(CNN) – Más allá de la pompa del horizonte de Hong Kong encontramos una región oscura: un mundo donde prevalece el crimen relacionado con las pandillas, donde los capos gobiernan por medio de la intimidación y el miedo, y donde las drogas abundan.
Algunos se ven envueltos en él y a la larga terminan en la cárcel. En mucho lugares, eso podría significar el final de sus vidas… pero no en Hong Kong.
Decenas de miles de taxis rojos, verdes y azules llenan las calzadas de Hong Kong, y ahora son los exprisioneros quienes van detrás del volante.
“No puedo ir por ese mismo camino”, dice Ah Ming —un nombre falso para proteger su identidad— mientras recorremos las transitadas calles de To Kwa Wan en el distrito Kowloon de la ciudad. “Necesito hacer lo que es correcto. Necesito vivir una vida estable y pacífica”.
Ming empezó a traficar cocaína hace 10 años, cuando solo tenía 25 años de edad. Dice que nunca consumió drogas, pero se involucró con las personas equivocadas. Él se unió a una tríada local y empezó a hacer frecuentes viajes a través de la frontera china hacia la ciudad de Shenzhen.
“Cuando quieres pasarla bien necesitas dinero”, dice Ming. “Las tríadas me preguntaron si estaba interesado en traficar drogas para ellos y dijeron que podía hacer mucho dinero. Era insensato en aquella época, así que accedí a ayudarlos”.
Ming dice que se dio la buena vida durante varios años, iba de fiesta en fiesta y nunca se preocupaba por el dinero, hasta que fue arrestado y enviado a prisión a principios del 2008.
Redención
Y aquí es donde empieza su historia de redención.
Si bien muchos países ofrecen programas de rehabilitación y capacitación vocacional para los prisioneros, el Curso Profesional de Capacitación para el uso de Taxis de Hong Kong es único, y es uno de los cursos nuevos que ofrece el Departamento de Servicios Correccionales (CSD, por sus siglas en inglés).
Ming fue uno de los primeros en inscribirse.
Los participantes aprenden todo sobre las leyes de tráfico de Hong Kong, las regulaciones de los taxis y los nombres de los lugares alrededor de la ciudad.
“Hay alrededor de 100 preguntas de selección múltiple, así que me las memorizaba”, recuerda Ming. “Al principio sí me resultaba difícil, pero nos prepararon bien para la prueba”.
Hay más de 18.000 taxis en Hong Kong, según el Departamento de Transporte.
“Tratamos de ayudarlos a que se reintegren a la sociedad”, dice Louisa Yeung, la superintendente de Capacitación Vocacional saliente en el CSP. “Tener un buen trabajo —un trabajo seguro— puede ayudarlos a hacer eso”.
Yeung dice que la estructura del curso está diseñada para ayudar a que los prisioneros aprueben el examen escrito, pero ese no es el único enfoque. El desarrollo de carácter también es un factor importante: cambiar formas de pensar y disuadir a los presos de volver a la actividad delictiva.
“Queremos enfocarnos en inculcarles buenas actitudes, integridad y preparación para manejar emergencias, a modo de que sepan cómo lidiar con ellas”, añade.
Los prisioneros que quieren participar en el curso para conducir taxis tienen que cumplir con varios requisitos antes de ser elegibles. Deben quedarles al menos tres meses de su sentencia, pero no más de dos años. También deben poseer una licencia de conducir válida durante al menos tres años, y no pueden haber cometido infracciones de tránsito, como accidentes o haber conducido bajo los efectos del alcohol, en el transcurso de los últimos cinco años.
Hasta ahora, dos rondas de graduados han pasado por el programa de taxis del CSD, comprendidos entre las edades de 20 a 50 años.
Rehabilitación
Para algunos, el curso ofrece una oportunidad de cambiar de carrera e iniciar de cero. Para otros, representa su ingreso al mercado laboral de Hong Kong.
Sin embargo, algo que la mayoría tienen en común es la razón por la que terminaron en la cárcel en primer lugar: las drogas.
Al igual que Ming, algunos estuvieron involucrados únicamente en el tráfico de drogas. Otros fueron arrestados por consumo de drogas. Y un pequeño contingente fue arrestado por robo.
Yeung dice que la heroína era la droga de elección entre los prisioneros en años anteriores, pero ahora en su mayoría son drogas más suaves.
Hasta ahora, 22 personas han aprobado el curso.
Sin embargo, es difícil saber cuántos de ellos en realidad están trabajando constantemente como conductores de taxi. El CSD no le da seguimiento a los “infractores rehabilitados” luego de que salen de prisión. No existen revisiones o seguimientos obligatorios.
“Si son drogadictos, lo más probable es que el tribunal los sentencie a un centro de tratamiento por el consumo de drogas donde estarán sujetos a un período de supervisión durante un año”, dice Yeung. “Así que en el transcurso de este año, si recaen, tomaremos acciones para enviarlos de vuelta al centro”.
Pero ella dice que esto es extremadamente poco común.
“A la mayoría de personas que salen de prisión no se les exige por ley que pasen por un período de supervisión. Luego de que son puestos en libertad y se reincorporan a la sociedad, el departamento no tiene el derecho de ver si recaen en las drogas o no”.
Empleadores considerados
Los empleadores constituyen un puente de importancia fundamental entre la vida en prisión y el mundo exterior. Por medio del programa del CSD, “empleadores considerados” de varias industrias pueden elegir trabajar como mentores de carrera al ayudar a que los graduados consigan empleo tras ser liberados.
Muchos exconvictos ahora conducen taxis alrededor de la ciudad de 7 millones de habitantes.
Cheng Hak Wo y su hija, Sonia, manejan un negocio que actualmente emplea a tres personas que fueron miembros del programa de taxis. Los exprisioneros conforman una pequeña porción de los más de 2.000 conductores de taxis de la compañía, y de su flota de 700 vehículos, pero los gerentes dicen que también son algunos de los más confiables.
“Nos sentimos muy impresionados con ellos”, dice Sonia. “Están muy dispuestos a aprender. A menudo recibimos llamadas de ellos en las que nos preguntan cómo pueden mejorar”.
“Solo tienes que ser paciente”, dice Ming. “A veces tienes pasajeros que no son las mejores personas. Te van a gritar, y simplemente tienes que soportarlo”.
Dar el depósito por un taxi también puede ser un obstáculo para quienes buscan ser parte de la industria sin haber tenido un empleo durante algún tiempo.
Ming dice que el depósito normalmente cuesta alrededor de 10.000 HKD (1.300 dólares estadounidenses), pero Cheng les permitió que pagaran 2.000 HKD (260 dólares estadounidenses) y el resto en cuotas. Además, existe una cuota diaria de alquiler de 400 HKD (52 dólares estadounidenses) y los conductores generalmente pueden quedarse con las ganancias sobre eso.
Para Ming, eso generalmente significa que se lleva más o menos 300 HKD (39 dólares estadounidenses) al final de un turno nocturno de 12 horas. A esa tasa por hora, eso significa que gana menos del salario mínimo, el cual acaba de ser aumentado tan solo 32, 50 HKD (4,19 dólares estadounidenses) la hora. Esto apenas alcanza para salir adelante, cuando tomas en cuenta el exorbitante costo de la vivienda y otros artículos en la ciudad descrita como el centro financiero de Asia.
También es algo muy distinto del llamativo estilo de vida al que Ming estaba acostumbrado… siempre con suficiente efectivo mientras traficaba drogas para las tríadas.
Pero permanece resuelto.
“Aprendí que si quieres ganar dinero, debes hacer un trabajo honesto”, dice Ming.
Él ahora se enfoca en cuidar de sus padres y espera algún día poder comprar su propio apartamento.