San Salvador (CNN Español) – Cada vez más turistas extranjeros visitan la tumba del obispo mártir Oscar Arnulfo Romero y la capilla donde fue asesinado en 1980.
Su beatificación, programada para este sábado 23 de mayo, ha despertado la curiosidad por conocer más sobre su vida y obra, y por eso acuden a los lugares más emblemáticos por los que pasó.
Blanca Cruz es una de tantas personas que llegan a la tumba del obispo, ubicada en la Catedral Metropolitana, en el centro histórico de la capital salvadoreña. Llegó junto a sus familiares desde el departamento de Santa Ana, a 62 kilómetros de San Salvador, para agradecer a Romero lo que ella considera un milagro.
“Fui sometida a una operación y le pedí que me ayudara a salir bien… y mire aquí estoy”, dice la mujer, que lamentó no poder quedarse para la ceremonia de beatificación porque estará fuera del país.
“Para mí es un santo y estoy encantada que por fin se realizó lo que ya hace tiempo hubiéramos hecho, pero por muchas causas no se lograba. Pero para mí él es un santo”, agregó.
La capilla donde fue asesinado
Otro de los sitios que forman parte de la ruta, creada por el Ministerio de Turismo en 2012, es la capilla del hospital de la Divina Providencia, donde fue asesinado cuando oficiaba una misa por un francotirador el 24 de marzo de 1980. Según el informe de la Comisión de la Verdad, el crimen fue ordenado por el mayor Roberto d’Aubuisson, fundador del partido ARENA.
El Centro Monseñor Romero, a pocas cuadras de la capilla, fue creado en la casa de habitación del arzobispo y ahí se muestran al público muchas de sus pertenencias, entre ellas la ropa que usaba el día de su muerte. Esta será expuesta durante la ceremonia de beatificación, el sábado, en la céntrica plaza al Divino Salvador del Mundo.
Elvia Peñate, es una de las encargadas de explicar lo que hay ahí a quienes recorren las instalaciones y que para muchos tiene un valor histórico incalculable.
“En ese momento no se podía tener nada, entonces las hermanas las guardaron en sus cuartos, en sus closets para poder ahora tenerlas abiertas y vistas al público que viene”, explica.
En ese lugar, hay diferentes placas con los nombres y agradecimientos de personas por lo que consideran “milagros” atribuidos a Romero. “El ya es un santo”, afirma Blanca Cruz, un sentimiento que comparten muchos salvadoreños.
La otra cara de Romero
El Museo de la Palabra y la Imagen también forma parte de la ruta “Monseñor Romero”. Quienes visitan este lugar encuentran una exposición de fotografías tomadas por el propio Romero y otras con las que documentaba sus viajes, entre ellos los del Vaticano.
De esas fotos nadie sabía hasta hace unos años, cuando una amiga de Romero llegó a entregar al museo una caja. “En su interior había cerca de 400 diapositivas con fotos de Romero”, recuerda Carlos Consalvi, director del museo.
La mujer había conservado por muchos años la caja, según relata Consalvi, porque Romero se la entregó para que la guardara, días antes de su muerte.
“Ellos eran amigos. Romero llegaba donde ella a comer. Le gustaba cómo preparaba la comida”, explica Consalvi.
El museo logró recuperar las diapositivas y obtener las fotografías que ahora forman parte de una presentación que ha cruzado fronteras.
“El Gobierno a través de cancillería ha llevado copias a diferentes países”, dice complacido Consalvi. “La caja fue una cápsula de tiempo que nos permitió ver a un arzobispo joven, cercano a las comunidades, cercano a los campesinos”, agrega.
Además, el museo ha elaborado un libro con las fotografías y frases más emblemáticas de Romero.