Raúl A. Reyes es abogado y miembro de la junta de colaboradores de USA Today. Síguelo en Twitter @RaulAReyes. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.
(CNN) – La semana pasada, The Guardian llevó a cabo un estudio aleccionador de los asesinatos de latinos a manos de la policía. Sus reporteros investigaron el caso de Amílcar Pérez López de 20 años de edad, un inmigrante indocumentado de Guatemala a quienes dos policías de San Francisco, vestidos de civiles, mataron a tiros el 26 de febrero. Los policías afirman que Pérez López los atacó con un cuchillo, mientras que los reporteros de The Guardian y otros testimonios presenciales indican que el joven estaba huyendo de los agentes cuando le dispararon.
Aunque los detalles que rodean la muerte de Pérez López continúan en disputa, la realidad es que los asesinatos de latinos a manos de la policía parecen ocurrir sin un contexto. Estos no tienden a generar una indignación generalizada entre el público ni parecen llamar la atención de la cobertura de los medios de comunicación nacionales regularmente. A pesar de que el público aparentemente lo desconoce, tales asesinatos no dejan de suceder. Así que la pregunta es: ¿acaso importan las vidas de los latinos?
El uso de la fuerza letal por parte de la policía es un problema frecuente en las comunidades latinas. El año pasado, el Centro de Justicia Juvenil y Criminal observó que la cifra de víctimas latinas por asesinato a manos de la policía era de un 30% por encima del promedio y 1,9 veces mayor que la proporción de víctimas de raza blanca. The Guardian también descubrió que el 25% de los latinos que fueron asesinados por la policía estaban desarmados.
El miedo a la policía entre los hispanos también es un problema. La Fundación W.K. Kellog reportó en noviembre que al 68% de los latinos les preocupaba que los agentes de la policía usaran fuerza excesiva contra ellos.
Sin embargo, los asesinatos de latinos a manos de la policía rara vez resuenan entre el público en general. El 10 de febrero, tres agentes de la policía dispararon 17 veces contra Antonio Zambrano-Montes, de 35 años de edad, de Pasco, Washington —dos de esas balas lo alcanzaron— luego de que al parecer lanzara piedras al tráfico y a la policía. La policía dijo que dispararon contra Zambrano luego de que no atendiera sus órdenes verbales y que dos oficiales fueran golpeados con piedras.
La muerte de Zambrano inicialmente provocó que las agencias de noticias desde The Seattle Times hasta Fusion y The New York Times hicieran una comparación con el asesinato de Michael Brown, de Ferguson, Misuri. Al igual que Ferguson, Pasco es una ciudad de mayorías y minorías, con una población hispana en un 56%, de acuerdo con datos del censo de 2010.
Algunos testigos incluso grabaron la muerte de Zambrano en video; una grabación del asesinato tiene más de 2 millones de visitas en YouTube. Aun así, posiblemente la mayoría de las personas nunca ha oído hablar de Zambrano. ¿Cómo podría la gente sentirse indignada por un caso que pocos de nosotros conocemos?
La falta de atención por parte de los medios en relación a la muerte de Zambrano es especialmente preocupante si tomamos en cuenta las consecuencias de la muerte de Walter Scott, de 50 años de edad, en Carolina del Sur, y de Freddie Gray, de 25 años de edad, en Baltimore. Ambos murieron a manos de las fuerzas policiales luego del caso de Zambrano —4 de abril y 19 de abril, respectivamente—, pero a diferencia de él, sus nombres se han convertido en símbolos nacionales de la brutalidad policial. Los agentes involucrados en sus respectivos casos ya han sido despedidos o suspendidos y acusados de un delito. Mientras tanto, casi cuatro meses después, los latinos en Pasco aún están a la espera de un informe sobre la muerte de Zambrano.
Tristemente, Zambrano representa solo uno de los muchos casos de asesinatos que la policía ha perpetrado contra los latinos. Rubén García Villalpando, de 31 años de edad, estaba desarmado cuando un agente de la policía de Grapevine, Texas, le disparó dos veces en el pecho en Euless, Texas, el 20 de febrero. El 26 de enero al parecer dos agentes de la policía también mataron a Jessica Hernández, de 17 años y desarmada, en Denver. “A pesar de que la prensa nacional tenía noción de estos tres casos, ninguno de ellos recibió mayor cobertura”, señaló The Guardian.
No es fácil precisar por qué los asesinatos de los latinos a manos de la policía no atraen más la atención de los medios de comunicación. Un posible factor es que nuestro país está acostumbrado a pensar en la brutalidad policial en términos de una narrativa de un negro frente a un blanco, lo cual deja fuera a los latinos. Quizás las agencias de noticias ven un apellido hispano y creen que deben dejarle la historia a Univisión o Telemundo. O quizá cuando las víctimas son inmigrantes o indocumentados, es más fácil pasarlos por alto.
Ninguna de estas posibilidades son razones válidas para aceptar el status quo. El informe que The Guardian hizo sobre la muerte de Pérez-López es oportuno y necesario. Sin la cobertura consistente de los medios de comunicación en relación a los asesinatos perpetrados por la policía contra los latinos, existe poca presión sobre las autoridades locales para que asuman responsabilidad.
Claro, algunas de estas situaciones podrían no ser lo suficientemente claras: problemas de salud mental de la víctima, un presunto abuso de sustancias o el estatus migratorio podrían complicar un caso. Por eso es de vital importancia conocer los detalles de lo ocurrido… así la policía puede revisar sus políticas y procedimientos en torno al uso de la fuerza letal. Incluso en los casos en que una persona sea indocumentada, él o ella aún merecen un debido proceso y justicia según la ley. El hecho de que creemos en el principio de presunción de inocencia y en el principio de que todos los hombres son creados iguales, no exige menos.
Los hispanos merecen vivir y trabajar en comunidades donde la policía los trate con justicia y respeto. Las vidas de los latinos en realidad importan… y deben importar tanto como las de otros estadounidenses.