El presidente Barack Obama camina junto a Charles Samuels (derecha), director del buró de prisiones, y Ronald Warlick, un oficial de prisión, durante una inspección a las celdas de la Institución Correccional Federal El Reno, en Oklahoma (AFP/Getty Images).

WASHINGTON (CNN) — La prisión de El Reno, Oklahoma, es casa de 1.300 prisioneros, pero el jueves por la tarde, el complejo de seguridad estaba tan silencioso que se podía escuchar el soplido del viento a través de las instalaciones.

La única señal de vida: guardias de la prisión y el Servicio Secreto parados alrededor del edificio y en los techos del lugar, mientras el presidente Barack Obama, sentado en la sección B de la prisión, escuchaba la historia de vida de seis reclusos y el cómo terminaron tras las rejas.

El evento fue histórico -era la primera vez que un presidente de Estados Unidos visitaba una prisión federal- y la logística para resguardar la seguridad del presidente fue intensa y restrictiva.

La Casa Blanca y la Oficina de Prisiones negociaron por semanas la logística para que pudiera funcionar el histórico evento.

Las precauciones tomadas fueron tantas que Obama no podía interactuar con ningún otro reo que no fueran los seis reclusos con los que habló, sentenciados por cargos de posesión de drogas.

Todos los prisioneros fueron trasladados de sus celdas en anticipación a la visita del presidente. La cárcel y la Casa Blanca eliminaron todas las variables posibles.

Antes de hablar con la prensa sobre su encuentro, el presidente recorrió la sección B de la prisión, también conocida como la Unidad Residencial de Prevención de Drogas.

“Cuando describieron su juventud y su infancia, me di cuenta que son jóvenes que cometieron errores y que no son muy diferentes de los errores que yo cometí cuando estaba joven”, comentó Obama de los reclusos. “La diferencia es que no tuvieron  el apoyo o las estructuras que los ayudaran, no tuvieron segundas oportunidades, los recursos que les hubieran permitido sobrevivir a estos errores”.

La visita del presidente estadounidense a la prisión se presentó como parte de una semana dirigida a enfocar la opinión pública sobre la necesidad de una reforma criminal de justicia.

El presidente conmutó las sentencias de 46 criminales condenados por posesión de drogas, y luego viajó a Filadelfia, donde pidió revisar el uso de la reclusión en solitario, así como descontinuar las sentencias mínimas obligatorias y prevenir que las personas que busquen empleos sean cuestionados sobre su historia criminal.

“Tenemos que ser capaces de distinguir entre los individuos peligrosos, que necesitan ser incapacitados y encarcelados, de los jóvenes… que si les damos oportunidades diferentes, una visión diferente de la vida, podrían ser exitosos”, le dijo Obama a los reporteros tras la visita a la cárcel.