El pasado 1 de mayo el mundo celebró el Día Internacional de los Trabajadores. Conocida también como “Primero de Mayo”, esta fiesta ha sido utilizada por movimientos obreros para realizar diferentes reivindicaciones sociales a favor de las clases trabajadoras del siglo XIX y XX. En pleno siglo XXI, la mayoría de la población desempeña un trabajo o función dentro de la sociedad, sin estar por ello ligado a ningún estrato social determinado.
Según datos estadísticos oficiales, en algunos países las jornadas laborales son más intensas que en otros. Pero por más horas que estemos sentados delante del ordenador de la oficina, ¿somos realmente productivos en nuestro trabajo?
En el sector empresarial existe una creencia generalizada que traduce el número de horas que pasemos en la oficina con nuestra capacidad de trabajo y nuestra productividad dentro de la empresa. Esta manera de concebir la jornada laboral hace que dediquemos fuerzas innecesarias, desatendamos otras facetas de nuestra vida o malgastemos de forma inútil nuestro tiempo. A largo plazo, esto puede acarrear una serie de consecuencias negativas en nuestra salud, traduciéndose en problemas cardiovasculares, insomnio, estrés o depresión.
Según los especialistas de la Clínica Universidad de Navarra, podemos aprovechar al máximo el tiempo si ponemos en práctica estos 5 hábitos en nuestro trabajo:
- Prepara la jornada la noche anterior y duerme 8 horas: adelantarse a los problemas e ir con un mapa mental de los objetivos y tareas, te ahorrará tiempo y podrás visualizar mejor el resultado final de la jornada. Se trata de establecer prioridades y clasificar lo que es urgente e importante de lo que no. Empieza primero por lo más fácil y aplica la regla de 80/20: ¿qué 20% de tu trabajo produce el 80% de tus resultados? Si estás muy cansando para planificarte, puedes grabarlo en una nota de voz del móvil para ir escuchándolo al día siguiente de camino al trabajo.
- Desayuna siempre: Se trata de la comida más importante del día ya que de ella obtenemos toda la energía que vamos a emplear a lo largo de la mañana. Procura que sea variado (hidratos de carbono, fruta, leche) y evita la bollería industrial. Está comprobado que las personas que acuden al trabajo en ayunas no rinden y acaban teniendo problemas de sobrepeso por estar picando entre horas.
- Limita el uso de las tecnologías: a no ser que resulte fundamental para desempeñar tu trabajo, limita el uso del teléfono particular poniéndolo en silencio y quitándolo de la vista. Muchos mensajes o whatsapps no son urgentes y nos distraen de las tareas, lo que hace que nos cueste más retomarlas. Evita también estar consultando las noticias o buscar información por internet que no sea relevante para tu trabajo. En cuanto al uso del ordenador, aprende atajos en el teclado que te ahorran tiempo de busqueda.
- Levántate de la silla cada dos horas: para evitar la vista cansada, los problemas de circulación o, simplemente, para buscar momentos de descanso: da pequeños paseos por la oficina o sube y baja escaleras. Esto te mantendrá activo mientras aprovechas para descansar la mente.
- Aprovecha el parón para comer: si tienes que quedarte en la oficina a comer, ¿cuánto tiempo tardas realmente en hacerlo? Podemos aprovechar esas dos horas “muertas” para salir hacer ejercicio. Correr 30 minutos y comer después puede ser una manera de mantenernos en forma y controlar la ansiedad. El ejercicio no sólo nos ayuda a liberar toxinas, sino que también nos ayuda a oxigenar nuestro cerebro para poder estar más activos al final del día.
Este artículo se publicó originalmente en el blog de la Clínica Universidad de Navarra