(CNN) – Las noticias recientes en relación a que el mullah Omar, el líder de los talibanes, murió dos años atrás podría traer consigo un escenario difícil para Estados Unidos: una posible recompensa de nuevos reclutas para ISIS.
Eso, según los analistas, podría a cambio complicar la cronología para retirar de Afganistán a las tropas estadounidenses que aún permanecen ahí, ya que posiblemente se encuentran bajo nuevas amenazas y ven que los esfuerzos por crear un ambiente político más estable son puestos en peligro.
Fue hasta el jueves que los talibanes confirmaron que Omar estaba muerto. No está claro quién había estado al tanto de su muerte dentro de la organización, así como qué gobiernos extranjeros lo sabían.
Si bien no es visto como un comandante de las fuerzas talibanes en el campo de batalla, el mullah Omar era percibido como un líder supremo espiritual por varias facciones talibanes y marcó la dirección general del grupo.
¿Podría la ausencia de Omar crear un vacío?
Ya ha habido un pequeño número de figuras talibanes que han abandonado el grupo por su cuenta y han declarado su lealtad a ISIS, pero la publicidad de la muerte de Omar puede crear el impulso para que se dé un éxodo aún mayor sin el “Emir de los creyentes”, cuya presencia parecía mantener a los grupos más centralizados y alineados en cuanto a los problemas más importantes a los que se enfrentan.
“A fin de cuentas, la única persona que podría unir a todas estas personas era el mullah Omar”, dijo el analista de Seguridad Nacional de CNN, Peter Bergen.
El jueves durante una reunión en Afganistán, el consejo supremo de los talibanes tomó la decisión unánime de que el mullah Akhtar Mohammad Mansour será el nuevo líder de los talibanes, según fuentes en Geo News, una afiliada de CNN.
Mansour anteriormente dirigió el consejo, también conocido como el Quetta Shura, el cual está compuesto por líderes de larga trayectoria que dirigen las operaciones de los talibanes en la provincia paquistaní de Baluchistán, además de otros cargos dentro de la organización. Fue nombrado como el segundo de Omar en 2010.
Omar ya supervisaba el movimiento talibán en Afganistán antes de la invasión por parte de Estados Unidos en 2001. También era visto como el líder nominal de los talibanes de Pakistán, ubicados en los territorios tribales al noroeste del país. Otros grupos terroristas de la región, como al Qaeda y la organización Haqqani también prometieron apoyar su liderazgo.
La distribución geográfica de los distintos grupos, aunada a la ausencia de un enfoque global de dirección, puede presentar un ambiente fértil para ser aprovechado por ISIS.
Sin embargo, el hecho de que murió hace ya algún tiempo indica que la organización puede seguir funcionando sin él. No obstante, el conocimiento generalizado de su muerte podría cambiar qué tan eficientes pueden seguir siendo quienes se encuentran en posiciones de liderazgo.
“Ahora que ya no está el mullah Omar, las distintas facciones de los talibanes podrían dividirse”, dijo Bergen. “Habrá más grupos talibanes que podrían estar inclinados a prometerle su alianza al líder de ISIS, Abu Bakr al-Baghdadim, quien ha recibido promesas de alianza de parte de partidarios alrededor del mundo.
Y eso crea posibles complicaciones para Estados Unidos a medida que sigue haciendo una transición hacia una nueva relación con Afganistán después de más de una década de guerra.
Dificultades para Estados Unidos en Afganistán
Por ahora, la política estadounidense probablemente permanecerá igual: apoyar al gobierno afgano con sus desafíos de seguridad, defender y ampliar lo que han ganado en los últimos 14 años y tratar de que los talibanes se involucren en un proceso de paz y reconciliación que les permita ser parte del proceso político legítimo y, con suerte, disminuya sus actividades militares.
Sin embargo, si se desarrollan más facciones extremas —o si los talibanes como un todo son desviados hacia una dirección más extrema— eso podría poner en riesgo los esfuerzos.
El presidente afgano Ashraf Ghani ya ha aprobado las discusiones que han iniciado para incluir a los talibanes en el esfuerzo para aplacar parte de la violencia que ha asediado a la región durante décadas.
Ese escenario probablemente se tornará más desafiante si distintas facciones de los talibanes con intereses contrarios dominan el proceso, o si Mansour no tiene el mismo efecto unificador que tenía Omar, quien se dice, bendijo la idea de las pláticas.
El ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán emitió una declaración el jueves en la que anunciaba que una segunda ronda de reuniones entre representantes de los talibanes y el gobierno afgano, la cual originalmente había sido programada para este viernes, había sido pospuesta. Las dos partes iniciaron las negociaciones anteriormente este mes en Pakistán.
También está el tema de la participación del gobierno estadounidense dentro de Afganistán en apoyo a la misión de la OTAN que reemplazó la misión formal de combate a finales del año pasado.
Ahora que casi 10.000 tropas estadounidenses están entrenando a las fuerzas de seguridad afganas mientras también retenían la capacidad de organizar operaciones contra el terrorismo dentro del país, un movimiento talibán dividido que crea espacio para que ISIS crezca podría complicar los planes de retirar a las fuerzas estadounidenses como estaba planificado.
Ante la insistencia del gobierno afgano, Obama aminoró el ritmo de la transición anteriormente este mes, pero debido a que existe la fecha límite de diciembre de 2016 para la retirada de todas las tropas estadounidenses de Afganistán, un ambiente de seguridad distinto y más peligroso podría dar lugar a más discusiones.