Ciudadanos de Hong Kong se manifiestan contra comerciantes chinos continentales, a quienes les piden que regresen a sus lugares de origen (AFP/Getty Images/Archivo).

(CNN) – Helen Zhang, de 37 años, quien solía vivir en Beijing, se mudó a Hong Kong hace dos años con su esposo y, en general, le gusta.

“La gente educada y ordenada me hace creer que así es como debe ser una sociedad civil”, le dice Zhang a CNN.

Ella se describe como una amante de la buena comida y también disfruta de las distintas cocinas que la ciudad ofrece. Pero dice que no le parece mucho la sofocante humedad del verano.

Zhang es parte de un creciente número de personas que provienen de China continental y se han establecido en Hong Kong, a pesar de las tensiones que existen entre China y la ciudad.

El año pasado, a más de 37.000 chinos continentales se les concedió un permiso para vivir y trabajar en Hong Kong, frente a los 22.077 de 2010, según el departamento de inmigración de Hong Kong.

Además de eso, otros 40.496 consiguieron permisos unilaterales en 2014, lo que les permite instalarse en la ciudad.

Ellos vienen por razones distintas: a estudiar, a reunirse con la familia, para avanzar en su carrera, o para encontrar una mejor calidad de vida.

Pero no siempre reciben una cálida bienvenida por parte de los hongkoneses, y existen algunas señales de que el brillo de la ciudad, al menos para los chinos jóvenes y quienes ascienden socialmente, se ha apagado.

Roces

La afluencia de chinos —conocidos localmente como continentales— desde que la antigua colonia británica regresó a ser parte de China en 1997, aunada a la frustración y a la reforma política, ha generado resentimiento entre algunos hongkoneses, particularmente en los últimos tres años.

Hong Kong, gobernado bajo el principio de “Un país, dos sistemas”, oficialmente es parte de China, pero se le permiten derechos y libertades que no se ven en otras ciudades chinas como una Región Administrativa Especial (SAR).

Sin embargo, hasta ahora, Beijing se ha negado a otorgar un privilegio clave: elecciones libres y abiertas para determinar quién será su propio líder.

Los hongkoneses frustrados lo han intentado todo para exigir mayores derechos de votación, desde huelgas de hambre hasta enormes ocupaciones de las calles, pero no han tenido suerte.

Turistas chinos se ven rodeados por manifestantes en New Town Plaza, un centro comercial en Shatin, Hong Kong, durante una concentración en contra del comercio de productos de mercado paralelo.

Día a día, gran parte de la virulencia está dirigida a comerciantes y turistas —los viajeros de un día que se dirigen a la ciudad con maletas con rodos y adquieren productos libres de impuestos— pero incluso quienes residen ahí a largo plazo dicen que a veces se sienten como extranjeros.

Zhang dice que ella rara vez ha sentido que la han tratado de forma distinta, aunque las diferencias culturales y la barrera del idioma —la mayoría de hongkoneses hablan cantonés y no su idioma natal, el mandarín— han hecho que hacer amigos entre los lugareños sea difícil. Sin embargo, ella dice que esto no le molesta.

“Quienes realmente son buenos amigos tienen que compartir muchos intereses y valores comunes”, dice. “Con algunas personas puedes reunirte a comer de vez en cuando, pero simplemente no pueden ser amigos”.

Esta es una experiencia que Yang Lulu y Bill Hong comparten. La pareja se trasladó a Hong Kong de China continental para estudiar sus maestrías.

Ambos consiguieron empleos en la ciudad después de graduarse y se quedaron ahí durante más de dos años.

“Existen más similitudes que diferencias entre las dos culturas”, dice Yang.

Aun así, Yang dice que a veces se sentían solos y, si bien tenían relaciones profesionales con colegas, rara vez salían después del trabajo.

“Ellos son más individualistas, y tienden a establecer un límite claro entre la vida privada y la vida laboral”, dice Hong.

Yang Lulu y Bill Hong en su apartamento de Hong Kong.

Sin embargo, su queja más grande era el alto costo de la vivienda. Ellos dicen que gastan la mitad de su ingreso mensual en alquilar un lugar que es “solo un poco más grande que un closet”.

Identidad

No fue sino hasta las protestas del movimiento Occupy Central, las cuales surgieron en la ciudad en septiembre del año pasado, que Yang se dio cuenta de que sus colegas hacían diferencia entre los hongkoneses y los chinos a tal grado.

“Ellos utilizaban frases como ‘nosotros los hongkoneses’, ‘aquellos chinos’”.

Al principio se sentía ofendida, pero más adelante se dio cuenta de que sus colegas no la veían como una persona de China continental.

“Ellos piensan que soy hongkonesa porque estudié aquí y ahora trabajo aquí”, dice. “Pero si solo eres turista, eres un chino”.

Zhang dice que ella siguió las protestas “con voracidad” y que su cantonés mejoró como resultado. Pero más adelante, se molestó porque los manifestantes bloquearon el tráfico en algunas de las principales calles de la ciudad durante semanas.

Ella también piensa mantenerse al margen de la marcha a modo de protesta programada para el miércoles 1 de julio, el decimoctavo aniversario del regreso de Hong Kong a China.

Encanto que se desvanece

Sin embargo, ante las señales de que la fisura entre la ciudad y China continental se está haciendo más grande, el encanto de Hong Kong para los chinos jóvenes y quienes ascienden socialmente, podría estarse desvaneciendo.

Este fin de semana, la policía arrestó a cinco personas y utilizó spray de pimienta para dispersar a una multitud que manifestaba en contra de un grupo que cantaba en mandarín en el distrito de Mong Kok, según el South China Morning Post.

Manifestantes marchan hacia un centro comercial en Shatin, Hong Kong, el 15 de febrero de 2015. Un manifestante sostiene una pancarta con la imagen de una langosta.

Este fue el más reciente incidente en un creciente movimiento localista, un término amplio para los grupos de línea dura que se resisten a la influencia china sobre la ciudad.

En meses recientes, los manifestantes que portaban pancartas y describían a los compradores de China continental como “langostas” han insultado a turistas chinos y se han enfrentado con la policía.

El temor a estar del lado receptor de tal hostilidad está disuadiendo a estudiantes chinos de aplicar para tomar cursos de su carrera en las universidades de Hong Kong, según un informe publicado la semana pasada por la agencia estatal de noticias Xinhua.

Las solicitudes de ingreso a la Universidad Politécnica de Hong Kong, a la Universidad Lignan y a la Universidad Bautista de Hong Kong para el próximo año académico han bajado entre un 34% y un 40%, indicó el informe.

Y el espectro de lo que algunos creen, es un conflicto étnico, está ocasionando que algunos chinos que han residido ahí a largo plazo le den la espalda a la ciudad.

En una carta anónima de despedida que se hizo viral en las redes sociales chinas anteriormente en junio, un residente de la parte continental escribió que en los siete años que vivió en la ciudad, lo usaron como “saco de boxeo para las fricciones entre Hong Kong y China continental”.

Según una traducción publicada en línea por Foreign Policy, el autor tenía planificado cruzar la frontera hacia la ciudad de Shenzhen, al sur de China, rechazando así la oportunidad de convertirse en un residente permanente de Hong Kong.

Yang también se acaba de trasladar de vuelta a la parte continental. A su novio le ofrecieron una oportunidad de empleo en un banco internacional en su ciudad natal de Xiamen.

Ella no estaba buscando la oportunidad de irse, pero dice que no lo lamenta.

“Ahora que estoy de vuelta, no creo que vaya a extrañar Hong Kong; la calidad de vida es mucho mejor aquí, y por lo menos vivimos en un lugar que es mucho más grande que un closet”.