Nota del editor: Mario González es presentador de CNN en Español.Conduce el noticiero CNN México: Perspectivas. Lo puedes seguir en la cuenta de Twitter @MarioCNN. Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente al autor. Columna publicada originalmente el 16 de julio de 2015.
(CNN en Español) – Dos minutos bastaron para que Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, vulnerara el penal del Altiplano, una de las prisiones más importantes de México, que ha hospedado personajes de alta peligrosidad como Edgar Valdés Villarreal, ‘La Barbie’ Héctor Beltrán Leyva, ‘El H’ Omar Treviño Morales, ‘el Z-42’, y más recientemente Servando Gómez, ‘La Tuta’, por solo mencionar algunos. Hay también viejos habitantes como el secuestrador Daniel Arizmendi, ‘el Mochaorejas’ y Mario Aburto, el asesino solitario del Luis Donaldo Colosio.
Todos ellos representan una clase especial en nuestro país. Son criminalres que se han convertido en mitos por la estela de sangre y dolor que han dejado a su paso. Representan el México oscuro que parece estar ahí siempre presente.
Pero sin duda, la leyenda más grande entre todos ellos se está escribiendo ahora: es la del Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, que fue recapturado el 8 de enero de 2016 en el municipio de Los Mochis, Sinaloa, luego de haberse fugado de una prisión de máxima seguridad el 11 de julio de 2015.
Por supuesto no intento hacer una apología de este sanguinario delincuente, pero es evidente que ‘El Chapo’ Guzmán es un hombre que ha llamado la atención del mundo. Ya sea por sus dotes de escapista, por sus crímenes, o por la construcción de su imperio. Es uno de los pocos criminales incluidos en las listas de la revista Forbes, de los hombres más ricos e influyentes del mundo. Lo incluyó en cuatro ocasiones y en la última, en 2012, estimó su fortuna en 1.000 millones de dólares.
Pero más que su habilidad probada para fugarse en dos ocasiones de las cárceles de alta seguridad (la primera fue en 2001), lo que ‘El Chapo’ demuestra es la gran fragilidad del sistema penitenciario mexicano, la gran fragilidad de las instituciones. La gran corrupción que existe en este nuestro país.
Es la corrupción la que ha permitido construir este mito, y no las bromas en todo el mundo que se viralizan en las redes sociales, no los memes, ni la revista Forbes, ni las simpatías que puede generar aquel que se sale con la suya a pesar de las condiciones adversas. Es la corrupción y la impunidad.
Joaquín Guzmán Loera conoce bien cómo activar los mecanismos de la corrupción. Lo ha hecho siempre y esto le ha permitido construir un poderoso cártel de la droga con alcance internacional. Un emporio que corrompe más allá de las fronteras, con presencia en toda América Latina y, por supuesto, en Estados Unidos. Que trafica drogas y lava activos aquí y allá. ‘El Chapo’ Guzmán sabe, además, que es imposible perseguir la corrupción desde la corrupción. Esa es su fortaleza.
Más allá de la burla, para el gobierno de México la bochornosa fuga del capo de la droga, del hombre “más vigilado del país”, había significado un punto de inflexión frente a la sociedad. Su credibilidad estuvo minada, herida, y no parecía haber alguien o algo que puediera reaccionar a la altura de las circunstancias.