cnnee paton walsh force to marry_00023022.jpg
Obligada a casarse con su violador
03:01 - Fuente: CNN

Por Nick Paton Walsh

(CNN) — Es un desenlace inimaginablemente horrible.

Que te viole el primo de tu esposo; que te encarcelen por adulterio porque quien te atacó era casado; sufrir la ignominia porque el mundo se indignó porque te violaron y encarcelaron; que te perdonen por decreto presidencial, y luego soportar la vergüenza y el rechazo de una sociedad conservadora que de alguna forma te echa la culpa.

¿Cuál es la solución en esta sociedad? Que te cases con quien te atacó.

Eso fue lo que le pasó a Gulnaz, quien tenía apenas 16 años cuando la violaron. Ahora lleva en su vientre al tercer hijo del hombre que la atacó, Asadullah, a quien condenaron a 12 años de prisión, aunque le redujeron la sentencia.

Al igual que gran parte de lo que ocurre en el asediado Afganistán, el mundo perdió de vista el calvario de Gulnaz una vez que la perdonaron y la liberaron gracias a un decreto presidencial. En vez de empezar de nuevo, Gulnaz debió aceptar la ‘solución’ afgana al problema, una clara muestra de la situación de los derechos de las mujeres en Afganistán a pesar de los miles de millones de dólares que el gobierno estadounidense y sus aliados de la OTAN destinaron a este país durante más de una década de guerra.

La ‘rescataron’ de la vergüenza

Encontramos a Gulnaz en la casa de su familia. Smile, la hija nacida de la violación, ahora es una niñita esplendorosa que salta por la casa que su madre comparte con la primera esposa de Asadullah, quien además es prima de Gulnaz.

Asadullah accedió a que habláramos con él y con Gulnaz porque al parecer quería mostrarnos que las cosas se habían arreglado y que había hecho lo correcto según los parámetros morales de la sociedad afgana. Rescató el nombre de Gulnaz de la vergüenza.

“Si no me hubiera casado con ella, según nuestras tradiciones, ella no habría podido volver a vivir en sociedad”, nos dice. “Sus hermanos no querían aceptarla de vuelta. Ahora ella no tiene ninguno de esos problemas”.

Gulnaz se muestra sometida durante nuestra reunión y no mira a su esposo a los ojos ni una sola vez. “No queríamos arruinar la vida de mi hija ni dejarme desvalida, así que accedí a casarme con él”, cuenta. “Somos personas tradicionales. Cuando nuestro nombre se mancha, preferimos morir que vivir con ese nombre en sociedad”.

Mientras Smile intenta servir té, los otros siete niños de la casa corren por el patio. No hay señal de la primera esposa en la casa. El retrato del liberador de Gulnaz, el entonces presidente Hamid Karzai, pende de la pared. Sin embargo, la sensación de orden que reina en el lugar cede ante el hecho de que es una casa construida sobre un crimen.

La presión para casarse

Es necesario explicar cómo fue que Gulnaz terminó aquí. Luego de que la liberaran, la presionaron para que se casara con el hombre que la atacó. Pero al mismo tiempo, otros activistas trataban de ayudarla con una petición de asilo en el extranjero.

“Desafortunadamente, Gulnaz tenía mucha presión para casarse con su atacante por parte de mucha gente del gobierno, lo cual fue en sí inmensamente decepcionante”, nos cuenta su exabogada, una ciudadana estadounidense de nombre Kimberley Motley.

“Le decían constantemente que ni ella ni su hija tendrían protección si no cedía a sus presiones para casarse… Gulnaz esencialmente se volvió prisionera de su entorno. Como era una madre soltera analfabeta, joven, sin respaldo de su familia, habría sido una batalla cuesta arriba para Gulnaz y su hija”.

La presión ganó. La presentaron con su atacante en el refugio en el que CNN la entrevistó por primera vez, cuando la liberaron de prisión. Hablaron y acordaron que se casaría con él.

Lo más perturbador es que la mujer que hace casi cuatro años insistió desafiante en que la habían violado, a pesar de que sabía que quedaría estigmatizada, ahora dice que sus familiares le dijeron que inventara las acusaciones.

“Ahora ella está a mi lado y sabe que no fue tan grave como lo hicieron ver”, dice Asadullah.

“No, ya no pienso en eso”, agrega Gulnaz. “No tengo problema con él ahora y no quiero pensar en los problemas pasados. Mi vida está bien… Estoy feliz con mi vida… sigo adelante”.

Luego le permiten hablar a solas con nosotros. Asadullah se aleja, pero se queda cerca de la puerta de la habitación. Aunque ella ahora sostiene que no la violaron, explica su decisión. Contradice a su esposo y dice que sus hermanos la hubieran recibido si no se hubiera casado con él.

“Mis hermanos se opusieron al matrimonio y me dijeron que mejor me llevara a mi hija a Pakistán a vivir con ellos”, explica. “Pero ahora estamos casados, me desheredaron y no me quieren volver a ver”.

Tomó la decisión por su hija.

“No, no podía satisfacer mis deseos en la vida. Me casé con este hombre; rompí relaciones con mi familia solo para comprar el futuro de mi hija”.

Es ciertamente escalofriante ver cómo le ha ido a Gulnaz luego de la atención internacional que recibió su historia: está embarazada con el tercer hijo del hombre que la violó alguna vez y acepta su vida como segunda esposa, atrapada en su casa.