(CNN) – Los ‘Estados Unidos’ de Donald Trump no es un lugar para debiluchos.
Los legisladores, perdedores y políticos impotentes que se abrazan y se besan están fuera; los hombres de verdad –fuertes, mezquinos y despreciables– estarán dentro si el magnate inmobiliario llega al Despacho Oval.
Esa es la imagen de la nueva nación insolente que Trump promete en los discursos cargados de machismo en los que se basa su poco ortodoxa campaña.
Hasta el momento, la imagen obstinada de Donald es la clave de su atractivo entre los votantes que están hartos de las evasivas de los políticos convencionales y que acogen con entusiasmo sus exaltadas promesas de acabar con lo políticamente correcto y hacer algo.
A la larga, el destino de la deslumbrante campaña presidencial de Trump, quien va a la cabeza de las encuestas, podría depender de si una franja más amplia de estadounidenses se cansa de la jactancia constante y la consideran impropia en un futuro comandante en jefe.
El empresario multimillonario advierte que los tiempos son tan difíciles para Estados Unidos que para hacerles frente se requiere de líderes fuertes.
“Creo que hemos tenido personas muy débiles. Creo que tenemos gente muy débil, incluso en la contienda. No estoy diciendo que no son buenas personas, pero creo que es hora de tener personas fuertes e inteligentes”, le dijo Trump el miércoles al locutor de radio Hugh Hewitt en su programa.
“Si te fijas en China, si miras a algunos de estos países que se están comiendo nuestro almuerzo, ellos tienen personas fuertes e inteligentes. Es tiempo de que tengamos personas fuertes e inteligentes”.
Pero Trump también prometió que si era elegido, no intentaría tener más poder que el que le conferían los cargos de la presidencia ni llegaría a ser un líder autoritario; además, dijo que respetaría y cumpliría la Constitución.
“Yo respeto las reglas del juego. También respetaré las reglas del juego”.
Anteriormente, Trump dijo que “bajará el tono” si es elegido presidente, pero no se ha visto ninguna señal de eso en los últimos días, en tanto que insultó a los mexicanos, le hizo la guerra a Fox News respecto a su presentadora estrella Megyn Kelly y sacó al periodista Jorge Ramos de una conferencia de prensa.
Este es un espectáculo alimentado por la testosterona que ha dejado a sus rivales jadeando por la cobertura de los medios y ha convertido la elección del 2016 en un reality show escalonado. Nadie puede estar completamente seguro de lo que va a salir de la boca de Trump en la televisión en vivo.
Ser duro no es inusual en las campañas presidenciales: es necesario, por ejemplo, para que los candidatos presidenciales demuestren que tienen el valor para ser los comandantes en jefe.
Pero Trump lleva las bravuconadas políticas a un nivel completamente nuevo, vendiéndose a sí mismo como un ariete humano que pulverizará y atravesará el punto muerto y los convencionalismos de Washington.
Y una cosa que no puede soportar es la “debilidad”.
Él está desconcertado con el hecho de que el candidato demócrata Bernie Sanders permita que un evento de campaña sea secuestrado por los activistas afroamericanos.
“Eso demostró mucha debilidad”, declaró Trump en una conferencia de prensa en Michigan.
Según Trump, quien pinta al antiguo gobernador de Florida, Jeb Bush, como un injerto de “baja energía” de la élite política, su enemigo republicano tampoco está a su altura .
“Él tenía muy poco público y muy poco entusiasmo”, dijo Trump recientemente acerca de Bush y atacó violentamente el comentario del 2014 de su rival respecto a que los inmigrantes ilegales vienen a Estados Unidos en un “acto de amor” para mejorar la vida de sus familias.
“Ningún acto de amor. Son cosas duras, son cosas miserables y son cosas de las que habrá que hacerse cargo”, dijo.
La debilidad es, de acuerdo con Trump, una dolencia nacional.
“Este país es ese tipo de objetivo porque somos considerados débiles. Somos un país débil”, le dijo Trump a Chris Cuomo de CNN la semana pasada.
El martes en Iowa, Trump incitó más la crítica contra el establecimiento político: “No sé, hay algo acerca de Washington. Ellos miran estos hermosos edificios, estos hermosos salones y, de repente, se vuelven impotentes. ¿Es esa una palabra apropiada? Creo que sí”.
Trump podría ser duro, pero él insiste en que es justo y que solo ataca cuando lo provocan.
“En realidad soy un contragolpeador. Si te fijas en lo que ha pasado conmigo y con las personas a las que golpeo, en realidad son esas personas las que me han golpeado primero”, dijo recientemente en CNBC.
Pero para él, el cariño no es razón para contenerse.
Le dijo a CNBC que le caía bien Marco Rubio, pero que eso terminaría una vez que su oponente del partido republicano lo criticara.
“Una vez que eso suceda, tú sabes, ya no me caerá bien. … Entonces estaré en su contra”, dijo Trump.
Y reflexionó con aparente arrepentimiento falso sobre la manera en que ya se había ocupado del gobernador de Wisconsin, Scott Walker.
“Le pegué muy duro”, reconoció. “En realidad me voy contra la persona… al igual que en los negocios, ¿correcto?”
Los convincentes monólogos interiores de Trump en lugar de lo que los políticos habituales llaman un discurso de campaña, revelan menosprecio por los rivales que no comparten su mantra de matar o morir.
El martes se preguntó por qué Bush no aplasta a Rubio, su antiguo protegido, por entrar a la contienda por la presidencia en su contra.
“Yo en realidad iría tras ese tipo. Diría que es el tipo más desleal, que es una mala persona y que lo odio”, dijo Trump.
“Miro a esos dos tipos y se están abrazando, besando y sosteniéndose el uno al otro. En realidad, muy parecido algo que Chris Christie hizo con el presidente”, dijo Trump en Iowa.
Dijo que no habrá tal suavidad alrededor de su campaña y se comprometió a nombrar a las personas fuertes en lugar de los políticos que “solo hablan y no actúan”.
“Todos los políticos –todos hablan y no actúan– son una burla. Tenemos que parar. Tengo personas que son tan despreciables, tan mezquinas, que nadie en Iowa querría ir a cenar con ellas. Ellos son los asesinos de Wall Street”.
“La debilidad es fatal en la política, según Trump. Él cree que Mitt Romney perdió la elección contra el presidente Barack Obama en el 2012 porqué “se atragantó como un perro”.
Y afirma que el propio líder machista de Rusia, el presidente Vládimir Putin, se haría dócil con Trump en la Casa Blanca y entregaría al fugitivo de inteligencia que filtró información, Edward Snowden.
“Odia a Obama, no respeta a Obama. …Si fuera presidente, Putin le dice (a Snowden), ‘¡eh!, ¡boom!, ya te fuiste’”, le dijo Trump a CNN en julio. Él a menudo habla de la forma en que encontrará personas inteligentes y “astutas” para lidiar con los chinos.
Pero a veces la grandilocuencia de Trump lo lleva hasta territorio político peligroso… como en sus contiendas con Kelly y con su rival republicana, Carly Fiorina, las cuales algunos líderes del partido temen que podrían perjudicar al Partido Republicano en los ojos de las votantes femeninas.
Además, en ocasiones también parece susceptible personalmente, como cuando recientemente se quejó en Nuevo Hampshire de que Fiorina había sido “despreciable” con él.
“No puedo decirle nada porque es mujer y no quiero ser acusado de ser despreciable con una mujer”.
En el mismo discurso, Trump también proclamó que los hombres de verdad no se hacen masajes.
“No me gusta eso”, explicó. “No me gusta que la gente me toque”.