Australia recolectó y destruyó más de un millón de armas de fuego.

(CNN)– No tiene que ser de esta manera, dijo el presidente Barack Obama.

“En algún momento, nosotros como país tendremos que considerar el hecho de que este tipo de violencia masiva no ocurre en otros países avanzados. Eso no sucede en otros lugares con esta frecuencia. Está en nuestro poder hacer algo al respecto”.

Estados Unidos ha sido sacudido por múltiples tiroteos masivos de alto perfil en los últimos años: una escuela primaria en Connecticut, un cine en Colorado, dos distintos incidentes en Fort Hood, Texas y, ahora, el tiroteo en la iglesia de Charleston, Carolina del Sur.

¿Se puede hacer algo al respecto?

Australia —un país que hasta cierto punto comparte la mentalidad del Lejano Oeste de Estados Unidos e historia como parte del imperio británico— implementó medidas radicales de control de armas de fuego que han sido exitosas por casi dos décadas. Así que, en teoría, eso es posible, pero “el poder para hacer algo al respecto” en Estados Unidos está limitado por factores que están profundamente arraigados en su cultura y basados en su constitución.

Cualquier cambio a la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos (“… el derecho a portar armas no debe ser infringido”) a la larga requeriría la aprobación de las tres cuartas partes (38) de los estados… dejando de lado el obstáculo político de que el Congreso siquiera propusiera tal medida. La Asociación Nacional del Rifle, con más de 5 millones de miembros y un poderoso brazo de cabildeo en Washington, refleja que existe un inmenso grupo de interés en un país donde existe casi la misma cantidad de armas de fuego (más de 300 millones de dólares) que personas.

¿Qué pasó en Australia?

La violencia con armas de fuego era fuerte. Una década de masacres con armas de fuego cobraron la vida de más de 100 personas. La gota que colmó el vaso fue un incidente que ocurrió en un popular lugar turístico en Port Arthur, Tasmania, en abril de 1996, cuando un solo pistolero mató a 20 personas con sus primeras 29 balas, todo en el espacio de 90 segundos. Este “patético inadaptado social”, para citar al juez del caso, alcanzó una cifra final de 35 personas muertas y 18 gravemente heridas al disparar un rifle semiautomático estilo militar.

¿Qué sucedió después?

Solo 12 días después de los tiroteos, en el primer acto importante de liderazgo de John Howard y por mucho el más popular en su primer año como Primer Ministro, su gobierno anunció una reforma a la ley de armas a nivel nacional.

Una legislación uniforme acordada por todos los estados y territorios —el gobierno nacional no tiene control sobre la posesión de armas o su uso— específicamente abordaba los tiroteos masivos: los rifles de acción rápida y las escopetas fueron prohibidas, las autorizaciones para las licencias de armas se hicieron más rígidas y el resto de armas de fuego fueron registradas según las normas nacionales uniformes.

¿Cómo lo hizo Australia?

En dos recompras de armas financiadas por el gobierno federal —además de entregas voluntarias a gran escala en todo el país y amnistías de armas a nivel estatal, tanto antes como después del incidente de Port Arthur— Australia recolectó y destruyó más de un millón de armas de fuego, quizás un tercio de la existencias a nivel nacional, según el profesor Philip Alpers de la Universidad de Sydney, quien es editor de gunpolicy.org. Ninguna otra nación había intentado algo de esa magnitud. El gobierno nacional también prohibió la importación de nuevas armas automáticas y semiautomáticas. Y la recompra fue pagada por un impuesto especial único que se les impuso a todos los australianos.

¿Cuál fue el resultado político?

Eso no ocurrió sin que le representara un costo a John Howard. Los grupos de interés político entre su base conservadora le hicieron la vida imposible y el movimiento enfrentó una fuerte resistencia por parte de algunas personas de las zonas rurales. El socio de la coalición de su partido de esas áreas sufrió en las elecciones siguientes. Pero la mayoría de los australianos, conmocionados por el asesinato masivo, respaldó la acción. Y funcionó. Es muy poco común que ocurran múltiples homicidios con arma de fuego, ninguno ha sido en lo más mínimo tan sangriento y aleatorio como la masacre de Port Arthur; además, en ninguno de estos homicidios se ha usado el tipo de armas que se prohibió importar.

¿Qué ocurrió exactamente con los homicidios y asesinatos masivos?

En los años posteriores a la masacre de Port Arthur, el riesgo de morir por arma de fuego en Australia se redujo en más del 50%… y se mantuvo allí. Un estudio que Andrew Leigh, de la Universidad Nacional Australiana, y Christine Neill, de la Universidad Wilfrid Laurier, llevaron a cabo en el 2012 también encontró que la recompra redujo las tasas de suicidio por arma de fuego casi en un 80% en la década siguiente.

En los 19 años que transcurrieron desde que se dio a conocer la legislación específicamente diseñada para reducir las masacres por armas de fuego, Australia no ha enfrentado tiroteos masivos. Como Howard escribió en un artículo de opinión para el New York Times en el 2013: “Hoy en día, existe un amplio consenso de que nuestras reformas de 1996 no solo reducen la tasa de homicidios con armas de fuego, sino también la tasa de suicidios”.

¿Puede Estados Unidos seguir el ejemplo?

La cultura de armas en Estados Unidos es un poderoso factor que no puede ser pasado por alto. Howard reconoció esas diferencias claves en una entrevista con Christiane Amanpour de CNN en el 2013. “No vengo aquí para dar alguna conferencia”, dijo. “Australia comenzó con una tasa de mortalidad por armas de fuego mucho más baja y no contamos con garantías constitucionales relacionadas con estos asuntos”, dijo.

“Sin embargo, eso no altera el hecho de que nuestra tasa de homicidios por armas de fuego se ha reducido y no dudo de que la disponibilidad de armas sea la causa de que exista una alta tasa de homicidios”.