Soporte de entrada con cuatro ‘shalabhanjikas’, noroeste de la Ia India, siglo II (periodo Kushan), pieza de arenisca.

(CNN) – Una nueva galería permanente en el Museo de las Civilizaciones Asiáticas de Singapur repasa 1.000 años de arte religioso y simbolismo, prestando atención a su expansión desde la India hacia China, Sri Lanka y el Sudeste Asiático.

1. Soporte de entrada con cuatro ‘shalabhanjikas’, noroeste de la Ia India, siglo II, periodo Kushan

En esta pieza de arenisca, las figuras desnudas y enjoyadas son espíritus de la naturaleza conocidos como ‘shalabhankikas’; que con solo un toque podían convertir a un árbol en flor.

Se cree que los símbolos de la fertilidad, los cuales aparecen en monumentos budistas e hindúes, tienen sus raíces en la adoración antigua a la naturaleza y en los Vedas (los primeros textos sagrados de la India escritos más o menos en el año 1.500 a.C.)

India fue el crisol de varias religiones, entre ellas el budismo, el cual se extendió por Asia: “Hay mucho más movimiento en el mundo antiguo de lo que ves”, dice Theresa McCullough, conservadora principal del Museo de las Civilizaciones Asiáticas en Singapur. “Las personas creen que viajar es algo moderno, pero las rutas comerciales eran bastante extensas y pobladas, así que eran muchas las ideas que iban y venían”.

2. Fragmento de barandilla: adoración de Buda como un pilar de fuego, la India, siglo III, piedra caliza

El príncipe Siddhartha Gautama, quien más tarde fue conocido como Buda, nació en las estribaciones de la cordillera del Himalaya alrededor del siglo V a.C. Tras abandonar una vida de lujos, su viaje desde el ascetismo hasta la iluminación capturó la imaginación de miles de personas a lo largo de la India.

“El budismo en ese momento era más o menos una revuelta al sistema de castas del hinduismo”, explica McCullough. “Era más una religión inclusiva, así que se hizo muy popular”.

Al principio, Buda solo era representado por medio de símbolos como el pilar ardiente en este fragmento encontrado en Amaravati en el estado indio de Andhra Pradesh.

“Es una antigua idea el hecho de que Dios sea el pilar del universo que lo mantiene unido”, dice McCullough en referencia a una historia védica sobre el dios Shiva. “En aquel momento, obviamente no era importante tener a Buda en forma de hombre”.

En la parte inferior de la columna aparecen huellas que indican la presencia de Buda.

3. Alivio del descenso de Buda del Cielo de Trayastrimsha, Gandhara, siglo III o IV, esquisto

Para el siglo I y II d.C. las imágenes de Buda en forma de hombre infiltraron el ámbito artístico.

“El budismo empieza a volverse más una religión en términos de adoración”, comenta McCullough. “Se considera importante el tener un objeto de veneración real que podamos ver”.

Este relieve es parte de una serie de imágenes que narran la vida de Buda. Él aparece en el panel central descendiendo de una escalera al lado de los dioses védicos Brahma e Indra.

“Buda ha ido al cielo a predicarle a todos los otros dioses y a su madre. Es una forma de demostrar cuán importante es en el universo”, añade. “Él es uno de los dioses ahora”.

4. Modelo estupa, Gandhara, siglo III o IV, esquisto

Las reliquias cremadas de Buda, como sus dientes, cabellos o huesos, fueron esparcidos en distintas estructuras en forma de cúpula llamadas estupas. Inspiradas por simples montículos de entierro, estas se encontraban en el corazón del paisaje budista que se esparció por la India.

Las estupas eran decoradas con historias del camino de Buda.

“Contemplabas las imágenes y pensabas en tu propio camino hacia la iluminación”, indica McCullough.

Los peregrinos y los comerciantes acudían a estos sitios con la esperanza de llevarse un mérito religioso.

Este es un prototipo arquitectónico de una estupa. La tapa circular se podía quitar para colocar una reliquia dentro. El nivel inferior, tallado intrincadamente, muestra a Buda en una meditación profunda con ayudantes a cada lado.

5. La cabeza de un bodhisattva, Gandhara, alrededor del siglo IV, terracota

Pronto, el budismo de Mahayana se vuelve cada vez más popular ya que sugiere que todos pueden obtener la salvación.
“Es mucho más budismo para el laico, no solo el monje que puede vivir una vida monástica como Buda”, dice McCullough.

Las figuras de bodhisattva como esta empiezan a proliferarse y ayudan a hacer que la religión sea más accesible. Los bodhisattvas, un tipo de intercesores, han logrado la iluminación como Buda, pero se rehúsan a entrar al nirvana y permanecen en el mundo físico para ayudar a guiar a otros.

Este impresionante bodhisattva con una cabellera de gruesos rizos comparte similitudes con las esculturas clásicas romanas. Fue encontrado en Gandhara, un área en lo que hoy en día es Pakistán y Afganistán. Alejandro Magno conquistó la región alrededor del año 330 a.C., por lo que los motivos grecorromanos se filtraron en las imágenes de Buda a lo largo de los años.

La pequeña hendidura en la frente de la figura habría sido hecha con una joya. Los bodhisattvas usaban joyas que los diferenciaban de Buda.

6. Buda y dos bodhisattvas, dinastía Sui, 581-618, bronce dorado

La religión se afianzó en China desde la época de la dinastía Han (206 a.C. a 220 d.C.). Al principio fue recibida con escepticismo.

“Aunque hubo conflictos entre el budismo, el daoísmo y el confucianismo, finalmente existieron lado a lado pacíficamente y se convirtieron en los tres pilares de la cultura china tradicional”, comenta el Dr. Guang Xin, profesor adjunto en el Centro de Estudios Budistas de la Universidad de Hong Kong. “Una persona podía adoptar las tres, lo que nunca sucedería en las religiones occidentales”.

Las imágenes budistas se transformaron a medida que entró a la nueva cultura como se ve en este bronce dorado. Un Buda está de pie al centro. Los bodhisattvas a cada lado con figuras atenuadas y características faciales suavizadas fueron la elección para concordar con el estilo local que prevalece.

7. Buda, China, dinastía Qi del Norte (550 - 577), caliza con restos de pintura

Esta elegante figura de Buda en piedra caliza, vestido en una tela delicadamente tallada probablemente estaba rodeada de otras esculturas que ilustraban su vida.

“Lo muestra renunciando a la riqueza mundana y vestido con el manto de un ascético pobre”, explica McCullough. “Estás tratando de seguir su camino, así que sus historias de vida son muy importantes. Al igual que el cristianismo, las pinturas y las esculturas le enseñan a las personas analfabetas sobre la religión. Ellos no leen al respecto”.

8. Torso de un bodhisattva, China, dinastía Tang, siglo VII u VIII, piedra

Esta figura elegante de un bodhisattva probablemente se habría sentado en un nicho en el templo en una cueva. Las cuevas, llenas de cuadros y esculturas, eran como magníficas galerías del antiguo arte budista.

“Se cree que los chinos obtuvieron la idea de la India, donde crearon cuevas desde tiempos antiguos”, indica McCullough. “Los monjes vivían en cuevas para siempre. Las montañas y las cuevas eran consideradas como lugares sagrados, así que tiene sentido”.

La forma del torso del bodhisattva, al igual que el estilo de la joyería y la ropa amplia que descansa en sus caderas también sugieren la influencia continua del arte indio.

9. Bodhisattva, China, dinastía Tang, siglo VII u VIII, piedra caliza

“El budismo tenía una actitud de mente abierta”, dice el Dr. Guang Xing. “Absorbía y mantenía las culturas y tradiciones locales, e incluso a los dioses locales”.

Durante la dinastía Tang, por ejemplo, el bodhisattva masculino de la compasión (Avalokiteshvara) fue transformado en una figura femenina (Guanyin).

Esta escultura elaborada podría ser una representación del bodhisattva chino Guanyin. La clase alta se convirtió en una fuerza importante detrás del budismo, lo que explica por qué se vestía como una dama de la corte. Se creía que al crear imágenes budistas, los devotos finalmente podrían acortar el ciclo del nacimiento y la muerte, y aliviar el sufrimiento.

10. Lokeshvara, Champa (Vietnam central), siglo IX, oro y plata

Para el siglo IX, el budismo se había extendido hasta el sudeste asiático. El apoyo de los gobernantes locales fue clave para la propagación de la religión.

Las características faciales de las esculturas budistas cambiaron con el tiempo y en todas las religiones para parecerse a las personas que las crearon, lo cual probablemente fue el caso aquí. Esta resplandeciente escultura dorada y plateada de Champa al centro de Vietnam representa a Lokeshvara (El Señor del mundo), un bodhisattva conocido por su compasión y poderes sobrenaturales.

11. Avalokiteshvara, Dalí Unido (provincia de Yunnan, China), alrededor del siglo X, bronce dorado

La religión budista evolucionó en el transcurso de las décadas y acumuló un gran panteón de deidades y rituales cada vez más elaborados. Entre los siglos X y XIII, el reino Dalí en lo que hoy en día es la provincia de Yunnan se convirtió en un centro para el budismo tántrico, una rama esotérica de la religión. Es evidente que para cuando llegó aquí, la fe budista había recorrido un largo camino a partir de sus raíces sencillas.

Esta es una singular forma de Avalokiteshvara, el bodhisattva de la compasión. Él lleva puesto un tocado elaborado con varios Budas y tiene 34 brazos que sostienen varios símbolos.

A diferencia de las religiones que utilizaron la fuerza para convertir a la gente, el budismo coexistió armoniosamente con las creencias de diferentes países.

“El budismo fue asimilado a tal grado que asumió el papel de protector de las culturas locales, en lugar de ser el destructor”, explica el Dr. Guang Xing. “Como resultado, el budismo gradualmente se hizo parte de la tradición local tanto que uno nunca puede separarlos”.