Por Susan Candiotti, CNN
(CNN) – A Aaron Hernandez se le conoce por su actitud. ¿Debería comportarse de forma distinta cuando enfrenta un juicio por asesinato?
Cuando el que alguna vez fuera la estrella en ascenso de los New England Patriots entra a la corte todos los días con lo que parece ser un aire de confianza —¿o son fanfarronadas?— lo hace desde una sala de espera contigua. Algunos de los oficiales de seguridad de la corte que lo escoltan son tan altos y musculosos como él.
Además de ese característico repicar de su paso, usualmente hay una sonrisa.
El jurado comenzará a deliberar
No han estado ahí tan seguido en el último par de semanas cuando entre los testigos estatales se ha presentado su prometida Shayanna Jenkins y su antiguo jefe Robert Kraft, el propietario de los New England Patriots, quien testificó que Hernández usualmente lo saludaba con un beso y un abrazo.
Palmadas en la espalda y gestos en los que asiente con la cabeza
Siempre llega impecablemente vestido con un traje y corbata que su equipo de defensa le proporcionó; Hernandez examina rápidamente la sala, y usualmente empieza con las filas de asientos que están directamente detrás de él.
La primera fila está reservada para su familia. Algunos días, no llega ninguno de sus familiares. Pero cuando su madre, prometida, hermano y otros amigos asisten, él les guiña el ojo, asiente con la cabeza, se ríe, coquetea con su prometida y les dice cosas como “gracias por venir” y “te amo”.
El asintió con la cabeza y me sonrió dos veces.
No es inusual que sus abogados le den una palmada en la espalda y se le acerquen antes de que inicie la sesión; aparentemente, se muestran tranquilos. Lo han estado representando desde junio de 2013.
Hubo un momento desafortunado. Su madre una vez le pidió permiso a un oficial de la corte para tocar a su hijo media vez el jurado salió de la sala. Tras recibir la autorización, se inclinó sobre el estrado, tomó una de sus manos y la besó.
Las reglas prohíben el contacto. Esto no pasó desapercibido para la familia de la víctima, Odin Lloyd.
Hernandez no evita ver en la dirección donde ellos se encuentran. Él les da un vistazo a los familiares de Lloyd. La madre de Lloyd, Ursula Ward, quien llega a la corte todos los días, parece devolverle la mirada a Hernández sin expresión alguna desde su asiento de siempre, al final de una fila.
Observar a los testigos
Cuando un testigo, un amigo de la secundaria, testifica que Hernandez una vez supuestamente habló de portar una pistola, Hernandez parece fulminarlo con la mirada.
Cuando su prometida sube al estrado y testifica que Hernández le dijo que se deshiciera de una caja que estaba en el sótano el día después del asesinato de Lloyd, tiene la mirada fija en ella. Ella apenas le da un vistazo, pero él sí parece decirle algo mientras pasa al lado de la mesa de la defensa cuando va de salida.
Cuando a Kraft se le pide señalar oficialmente a Hernández en la corte y describir lo que llevaba puesto, veo cómo Hernández observa su camisa y corbata mientras Kraft describe su atuendo.
Cuando el propietario del equipo sale del estrado —el mismo hombre que firmó un contrato con él por 40 millones de dólares en 2012— Hernandez se voltea y ve cómo abandona la sala.
¿Sería esta la última vez en la que él lo vería en persona?
En el último día del testimonio, cuando su defensa termina la presentación del caso, él le sonríe a sus familiares. Pero mientras sale por la puerta esta vez, no ve hacia atrás.