Nota del editor: Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España y ha sido asesor de los presidentes Alejandro Toledo de Perú, Vicente Fox de México y Alvaro Colom of Guatemala. Izurieta también es analista de temas políticos en CNN en Español. Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor.
(CNN Español) – La reapertura de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba y la llegada del secretario de Estado John Kerry a La Habana amerita una importante reflexión. ¿Debe Estados Unidos tener relaciones diplomáticas con países que no son democráticos o que violan los derechos humanos?
A los que piensan que no debería tener este tipo de relaciones diplomáticas, me da pena decirles que Estados Unidos debería romper vínculos con China, Arabia Saudita, Venezuela, Rusia, la mayoría de los países africanos y muchos otros más.
No creo que Washington tenga que ser el policía de la democracia y los derechos humanos en el mundo. Considero que hace bien en mantener relaciones diplomáticas con todos esos países, porque al menos así, los niveles de confrontación bajan, las posibilidades de cooperación se incrementan y también porque considero que, cuando un país que vive y cree en democracia se involucra con un país que no –y si éste es económica y políticamente más fuerte y grande–, habrá más posibilidades de influenciarlos positivamente.
Las relaciones de Estados Unidos con Cuba desde de la Revolución Cubana han estado marcadas (y quizás hasta dictadas) por la enorme influencia de los cubano-estadounidenses que viven en la Florida.
Florida ha sido un estado políticamente estratégico porque su decisión electoral podía determinar al ganador de la presidencia, como ocurrió con George W. Bush en 2000.
Por eso, sus líderes nunca quisieron enfrentar el problema con la Revolución Cubana de una manera más funcional, entendiendo por funcional algo que pueda producir un resultado distinto.
En los últimos años, en la Florida ya no ha sido tan crítico completar la fórmula para poder ganar la presidencia y además la influencia de la base más dura y conservadora de los cubano-estadounidenses en la Florida ha disminuido. Esto ha permitido a líderes como Barack Obama cambiar el proceso de relación con Cuba.
Obama toma esta decisión con valentía y, en mi opinión, con visión. Aspiro a que esta nueva etapa pueda abrir la posibilidad a que más cubanos tengan acceso a internet e información distinta de la controlada que han recibido durante más de 50 años.
También espero que exista un mayor intercambio entre ambos países porque, de nuevo, la historia, la física y la naturaleza nos dicen que el grande influye más en el pequeño y no al contrario.