Jay Z y Beyoncé asisten a una gala de beneficio en el Museo Metropolitano de Arte en la ciudad de Nueva York el pasado 4 de mayo (Getty Images).

Nota del editor: Brian C. Bush es un colaborador con theGrio.com y trabaja para el Tennessee Journal of Race, Gender & Social Justice. Síguelo en Twitter @BrianCB. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las del autor.

(CNN) – La primera familia de la música, el señor y la señora Shawn “Jay Z” Carter —es decir, Jay Z y Beyoncé— han tenido una racha bastante filantrópica, con lo que han borrado la distinción entre un artista y un santo.

Informes recientes —con base en tuits del autor, cineasta y organizador de protestas Dream Hampton— sugieren que la pareja podría haber pagado “decenas de miles” de dólares en dinero de fianzas por las personas que fueron arrestadas mientras protestaban por el patrón de brutalidad policial en Baltimore, especialmente en el caso del asesinato de Freddie Gray a mediados de abril. Además, los dos podrían haber dado fondos para ayudar a ampliar la campaña “Black Lives Matter”, diseñada para llamar la atención sobre la difícil situación de los estadounidenses negros.

La generosidad incluso se ha ampliado al extranjero. Recientemente, Beyoncé hizo una visita a Haití para reunirse con los ciudadanos afectados por el devastador terremoto de 2010. Fotografías del viaje muestran a la cantante con una sonrisa mientras posa con trabajadores de asistencia, recorre las comunidades y reparte libros de colorear a niños en la ciudad capital de Puerto Príncipe.

En breve, la pareja que más arduamente trabaja en la industria del entretenimiento sin duda ha enfocado sus esfuerzos recientes en retribuirle a las personas.

Pero mientras mi reacción inicial como fan es aplaudir los gestos como actos admirables de caridad por parte de multimillonarios colectivos, el cínico dentro de mí se pregunta acerca del momento en el que están ocurriendo las cosas: ¿es genuina la serie de activismo social? ¿O se trata simplemente de un intento por mantener a flote el servicio de streaming de Jay-Z, Tidal, el cual se encuentra en problemas, con la esperanza de que darle generosidad al público producirá fieles a Tidal en el futuro?

Sin lugar a dudas, no podemos saber qué hay en el corazón de la pareja, pero para este momento, los problemas de Tidal ya son bien conocidos. El servicio que funciona solo con suscripciones no ha producido más que un golpe resonante desde su lanzamiento en marzo.

Solo dos semanas después de encontrar un lugar en el ránking de las “20 principales descargas” del iPhone en Estados Unidos, Tidal salió de los rankings de los 700 principales; recientemente subió a una clasificación actual en la posición no. 36 en general… aún se encuentra 24 lugares detrás de su competidor más importante, Spotify.

Me siento tan impresionado como cualquier otra persona al descubrir que todo lo que toca la pareja no se convierte en oro inmediatamente, pero son precisamente las dificultades de la compañía las que hacen que el altruismo de la pareja se vea un tanto más sospechoso.

Dos razones: la primera es que en el transcurso de los años, Jay Z ha sido acusado por muchos de ser reacio a involucrarse en problemas sociales; en particular en un ataque por el ícono de los derechos civiles Harry Belafonte.

Durante una entrevista de 2012, Belafonte se dirigió a Carter y acusó al artista de no adoptar su papel como líder social al decir lo siguiente: “… creo que uno de los más grandes abusos de la época moderna es que deberíamos haber tenido artistas de tan alto perfil y celebridades poderosas. Pero ellos le han dado la espalda a la responsabilidad social. Eso va para Jay-Z y Beyoncé, por ejemplo. Menciona a Bruce Springsteen, y sé a qué te refieres. Realmente creo que él es negro”.

Para responder al desaire, Jay Z dificultosamente dijo lo siguiente, entre otras cosas: “Me siento ofendido por eso porque primero que nada, y esto va a sonar arrogante, pero mi presencia es caridad. Solo quien soy. Al igual que con Obama. Obama brinda esperanza”.

La expresión de Carter fue pretensiosa, sí, pero resulta que creo que ambos podrían haber dejado en claro sus puntos de manera más respetuosa. Aun así, estoy de acuerdo con Belafonte… en parte.

Carter no adopta del todo su papel como líder social; pocos hombres de su estatura lo hacen. En cambio, al igual que los hábiles boxeadores o los políticos con experiencia, los hombres como Carter tienden solamente a involucrarse en situaciones en las que seguramente obtendrán éxito a nivel personal.

Eso se traduciría en solo asumir un papel como “activista” cuando hacerlo es una decisión segura desde el punto de vista político que no amenaza el balance (y con suerte, lo mejora). Pocas personas en la historia han acumulado una fortuna multimillonaria al separar partes de su base de consumidores.

La segunda causa de duda fueron las críticas públicas generalizadas del evento de lanzamiento de Tidal, un despliegue nauseabundo de hasta 10 millonarios que se sentaron en un escenario y declararon, en esencia, que simplemente no les pagan lo suficiente.

Entonces, ¿cuál es la mejor forma de cambiar la percepción del público de una compañía que parece exclusivamente diseñada para ayudar a que los ricos se hagan más ricos? Retribúyele a la comunidad. ¿Quién puede refunfuñar con toda la razón cuando el jefe está haciendo tanto bien en las comunidades con el dinero que ha acumulado en el transcurso de los años?

Esto no quiere decir que Jay Z y Beyoncé no hayan sido caritativos antes; Jay Z maneja un fondo de becas, el Shawn Carter Scholarship Foundation, por ejemplo. Y en diciembre del año pasado, él fue en parte el responsable de imprimir las camisetas con la leyenda “I Can’t Breathe” (No puedo respirar) que los jugadores de la NBA se pusieron a modo de protesta por la muerte de Eric Garner.

Sería agradable pensar que todo esto es genuino, que Jay Z y Beyoncé han alcanzado un nivel de éxito que les permite tomar posturas audaces sin el temor a las repercusiones.

Sin embargo, de manera realista, no puedo dudar de la sagacidad y previsión en los negocios de un hombre que pasó del complejo Marcy Projects en Brooklyn a ser un invitado regular y amigo del presidente. Esperemos ver más de esta nueva generosidad, sin importar cómo le vaya a Tidal.

Al menos la pareja está haciendo algo, ¿cierto?