CNNE 203465 - uganda

(CNN)– Florence Musidika era una profesora de escuela primaria dentro de un desdichado y violento matrimonio. En el año 2002 ella le pidió el divorcio a su esposo. En respuesta, una mañana, mientras se inclinaba para encender el fuego para preparar el desayuno de sus tres hijos, una granada plantada por su esposo en el carbón, explotó en su cara.

Milagrosamente, la mujer que entonces tenía 27 años, de Mbale, en el oriente de Uganda, sobrevivió a la explosión, pero rápidamente se enfrentó a una nueva injusticia: bajo el derecho consuetudinario, el matrimonio con su esposo abusador no podía ser disuelto hasta que su familia le hubiese reembolsado el ‘precio de la novia’ que él había pagado a cambio de su mano.

Musidika es solo una de muchas mujeres cuyas familias conocían su sufrimiento pero, incapaces de devolver el pago –a menudo realizado en ganado–, la enviaron de vuelta con su abusador, suplicándole que “lo intentara y que fuera una buena esposa”, explica Atuki Turner, la fundadora de la organización MIFUMI de los derechos de las mujeres.

Sentencia histórica

Durante los últimos 15 años, MIFUMI ha estado haciendo campaña para que se prohíba el ‘precio de la novia’ porque, como afirma Turner, esto devalúa a la mujer y es la raíz de gran parte de la violencia que sufren las mujeres de Uganda.

El 6 de agosto, el Tribunal Supremo de Uganda, estuvo de acuerdo en parte con MIFUMI y dictaminó que la práctica de la devolución del ‘precio de la novia’ en la disolución de un matrimonio consuetudinario era inconstitucional y que tal práctica debía ser prohibida. Ellos no estuvieron de acuerdo con que el propio ‘precio de la novia’ era inconstitucional, pero el fallo es el comienzo de un proceso de cambio en el que el ‘precio de la novia’ pasa de ser una tarifa pagada por una mujer a un regalo… que no se exige y que no se reembolsa.

Al hablar desde Kampala, Turner describe cómo se sentía al oír la noticia: “¡Estaba eufórica! La noche antes de la sentencia no podía dormir, pero tan pronto como la escuché, estaba gritando de alegría. Hemos luchado durante los últimos 14 años… estoy verdaderamente feliz. Mi corazón está rebosante”.

Atuki Turner, fundadora de la organización MIFUMI

Turner, una cineasta y abogada ugandesa que ahora es residente de Bristol, Inglaterra, estableció MIFUMI en 1995, y empezó, en primer lugar, con una promesa a sus padres de construir una escuela primaria en el pueblo del mismo nombre, en donde sus padres se jubilaron.

Cuando se detuvo la construcción, Turner volvió su atención a la independencia económica de las mujeres y rápidamente se enteró de que la violencia doméstica era un problema generalizado. “Los hombres toman el dinero que sus esposas prestan al crédito. Cuando las mujeres les piden que les devuelvan el dinero, las golpean”.

En 1999, MIFUMI, cuyo objetivo es acabar con la violencia contra las mujeres en todas sus formas, abrió su primer centro de asesoramiento jurídico y médico. Para el año 2000, se dieron cuenta de que el 60% de los casos reportados estaban relacionados con el ‘precio de la novia’, y en el 2007 compareció por primera vez ante el Tribunal Constitucional para presentar el caso de que el ‘precio de la novia’ causaba la violencia doméstica. Le llevó tres años que el caso fuera escuchado y en el 2010, los jueces dictaminaron cuatro a uno contra MIFUMI. Ese mismo año se presentó una apelación ante la Corte Suprema, fue escuchada en el 2013 y, en esta ocasión, la corte falló a su favor.

Se convierte en la ‘la loca, la mala mujer’

Turner habla de la manera en que cambiaron las actitudes hacia ella a medida que trabajaba para desmantelar la práctica de pagar y reembolsar el ‘precio de la novia’… lo que se trata tanto acerca de la cultura como de la pobreza.

“Cuando empezamos a construir la escuela, MIFUMI era el niño mimado de la sociedad. Cuando empezamos a hablar sobre el precio de la novia, la gente me acusó de regresar con valores feministas occidentales. Me convertí en la loca, la mala mujer que estaba intentando destruir nuestra cultura”.

Hubo muchísima resistencia al cambio. “Cuando celebramos la primera conferencia internacional sobre el ‘precio de la novia’ en África, mi familia entera fue condenada al ostracismo”.

Aun cuando MIFUMI celebra la reciente victoria y el cambio lento pero constante de las normas culturales en Uganda, Turner reconoce que su trabajo está lejos de haber terminado. “Creo que el mundo está listo para el cambio. Los líderes culturales ahora son entusiastas, pero nuestros vecinos de Kenia conservaron la práctica mediante una revisión constitucional en el 2013”.

Pagar ‘el precio de la novia’ en Uganda

Una joven pareja se casa en Kampala

Pagar el ‘precio de la novia’ es algo común a través de África, y en muchas partes del continente, es un acto simbólico más que un contrato vinculante.

En Uganda, la costumbre se practica en todo el país… y está más estrictamente adherida en el norte y en el este, en donde los hombres pagan precios exorbitantes por sus esposas. “En el oeste de Uganda no tienen la tendencia de pedir un reembolso”, explica Turner. “En la capital, Kampala, todo se trata de regalos lujosos, lo que hace del matrimonio una competencia en la que muchos jóvenes no pueden darse el lujo de entrar”.

Según Turner, la práctica no solo significa que las mujeres a menudo son tratadas como mercancías en la vida, sino que también tienen poca dignidad en la muerte. Ella cuenta la historia de un hombre que se une a la campaña para poner fin al ‘precio de la novia’ puesto que su suegra no le permitió que enterrara a su esposa muerta. Él no había pagado el ‘precio de la novia’, por lo que las familias discutieron por el cuerpo durante siete días.