobre su vida útil esperada”.
Junto al F-35 del programa Joint Strike Fighter y el avión cisterna KC-46, el LRS-B es una de las más altas prioridades de modernización de la Fuerza Aérea, y algunos expertos comentan que su desarrollo irá más allá de simplemente modernizar una flota antigua de bombarderos.
El teniente general retirado de la Fuerza Aérea, David Deptula, le dijo a CNN esta semana que es erróneo etiquetar al LRS-B como simplemente un “bombardero” y que los funcionarios necesitan deshacerse de la “vieja forma de pensar” de clasificar a los aviones en distintas áreas de misiones.
El nuevo “Long Range Sensor Shooter”, como Deptula lo llama, podrá crear una “nube de combate” que se forma y disuelve sola, capaz de compartir información con otros aviones y llevar a cabo una diversa gama de tipos de operaciones.
Funcionarios del Pentágono han enfatizado en la importancia de desarrollar el nuevo bombardero de ataque de largo alcance, al calificarlo de ser de fundamental importancia para la seguridad nacional y la disuasión nuclear.
Es “absolutamente esencial para mantener nuestra ventaja disuasiva”, dijo en enero el exsecretario de defensa, Chuck Hagel. “Necesitamos hacerlo. Necesitamos hacer la inversión. Lo tendremos en el presupuesto”.
Deptula dijo que la razón número uno para mejorar la fuerza del sensor de largo alcance es contrarrestar las amenazas que evolucionan constantemente alrededor del mundo.
“Los chinos, iraníes y rusos… han construido sistemas anti-aéreos avanzados y aviones de combate de largo alcance para atacar nuestras bases y portaaviones”, agregó.
El almirante William Gortney, comandante del Comando Norteamericano de Defensa Aeroespacial, le expresó similares preocupaciones de seguridad al Comité de Servicios Armados del Senado el jueves, cuando les dijo a los legisladores que Rusia sigue trabajando en su programa para desplegar “misiles crucero de largo alcance armados de forma convencional”, los cuales pueden ser lanzados desde sus bombarderos aéreos, submarinos y buques.
Capacidades
Los funcionarios no han dicho nada en relación a las expectativas específicas sobre las capacidades del LRS-B, pero según los indicios, será furtivo, podrá transportar armas nucleares y convencionales y posiblemente podrá operar con o sin piloto.
Northrop Grumman reveló el diseño estructural inicial del avión en un anuncio durante el Super Bowl, sin llegar a destacar características específicas.
Tim Paynter, un portavoz de la compañía, indicó que el avión que se mostró en televisión “representa cualquier aeronave que nuestros clientes nos puedan solicitar que construyamos en el futuro”.
Hablando en términos generales, Deptula señaló que el LRS-B debe tener capacidades de largo alcance, debe ser capaz de transportar una gran carga útil, tener un alto grado de supervivencia, y tener suficiente adaptabilidad como para incorporar la tecnología de sensores y armas que se esté desarrollando.
La capacidad de largo alcance le brinda a la Fuerza Aérea la flexibilidad de responder continuamente a las amenazas alrededor del mundo y de adentrarse en el territorio enemigo para derribar objetivos fijos y móviles que los misiles crucero no podrían alcanzar, explicó Deptula.
La capacidad de transportar una gran carga útil permite que se realicen operaciones con menos aviones y aumenta la capacidad y eficiencia de los períodos de espera, añadió. Las tácticas modernas de sigilo y las capacidades mejoradas de guerra electrónica permitirían que la aeronave ingresara al espacio aéreo del enemigo sin sufrir pérdidas valiosas.
Costo
El misterioso programa Long Range Strike Bomber es el sistema de armas más costoso bajo la solicitud de financiamiento de 17.000 millones de dólares para la investigación, desarrollo, pruebas y evaluación de la Fuerza Aérea para 2016.
La Fuerza Aérea solicitó 1.200 millones de dólares para el programa bajo el presupuesto del Pentágono de 534.000 millones de dólares para 2016 propuesto por el presidente Obama.
Desde 2011, el Pentágono ha dicho que el bombardero LRS-B costará cerca de 550 millones de dólares por avión, por lo que se prevé un precio total de 55.000 millones de dólares para 100 aviones.
Los críticos insisten en que el costo real del LRS-B superará el cálculo inicial de 500 millones de dólares; sin embargo, los funcionarios del Pentágono siguen anunciando públicamente esa cifra.
“Es como si el costo fuera de 550 millones de dólares por copia”, comentó en enero el contralmirante John Kirby, portavoz del Pentágono. “Se trata de un cálculo basado en varias revisiones del programa y no en una única fuente”.
LaPlante reconoció que el costo objetivo del LRS-B ha aumentado debido a la inflación, ya que el cálculo inicial se hizo en 2010, y afirmó que “55 dólares en 2010 son 57 o 58 dólares de hoy en día. Eso lo sabemos. Pero lo pusimos como requisito… construir 100 aviones tendrá un costo de 550 millones cada uno. Lo que eso hace es que impulsa el diseño. La industria tiene que diseñar en base a ese número y vamos a evaluar contra ese número”.
Independientemente del costo exacto, Deptula comenta que el precio no debería ser cuantificado por avión individual, sino dentro del contexto de lo que el sistema del LRS-B podrá lograr en comparación con el costo de llevar a cabo operaciones con aviones menos avanzados y de un alcance más corto.
“¿Cómo no vamos a poder pagarlo?”, dijo, advirtiendo que el no incorporar un sistema de nube de combate en realidad podría exacerbar las demandas presupuestarias.
El Programa de Defensa para los Próximos Años del Pentágono prevé que el presupuesto del LRS-B aumentará a 3.700 millones de dólares para investigación, desarrollo, pruebas y evaluaciones en 2020, lo cual fijará el costo de desarrollo total en aproximadamente 24.000 millones de dólares, según el CSBA.
Si la Fuerza Aérea compra 100 aviones para mediados de la década de 2030, el grupo de investigación calcula que el costo total del programa será de casi 90.000 millones de dólares.
El Centro para la Evaluación Estratégica y Presupuestaria dijo que planificar de manera intencional la mejora de las capacidades del avión con tiempo, también podría reducir por adelantado el impacto por el precio del LRS-B.
“En lugar de comprarlos con todas las funcionalidades deseadas para las misiones cuando salgan por primera vez de la línea de ensamblaje, podría ser posible equipar a los nuevos aviones de combate con los sistemas más esenciales y planificar futuras mejoras por bloques, para seguirle el ritmo a las tecnologías emergentes y a las amenazas como los permisos de financiación”, señaló el grupo en un informe de 2014.