Adrianne Haslet-Davis ha ocupado los últimos 25 meses en recuperarse de las heridas y a pesar de que perdió una pierna, ha vuelto a bailar (CNN).

Adrianne Haslet-Davis, una bailarina de salón, y su esposo, un comandante de la Fuerza Aérea, Adam Davis, resultaron heridos en los atentados de la maratón de Boston. Las opiniones expresadas en este comentario son las de ella.

(CNN) – Mi teléfono vibró. Mi amigo envió un mensaje de texto donde decía: “Ya viene”. Hicimos un trato: si uno de nosotros se enteraba primero, le diría al otro. Yo estaba en casa. Sola.

Pronunciaron el veredicto. Veinticinco meses hasta la fecha, casi hasta el minuto exacto, desde el momento en que Boylston Street cambió para siempre. Se tomaron vidas inocentes. Sin importar la edad, todos eran el hijo de alguien, el mejor amigo de alguien, la pareja de alguien. Veo fotos pasar rápidamente en la pantalla de las vidas que se perdieron, las familias a las que he llegado a conocer y a querer con todo mi corazón, personas que han llorado sobre el hombro del otro y las que han dado innumerables abrazos desde ese horrible día.

Cuando veo la pantalla de la televisión, abrazo firmemente a mi gato como una niña que busca consuelo, retrocedo hasta ese día. Yo estaba tirada en un charco de sangre junto a mi héroe, sin estar segura si él, o yo, estábamos vivos o muertos.

De vuelta al presente, leían el veredicto y yo no entendía parte de la jerga legal. Le grito a la televisión, mi gato sale corriendo hacia la otra habitación, y me deja sola. Abrazo mis piernas, siento mi prótesis y empiezo a llorar. Finalmente aquí estamos, me digo a mí misma. Prepárate para el impacto.

Si padeces trastorno por estrés postraumático (TEPT) aprendes a prepararte para el impacto en cualquier momento: el sonido del escape de un auto, el estallido de un globo o fuegos artificiales aleatorios para una fiesta de graduación. Gracias al hombre que considero como el terapeuta más grandioso del mundo, he logrado ser más fuerte. No mejor, pero más fuerte.

Sin embargo, en este momento solo hay una cosa que deseo más que la noticia del veredicto. Quiero a mi esposo. Se ha ido para recibir tratamiento para el TEPT en relación con el atentado y con su despliegue en Afganistán hasta que los médicos consideren que está saludable y lo suficientemente estable como para volver a casa. A partir de ahora, escuchamos que podrían ser meses.

Él no entrará caminando por la puerta en este momento. Así que aquí estoy leyendo la pantalla de la televisión mientras el presentador informa acerca de las consecuencias para una vida. La vida de alguien que, estoy segura, conocía cuáles serían los resultados mucho antes de que hiciera lo que hizo. Las acciones tienen consecuencias. Él sabía lo que estaba haciendo. (No escribí una historia de impacto como víctima para el tribunal puesto que siento que él no merece ni un minuto más de mi tiempo, y nada de lo que yo diga puede hacer que él diga algo que pueda beneficiar mi la salud mental o física o la de mi familia).

Existe una razón por la que tenemos un sistema de justicia. Esta es precisamente esa razón.

‘No puedo creer que esta sea mi vida’

Leen más consecuencias, continúo escuchando la frase “en todos los cargos”. En este momento, me hubiera gustado haber asistido a la escuela de leyes; quiero tener la guía Cliffs Notes. ¿Qué significa cuando dicen casi todos los miembros del jurado? Todo lo que quiero escuchar es que será condenado a muerte por más de un cargo. Estoy escuchando en espera de esa frase exacta.

Dejo de prestar atención cuando el reportero hace una pausa para que le ingrese más información. No puedo creer que esta sea mi vida. Nunca pensé que estaría en esta posición. Perdí a un miembro de mi familia, a mi madre biológica, a manos de un asesino en serie y ahora aquí estoy, casi la misma imagen de la misma situación unas cuantas décadas después. Solo que ahora se trata del asesinato de mi pie izquierdo. Es el asesinato de la forma en que solía ser mi matrimonio. Es el asesinato del sueño que tuve desde que tenía 4 años, en el que quería crecer y convertirme en Ginger Rogers.

Como esposa de un militar, he aprendido que es normal estar lejos de mi familia y del sistema de apoyo que incluye a mis amigos que se quedaron en casa, en Seattle. Lo que se siente al hacer esa llamada a mamá y a papá después de haber sido víctima de una explosión por el ataque de un terrorista. El hecho de sentir que te estás muriendo y temes que su yerno esté muerto. Decirles lo siguiente: por favor, díganle a sus padres, eso tendrías que hacerlo tú y no un agente de la policía.

Afortunadamente, cuando llamaron, los padres de Adam acababan de saber por medio de alguien que él estaba gravemente herido, que perdía sangre rápidamente pero que había logrado llegar al hospital. Gracias a Dios. Sin embargo, yo no sabría eso durante un largo tiempo en el que sentía que agonizaba.

Muerte.

Pasa delante de mí en la pantalla y me golpea como si me hubieran atestado un puñetazo directo en el estómago. Pensé que quería esto… y ahora… Ahora me echo a llorar a gritos. Jadeante, busco a mis gatos para sostenerlos. Ellos no quieren ser parte de esto. Logro tranquilizarme y me pregunto ¿por qué me siento de esta manera? ¿Acaso no era esto lo que quería? Esta es solo una parte de la montaña rusa emocional que es el TEPT. Estoy abrumada y, sin embargo, calmada, todo a la vez.

Suena el teléfono. Es Adam. Hablamos brevemente; él está molesto porque no logra obtener más información mientras lo están tratando. Intento decirle todo lo que sé y nos cortan la llamada. No me puedo imaginar lo que se siente no tener un teléfono celular y que te limiten el ver televisión y hablar por teléfono en un momento como este. Todo mi cuerpo sufre la tristeza que él siente al estar lejos.

‘Las mamás siempre lo dicen mejor’

Una vez más, la pantalla muestra una foto de él y las palabras PENA DE MUERTE en mayúsculas. Grito, sin llorar, y llamo a mis padres. Mi madre contesta. “¡Mamá! ¡Mamá! ¡Es pena de muerte! ¡Lo sentenciaron a pena de muerte por más de un cargo!”

Hace una pausa, ambas sabemos que si bien podríamos no estar de acuerdo con la pena de muerte, siempre nos apoyamos la una a la otra. “Adrianne, me alegra mucho que encuentres un poco de consuelo en esto. Lo único que quiero, lo que siempre he querido, es que estés en paz. Si esto te trae siquiera un poco de paz, estoy feliz por ti. Te amo mucho y simplemente estoy feliz porque Adam y tú estén con vida y porque ese monstruo se haya ido. Eres una luchadora, por todo lo que has pasado en tu vida, eres más valiente que cualquier persona que he conocido, cariño. Ojalá estuviera ahí para darte un abrazo y un beso”.

Las mamás siempre dicen las cosas de la mejor manera y la mía no es la excepción. Crecimos con la siguiente frase: “Podría ser que no siempre estemos de acuerdo con lo que dices, pero lucharemos hasta la muerte por tu derecho a decirlo”.

La sensación de salir de una montaña rusa emocional es indescriptible. Nos hemos preparado para este día durante 25 meses, y ahora se ha terminado. Todos sabemos el resultado. Esperemos que los miembros del jurado puedan dormir mejor y reanudar sus vidas. El equipo de la fiscalía y los agentes del FBI increíblemente dedicados a quienes llegamos a conocer pueden ir a casa y disfrutar de un merecido descanso luego de su laborioso trabajo durante 25 meses para que se hiciera justicia.

Nuestra familia de Boylston Street puede seguir adelante con sus vidas. Ayudaremos e inspiraremos a muchos, con obras benéficas, trabajos voluntarios y al retribuirle a la ciudad para un día demostrarle a Boston cuánto nos ha dado la ciudad, su gente y su espíritu.

Mi esposo y yo ahora vemos hacia el futuro. Él contará más sobre su historia luego de que se tome el tiempo que necesita para sanar y cuando esté en casa. Es él quien debe contar su historia, y quiere hacerlo, con la esperanza de ayudar a otros para borrar el estigma de obtener la ayuda mental adecuada que tantas personas en este país necesitan.

Vivir con una nueva normalidad

Prosigo con mi trabajo como voluntaria y viajo a eventos de recaudación de fondos con Limbs for Life, una organización que le brinda extremidades a quienes han sufrido una amputación de piernas y que de otra forma no podrían pagarlas. Trabajo como voluntaria con el USO y con las familias militares a lo largo de Nueva Inglaterra, quienes se enfrentan al hecho de que sus cónyuges sean desplegados, a bombardeos al lado del camino y a la necesidad de recibir consejería en relación a los cuidadores.

Hace más o menos seis meses empecé un grupo llamado “Sister Legs”, el cual reúne a quienes han sufrido una amputación traumática repentina y a otros que han perdido extremidades con amputados que ya llevan mucho tiempo en esa condición. Recibo llamadas de un hospital de Boston a todas horas para que me siente con los pacientes y hable con los familiares acerca de qué pueden esperar. También los acompaño a sus citas relacionadas con sus prótesis, ya que es un territorio tan desconocido para ellos.

El objetivo de mi equipo es ampliar esto más allá del área de Boston, para que todas las mujeres que han sufrido una amputación tengan a un miembro de “Sister Legs” a quien puedan llamar en medio de la noche y responder a las difíciles preguntas que solo las mujeres y quienes han sufrido una amputación entienden.

Sigo bailando casi todos los días, me presento y doy charlas regularmente en todo el país y más allá. Estoy preparando un baile para un próximo evento el otro año que estoy ansiosa por compartir. Me ha mantenido enfocada en lo bueno.

Recientemente, hablé con los miembros del Congreso en nombre de la Asociación Americana de Prótesis y Órtesis con la Coalición de Amputados para Mobility Saves. Mobility Saves le ha demostrado a Medicare que brindar cobertura para las prótesis salva vidas y ahorra dinero. Fue un honor y un privilegio hablarle a miembros del Congreso y a sus asesores.

Algunos estados, por ley, solo proporcionan una pierna por vida. Esto tiene que cambiar y estoy ansiosa por volver al Congreso regularmente hasta que así sea. Existen tantas causas que necesitan apoyo de las que no tenía ni idea hasta que esto sucedió. Tengo el privilegio de ser invitada a ayudar a que estos equipos hagan una diferencia.

“¡Esto debe darles cierre a ti y a Adam!”, escucho que las personas me dicen. Sonrío por dentro y digo que simplemente es una página de nuestra nueva normalidad.

Por ahora, me alegra que el juicio, el capítulo más largo hasta ahora, se haya cerrado.