Nota del editor: Juan Hernández es estratega del Partido Republicano y colaborador y columnista político de CNN en Español. Este texto fue publicado originalmente en inglés en The Washington Post. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Cuando viajo a Panamá, me encanta quedarme en el hotel Trump. El servicio es excelente, las habitaciones son lujosas (tienen una bañera en el centro del dormitorio), la vista al océano es impresionante, la máquina de expreso es incomparable y el mensaje de televisión de Trump Jr. me dice que soy un VIP. No está mal por alrededor de 150 dólares la noche.
Creo que el orden en el que comencé a recibir llamadas telefónicas acerca de los ataques de Donald Trump a los inmigrantes es revelador. Algunos de mis amigos de Centroamérica fueron los primeros en llamar, para preguntarme si había oído los comentarios insultantes del propietario del hotel que yo siempre elogiaba. Luego me llamaron mis amigos de México que saben que soy republicano y esperan que no apoye a Trump si se convirtiera en el candidato del Partido Republicano para la presidencia en 2016. El tercer grupo de llamadas vino de mis amigos demócratas que siempre están dispuestos a burlarse de mí por apoyar a la derecha. Por último, mis amigos latinos de Estados Unidos llamaron preocupados por la imagen estadounidense en el extranjero. El punto es el siguiente: la historia es más grande fuera de Estados Unidos.
Ahora, mis amigos demócratas quieren que esta sea una gran historia acerca de que los latinos de Estados Unidos se pondrán en fila para votar por el candidato demócrata debido a los insultos de Trump. No es así.
Como lo debatí con Dan Restrepo (exasesor de Obama) en el programa Directo USA de CNN en Español, los latinos saben que el Partido Republicano tiene muchos (14) aspirantes a la presidencia. Este no solo es un número histórico; es histórico en cuanto a su variedad.
Tenemos dos candidatos latinos: los senadores Marco Rubio (Florida) y Ted Cruz (Texas), (uno que apoya y uno que no apoya un camino hacia la ciudadanía para los indocumentados). Tenemos una mujer: Carly Fiorina, ex directora ejecutiva de Hewlett-Packard. Tenemos un afroamericano: el Dr. Ben Carson, autor y orador popular con una historia de Horatio Alger. Tenemos un indio-americano, Bobby Jindal, quien es nuestro candidato que más a favor está de una amalgama. Tenemos a los gobernadores Rick Perry y George Pataki, quienes fueron el primero y el tercero en aprobar las leyes Dream Act estatales.
Tenemos al senador Lindsey Graham (Carolina del Sur), quien es más el senador John McCain que el mismo McCain en apoyar una reforma inmigratoria. Tenemos al gobernador Chris Christie de Nueva Jersey, quien tiene un estilo directo; el “conservador de la clase trabajadora” y ex senador Rick Santorum (Pensilvania); el libertario y creador de la coalición del tea party, el senador Rand Paul (Kentucky); el hijo conservador fiscal de un predicador, el gobernador Scott Walker (Wisconsin); y el expredicador cristiano bautista y exgobernador Mike Huckabee.
Ahora mismo, quien lidera la contienda es el exgobernador Jeb Bush de Florida; él está casado con una mexicana-estadounidense, apoya fuertemente la reforma migratoria, es casi perfectamente bilingüe y no teme decir que creará una nueva y mejor relación con México. Ah, y casi lo olvido, “tenemos un empresario insultante”, como lo dije en CNN en Español.
Por supuesto, a mi amigo demócrata Restrepo le gustaría que Trump “representara los valores del Partido Republicano”. Y si ese fuera el caso, estaríamos en problemas. Pero Trump solo representa a Trump. Y los latinos lo saben. Por supuesto, es insultante decir que los inmigrantes mexicanos son “violadores” y “asesinos”. Es una pena que estas palabras vinieran de un candidato presidencial que se establece a sí mismo como un integrante de nuestro partido. Es una desgracia que un ciudadano estadounidense, un descendiente de inmigrantes, hable de los mexicanos inmigrantes de esta forma. México es nuestro vecino, nuestro amigo, nuestro segundo socio de negocios más importante (quien nos compra más artículos que China); muchos de nosotros tenemos familiares allí. El mensaje por parte de todos los latinos es claro. Señor Trump: ¡No se meta con mi familia! ¡No diga que mis familiares son violadores o asesinos!
Ahora bien, ¿incidirán los insultos de Trump en el voto hispano en 2016? ¡Para nada! Quienes hemos trabajado en campañas alrededor del mundo sabemos que para ganar una campaña es importante diferenciarse de los otros aspirantes. Y cuando son 14, debes hacer un gran esfuerzo por obtener la atención.
Ross Perot, acaudalado como Trump, se destacó como candidato independiente al mostrar todo tipo de gráficos de negocios y planes para mejorar la economía estadounidense. (Pero Trump no es Perot). Nuestros amigos en México quedaron horrorizados la semana pasada cuando, en el estado industrial de Nuevo León, el primer independiente en la historia de México ganó el cargo de gobernador. “Bronco” Rodríguez se destacó por insultar a los políticos de la derecha y la izquierda mexicana, llegar en caballo a las concentraciones y solo usar las redes sociales para publicidad. (Pero Trump no es ” Bronco”). Hoy en día en Guatemala, un empresario acaudalado llamado Juan Gutiérrez es un candidato a la presidencia que hace un llamado a los guatemaltecos para que se unan a una “Cruzada contra la corrupción”. Por medio de spots de televisión creativos al estilo de Dick Morris, Gutiérrez exige la renuncia del actual presidente. (Pero Trump no es Gutiérrez). Trump definitivamente se ha diferenciado como candidato, pero al insultar al grupo minoritario más grande de Estados Unidos. No es una buena estrategia.
¿Acaso su actitud insultante afectará al candidato republicano en su alcance a los hispanos? En absoluto. Sus competidores del Partido Republicano deberían estar contentos por el hecho de que esté cometiendo un suicidio político. Él los ayuda con la diferenciación que necesitan desesperadamente en una contienda de 14 aspirantes. Aquellos candidatos republicanos que pueden demostrar que saben cómo resolver la crisis de la inmigración de una forma verdaderamente integral y compasiva se ganarán a los latinos.
No olvidemos que hasta la semana pasada, los republicanos no eran quienes deportaban a los indocumentados… el presidente Obama era quien lo hacía, según la directora del Consejo Nacional de La Raza, Janet Murguía, quien lo apodó “Deportador en jefe”. Ningún otro presidente ha deportado a más inmigrantes indocumentados, y la última reforma migratoria integral fue aprobada bajo Ronald Reagan. Y los latinos lo recuerdan.
Los latinos están apartando la vista del partido que les ha dado ocho años de promesas sin cumplir. No hay ninguna piñata del Partido Republicano. Solo es Trump.
Ah y señor Trump, ¡cancele mi reservación en su hotel!