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Por Alexandra Jaffe

(CNN) — ¿Qué hace un líder mundial al que la comunidad internacional rechaza y que tiene tensas relaciones con todas las potencias mundiales para demostrar que aún tiene algunos amigos?

Invitar a los líderes de 26 países, no todos famosos por su democracia o su transparencia, a una celebración grandiosa del 70 aniversario de la Segunda Guerra Mundial e incluir a un líder al que todo el mundo ha aislado: Kim Jong Un, de Corea del Norte.

Al menos esa parece ser la motivación de la celebración de la II Guerra Mundial que organizará el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en abril.

Como lo dijo el experto en Corea del Norte, Nicholas Eberstadt, démosle la bienvenida al líder ruso de la política mundial del “vete al diablo”.

Aunque Putin tiene mucho que ganar en el ámbito diplomático al invitar al líder paria, en general es una invitación por despecho.

“El rencor es una cualidad subestimada en las relaciones internacionales”, dijo. “Rusia básicamente no tenía nada que ganar si jugaba la carta de Kim Jong Un. Fue una especie de política del ‘vete al diablo’”.

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La política de ‘vete al diablo’ de Putin

Esta política en particular se ha presentado desde el año pasado, cuando Rusia empezó a fortalecer sus lazos con Corea del Norte luego de que los países occidentales a los que Estados Unidos encabeza incrementaran su presencia militar en el vecindario de Putin en respuesta a la maniobra del líder de Rusia para anexionarse Crimea.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama; el primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron, y la canciller alemana, Angela Merkel, están boicoteando a Putin por la invasión de Ucrania. Sin embargo, un funcionario ruso dijo el jueves que el notablemente hermético líder del “reino ermitaño” haría su primera visita diplomática oficial en el evento del mes próximo.

La invitación tiene consecuencias prácticas, ya que ambos países podrían obtener dividendos económicos positivos si Rusia fortalece los lazos con Corea del Norte. El “Año de la Amistad” que Rusia proclamó con Corea del Norte contemplará una cooperación económica más sólida entre ambos países, así como acuerdos comerciales y de inversión.

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En teoría, Corea del Norte podría ofrecer a Rusia una ruta comercial útil en algún momento, una ruta para un oleoducto. Rusia oculta que le interesa que Corea del Norte no se vuelva una potencia nuclear y podría tener más influencia tras haber construido una relación más íntima. Putin también ha estado maniobrando para tener un rol más relevante en la esfera asiática en general.

Sin embargo, el simbolismo de la invitación es probablemente igual de importante.

Richard Weitz, experto en Rusia del Instituto Hudson, dijo que la celebración de la Segunda Guerra Mundial tiene como propósito presumir la poca influencia que Putin aún tiene en el escenario internacional.

“Pretende reafirmar el rol mundial de Moscú, dar a entender que Moscú tiene un rol importante, particularmente en Asia”, explicó.

Una alianza con Rusia sería muy provechosa para Corea del Norte, que ansía tener aliados en Naciones Unidas y otro socio económico para equilibrar su dependencia histórica en China.

“Lo que no ha quedado claro es que tanto se comprometerá el Kremlin con esta nueva política de acercamiento a Pyongyang”, señaló Eberstadt.

Poco qué presumir con la amistad entre Rusia y Corea del Norte

Ciertamente es poco lo que se ha materializado. Chris Hill, exembajador de Estados Unidos en Corea del Sur, manifestó sus dudas respecto a que algo se materialice.

“No creo que los rusos estén más emocionados con los norcoreanos que nosotros”, dijo Hill, quien ahora es rector de la Escuela Joseph Korbel de Estudios Internacionales de la Universidad de Denver. “Es su forma de ponernos el dedo en la llaga”.

Estados Unidos ha querido aislar a Corea del Norte por su programa de armas nucleares, por los abusos a los derechos humanos y otras políticas que se contraponen a los intereses estadounidenses en la región. Los líderes de Occidente se han unido a Estados Unidos en su esfuerzo, lo que incluye el incremento de sanciones contra el régimen con la esperanza de presionar al país para que abandone su programa nuclear y mejore las condiciones de sus ciudadanos.

Sin embargo, la invitación de Putin, que eleva a Kim Jong Un y a Corea del Norte al mismo nivel que otros asistentes, tales como Grecia y China, es un rechazo tajante a esa política y es en efecto un intento por socavarla.

A final de cuentas, dijo Weitz, la invitación parece ser el típico teatro estilo Putin, un intento por pulir su ego más que sus relaciones con los gobiernos extranjeros.

“Le gustan estos eventos de alto perfil”, dijo. “Lo hará sentirse bien. Le hará pensar que sigue siendo un líder internacional importante”.

La atención más internacional que Putin recibió recientemente fue a raíz de su misteriosa desaparición por 11 días, misma que provocó especulaciones sensacionalistas de que el líder ruso había ido a visitar a un hijo ilegítimo.

Eberstadt, estudioso del Instituto American Entrerprise, señaló que ahora la atención se centra en la posible visita de Kim Jong Un.

“Esto es más como si dijera: ‘miren aquí, no allá… miren nuestra maravillosa celebración y no analicen por que no estuve durante 11 días’”, dijo.