(CNN)– A medida que muchedumbres de pasajeros abordaban el avión, una cacofonía de ladridos podían escucharse desde el vientre del avión de pasajeros. El vuelo lleno se preparaba para salir desde San Juan, Puerto Rico hacia Nueva York y casi dos docenas de canes estaban siendo cargados en la bodega de carga.
Estos satos estaban a punto de salir en su “Vuelo de Libertad” hacia Nueva York.
“Sato” es un modismo en Puerto Rico para referirse a los perros callejeros, y los canes a bordo del vuelo estaban a punto de marcar una historia dramática de la pobreza a la riqueza.
“Este es el punto donde yo siempre desearía poder tener una conversación con ellos, y que ellos puedan entenderme”, dice Chrissy Beckles. Ella desearía poder decirles “que esto no les va a gustar, que se van a sentir asustados, pero que solo durará cuatro horas. Y una vez que aterricen en Nueva York… la vida simplemente será espectacular”.
Beckles es la fundadora y presidenta del Proyecto Sato, un grupo sin fines de lucro que rescata perros de Dead Dog Beach (Playa del perro muerto) en Yabucoa, un pueblo al sureste de Puerto Rico.
El nombre de la playa no es una exageración. Algunos de los perros están en mal estado incluso antes de llegar a la playa, su peso es más bajo que lo normal, están cubiertos de pulgas o infectados con parásitos. Otros son animales perfectamente saludables que parecen haber sido mascotas de familia.
“Algunos perros están en tal condición… que físicamente no es posible que hayan podido caminar hasta aquí”, dice Beckles. “A ellos los han traído hasta aquí en auto y los han dejado tirados”.
Los perros son dejados por las personas que ya no pueden cuidar de ellos o que aparentemente eligen no hacerlo.
El nombre real de Dead Dog Beach es Playa Lucia. Alguna vez fue un lugar popular para bañistas, con una piscina y un complejo de cabañas. Pero la piscina ahora ha sido rellenada, el inmueble se encuentra en mal estado, cubierto de graffiti y los montones de basura abundan. Los amantes del sol ahora son escasos, pues ya hace mucho tiempo fueron reemplazados con satos. Beckles dice que en un momento, habían hasta 300 perros que vagaban en la playa en montones.
El día en que conocimos a Beckles, ella y su equipo están planificando una misión de rescate en Dead Dog Beach. Tres hermanos adolescentes que parecen Jack Russell terriers con el pelo áspero son los objetivos del día. Ellos viven en un matorral que rodea la playa y no permiten que los humanos se acerquen.
Paciencia y experiencia son el nombre del juego. El equipo pasa casi dos horas persuadiendo a los perros con alimentos para que salgan de los matorrales. El hambre o la gula lleva a uno de los perros a una jaula de rescate abierta con pollo adentro. Él muerde el cebo y la puerta se cierra detrás de él.
Como en todos los demás rescates, él inmediatamente recibe un nombre: Bam Bam.
“Dale un par de semanas y va a estar viviendo la buena vida”, dice Beckles.
Pero el día no pasa sin alguna sorpresa, como frecuentemente es el caso. Un voluntario del Proyecto Sato encuentra cerca a una perra basset hound mezclada que evidentemente no tarda en dar a luz. Ella tuvo que haber sido abandonada en un instante pues los voluntarios del Proyecto Sato patrullan la playa al menos dos veces al día.
“Sucede muy, muy rápido”, dice Beckles. “Un carro es conducido por el lugar, los perros son tirados desde el auto y ellos simplemente siguen su camino”.
La temperatura en Yabucoa alcanza los32 grados centígrados (90 grados Fahrenheit); no hay agua y son muy pocos los lugares donde logras encontrar alivio del calor. Incluso en la sombra hay un calor sofocante. La perra embarazada, que ahora es conocida como Evelyn, necesita ayuda urgente.
Beckles y la veterinaria del equipo, la Dra. Bianca Aguirre-Hernández, hacen un chequeo preliminar y encuentran a Evelyn saludable y limpia. A ella no le da miedo que le pongan una correa… es evidente que era la mascota de alguien.
Todos los perros rescatados de “Dead Dog Beach” son llevados a Candelero Animal Hospital en el municipio de Humacao, donde trabaja la Dra. Aguirre-Hernández.
Es aquí donde se les examina por completo y se les trata, y donde empiezan un camino hacia una nueva vida. Se requieren aproximadamente 10 semanas para la rehabilitación de la mayoría de los perros.
Bam Bam, por ejemplo, mejoró bastante rápido en la clínica. “Una vez que ellos aprenden que no todos tienen la intención de dañarlos y que están seguros, que son amados y cuidados, entonces los perros empiezan a confiar”, dice Beckles. “Presenciar eso siempre es algo precioso”.
Otros permanecen en la clínica más tiempo. Beckles dice cierta cantidad de perros debe permanecer más de un año antes de que estén listos para ser reubicados.
La clínica le ofrece al Proyecto Sato sus servicios y alojamiento para los perros a un precio reducido. Beckles dice que el costo promedio de rescatar a un sato es de aproximadamente 1.000 dólares. Pero tan solo la rehabilitación de un perro, Adrián, le costó a la organización no lucrativa 20.000 dólares, según Beckles. Una herida en la pata de Adrián necesitó un extenso cuidado médico y ella todavía es un trabajo en proceso.
Aun cuando Adrián puede haber sido uno de los casos más costosos, Víctor Amor ha sido el más desafiante para el grupo… y quizás el más gratificante.
“Él no era más que un saco de huesos debajo de una palmera en la lluvia”, dice Beckles. Él sufría desnutrición severa, anemia y sarna, una enfermedad de la piel causada por ácaros parásitos. Según el médico de emergencias que lo trató, tenía pocas posibilidades de sobrevivir.
“El perro en realidad se estaba muriendo delante de mí”, dice Beckles. “Le pedí que luchara. Y le rogué que luchara. Le dije: ‘Si luchas, yo voy a luchar contigo, y haremos lo que sea necesario para que estés sano y seas feliz’”.
El lema de la organización es “Luchamos para que los perros de Puerto Rico no tengan que hacerlo”. Es un lema que Beckles toma de manera bastante literal.
Ella es una boxeadora amateur campeona que se pone los guantes para crear conciencia y recaudar dinero para la organización. Las oficinas centrales del Proyecto Sato en Nueva York están en el famoso Gleason’s Gym en Brooklyn. Esa es la base de operaciones de Beckles… y donde ella entrena.
En julio, ella subió al cuadrilátero para un combate de recaudación y sus golpes no fueron en broma.
Estoy muy inspirada por la lucha que estos perros viven dentro de ellos. …Veo hacia atrás a algunos de los perros que hemos rescatado y me imagino que si ellos pueden hacerlo, entonces yo ciertamente puedo recibir un golpe más para ellos”.
Beckles ganó la pelea después de tres intensos rounds, y el evento recaudó aproximadamente 60.000 dólares en el proceso.
Ella dice que más de 1.400 perros han sido rescatados de Dead Dog Beach desde que comenzó el Proyecto Sato en el 2011. Pero no todos los casos tienen un final feliz. En un puñado de ocasiones, Beckles ha tenido que verse en la necesidad de sacrificar a los perros a los que era imposible salvar.
Ella dice que estos días son difíciles, pero que los buenos días hacen que todo valga la pena.
Cada perro es sacado de Puerto Rico luego de su rehabilitación. A la mayoría de ellos los trasladan en cargas de vuelos comerciales hasta Nueva York. Pero algunos han ido a otros lugares, incluyendo a Los Ángeles, Las Vegas, Boston y Vancouver. Uno de ellos incluso viajó en jet privado hasta las Bermudas, dice Beckles.
Durante nuestra visita, 23 perros vuelan a Nueva York. La operación del transporte es hecha con precisión militar: Beckles, Aguirre-Hernández y un grupo de voluntarios empiezan a preparar a los perros antes del amanecer. Son etiquetados, puestos en jaulas y llevados al aeropuerto mientras que el sol se levanta sobre San Juan. Una vez en la carga, los voluntarios se despiden de ellos.
“Usualmente hay lágrimas”, dice Beckles.
Los perros son recibidos en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy por otro grupo de voluntarios, familias de acogida y trabajadores de refugios locales que los reciben para darlos en adopción.
Todos, ‘Bam Bam’, Evelyn y Víctor son ubicados con familias amorosas.
La nueva casa de Bam Bam está en Connecticut. Beckles dice que él pasa parte del verano de vacaciones en Nantucket. Evelyn vive en Nueva York con una familia que primero la recibió temporalmente pero poco después la adoptó. Sus siete cachorros están saludables y pronto llegarán a Nueva York para ser adoptados también. Víctor Amor vive en Long Island; su nueva familia incluye otro perro rescatado del Proyecto Sato.
Beckles dice que el objetivo primordial del Proyecto Sato es hacer de Yabucoa –el hogar de Dead Dog Beach– una comunidad amigable para los perros y el modelo para otros lugares con problemas similares. Ella también tiene planes para un programa de esterilización y castración… algo que requerirá de mucha más financiación. Eso podría significar que Beckles tendría que enfrentar la adversidad a favor de los perros de Puerto Rico un par de ocasiones más.
Para conocer más o donar al Proyecto Sato, ingresa a TheSatoProject.org o síguelos en Facebook.