Kyra Phillips es presentadora/corresponsal de CNN en las unidades de investigación y documentales. Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a la autora.
(CNN)- Hubo una época, no hace mucho tiempo, en la que mi carrera no habría sido posible. Es difícil imaginarlo ahora, pero hasta hace unas cuantas décadas, el periodismo en general era un mundo para hombres.
El National Press Club no permitió que hubiera mujeres entre sus miembros sino hasta 1971, cuando Helen Thomas exitosamente logró ingresar y con el tiempo se convirtió en su primera presidenta. Cokie Roberts recuerda aplicar para empleos en periodismo y constantemente escuchar que no se permitían mujeres.
Yo fui parte del más amplio grupo de mujeres que se iniciaron en el negocio de la transmisión en los años 80, el cual competía contra un sistema compuesto casi en su totalidad de hombres blancos.
Para conservar mi trabajo, sabía que tenía que esforzarme más que la mayoría de los hombres. Estaba dispuesta a sacrificar casi cualquier cosa por mi éxito profesional. Yo quería conquistar el periodismo televisivo, así que rompí muchos corazones y rechacé propuestas de matrimonio porque no podía permitir que una relación interfiriera con mi carrera. Desde luego, tampoco iba a dejar que la maternidad se interpusiera.
No es que no quisiera esas cosas; sí las quería. Es solo que sabía cuáles eran mis objetivos y cuán competitivo era el ámbito en el que me encontraba. Cuando mis colegas pedían salir temprano para recoger a sus hijos, pensaba “¿Qué están haciendo? ¡Lo están arruinando!”
Yo disfrutaba de mi vida intensa y emocionante. CNN me enviaba de un momento a otro a todas partes del mundo para cubrir sucesos fascinantes: un mes en la Antártida donde pude construir un iglú y descender en rappel por glaciares, un recorrido por Iraq como una periodista incorporada al USS Abraham Lincoln, un viaje en un F-14 Tomcat durante una misión de entrenamiento de combate sobre el Golfo Pérsico. Estas son cosas que no podía hacer con una pañalera colgada al hombro.
Imagina mi sorpresa, entonces, cuando empecé a sentir fuertes deseos por tener un hijo. Un poco tarde, y un tanto desafortunado en cuanto al momento, ya que me acababa de divorciar. De pronto me di cuenta de que quería algo más en mi vida. Así que hice lo más razonable que se me ocurrió: le pedí a mi amigo gay más cercano que me diera su esperma.
No se me había ocurrido que los tratamientos de fertilidad no siempre funcionan, o que debería haber hecho algo para prepararme para esta posibilidad mucho antes. Los óvulos de una mujer mayor hacen embriones que son más propensos a ser anormales desde el punto de vista cromosómico, y eso puede significar que no haya embarazo, que se produzca un aborto o que se presenten malformaciones congénitas.
Entonces, ¿qué debe hacer la mujer?
Incluso hace solo algunos años, congelar los óvulos era un procedimiento alternativo… algo que pocas mujeres hacían, en parte porque aún era considerado como un procedimiento experimental. Pero ya no lo es. Se han logrado grandes avances en el procedimiento para congelar los óvulos, y ahora los óvulos congelados son casi tan viables como los frescos, siempre y cuando el especialista en fertilidad sepa lo que está haciendo.
El procedimiento es bastante directo. Toman algunos óvulos de tus ovarios y los almacenan en nitrógeno líquido. Ahí permanecerán en una feliz animación suspendida.
Si no estás lista para tener un bebé en el rango de 20 a 35 años de edad, congelar tus óvulos es una excelente opción para las mujeres que quieren posponer la maternidad. Lo mismo aplica para las mujeres que tienen cáncer y están en riesgo de perder su fertilidad a causa de la cirugía, la quimioterapia y la radiación.
Sin darme cuenta, me había puesto en desventaja al haber esperado tanto. Pero por suerte para mí, la ciencia había avanzado mucho.
La historia que está siendo escrita ahora es acerca de un tipo de igualdad para las mujeres que es totalmente distinta: se trata de darle a la mujer la capacidad de congelar su ADN, detener la marcha de ese reloj biológico y evitar apresurarse a un embarazo por el proceso de envejecimiento del cuerpo.
Esto ayuda a nivelar el campo de juego en el trabajo. Las mujeres pueden retrasar el hecho de tener un hijo y ya no tienen que decirle “no” a ese ascenso. No tienen que casarse con el primer príncipe azul fraudulento que se presente con la esperanza de quedar embarazada antes de que sus óvulos estén cubiertos de telarañas.
Una mujer puede ser igual de competitiva que el hombre que quiere obtener ese trabajo, aumento, posición de poder o bonificación, mientras no tiene que tomar un desvío hacia la maternidad que posiblemente perjudique su carrera.
Después de que mi esposo y yo tuvimos a nuestros gemelos, entendí ese abrumador amor del que los padres hablan, y estoy tan agradecida por no haberme perdido esa oportunidad. Junto con mi médico especialista en fertilidad, escribí The Whole Life Fertility Plan para empoderar a las mujeres y demostrarles que ahora hay cosas que pueden hacer en todas las edades para preservar su fertilidad; congelar los óvulos es una de ellas.
Cabe mencionar que el costo promedio del procedimiento para congelar los óvulos es de más o menos 10.000 dólares. El almacenamiento anual cuesta alrededor de 1.000 dólares, donde el primer año por lo general es gratis. Cuando se utilizan los óvulos, hay costos adicionales involucrados. La buena noticia es que más y más compañías ahora pagan por ello, entre ellas Citigroup, Apple, JP Morgan Case y Facebook. Algunos padres incluso se lo dan a sus hijas como regalo de cumpleaños o graduación.
Aquí vemos el feminismo en su máxima expresión: defender la igualdad… y aplazar el embarazo. Solo te apuesto que si June Cleaver, Lucille Ball y Margaret Anderson hubieran tenido la oportunidad de congelar sus óvulos, Ward, Desi y Jim tendrían que haber preparado sus propios cócteles y pastel de carne porque las mujeres habrían estado trabajando en sus carreras.