La joven norcoreana Mun Su Gyong desapareció mientras trabajaba en Camboya, supuestamente tras ser secuestrada por surcoreanos, algo que Seúl niega.

PYONGYANG, Corea del Norte (CNN) – Hace cuatro años, los padres de Mun Su Gyong en Piongyang recibieron una carta de su hija, decorada con gran colorido con corazones rosados, y adornada con fotografías de ella misma. Debido a que la mayoría de la población no cuenta con acceso a Internet, los habitantes de Corea del Norte aún se comunican como antes, con tinta y papel.

La carta ahora es una de sus posesiones más preciadas: un recuerdo único que un correo electrónico jamás podría llegar a ser. Esto fue lo último que supieron de su hija.

En la carta, Mun, quien tenía 20 años en aquel momento, le dijo a sus padres que pronto vendría a casa. Tres años antes, ellos habían tenido el orgullo de enterarse de que su hija había sido elegida para trabajar en el extranjero en un restaurante norcoreano propiedad del estado en Phnom Penh, Camboya.

Los restaurantes como este son importantes generadores de moneda extranjera para Corea del Norte, un país que se ve restringido de muchas formas de la economía internacional gracias a duras sanciones impuestas debido a su programa de armas nucleares. Las meseras que trabajan en estos establecimientos son elegidas por su belleza y sus habilidades de canto y baile, pero lo más importante, por su lealtad.

Desaparición

Semanas después de escribirles esa carta a sus padres, en la que les decía que pronto regresaría a casa en cuestión de semanas y les pedía hacer los preparativos para que pudiera asistir a la universidad, Mun Su Gyong desapareció.

Sus compañeros de trabajo, norcoreanos, dicen que los clientes habituales con quienes Mun tenía amistad la secuestraron.

El exgerente del restaurante, el cual ya ha sido cerrado, cree que los hombres eran espías surcoreanos que frecuentaron el restaurante durante dos años, haciéndose pasar por empresarios norcoreanos.

Testigos proporcionados a CNN por el gobierno norcoreano dicen que los hombres obligaron a Mun a entrar a un auto y se la llevaron.

Sin embargo, un funcionario del gobierno surcoreano ha dicho que las afirmaciones son “completamente infundadas”.

Independientemente de las circunstancias de su desaparición, la familia de Mun se sintió devastada.

Visita a Pyongyang

CNN los visitó en su apartamento en Pyongyang, donde mantenían su habitación como un santuario, con sus pertenencias intactas. Ella le había enviado a su hermano, previo a su regreso a casa, su peluche favorito de Snoopy. “Todos los días regreso a casa del trabajo y voy a su habitación para ver si algo ha cambiado, si ella ha regresado a casa”, nos dijo su madre, Kim Sun Jong.

Kim Sun Jong, quien es artista, y su esposo Mun Sun Jin, oficial de policía, flaquean entre un torrente de lágrimas y cariñosas sonrisas mientras nos muestran las muchas fotografías en sus álbumes. Susurran comentarios mientras ven fotos de su hija cuando era niña. Los recuerdos que la mayoría de personas compartirían en Facebook hoy en día, son guardados en álbumes de fotografías en Corea del Norte.

Ellos dicen que estaban muy orgullosos cuando su hija fue elegida para trabajar en el extranjero, aunque eso implicaba pasar tres o cuatro años lejos de casa, sin derecho a regresar. Solo los jóvenes más confiables son enviados a trabajar al extranjero, nos dicen. Incluso en el extranjero, los norcoreanos viven según los valores comunales y socialistas de su sociedad. Su vivienda es proporcionada por el estado. Ellos viven, trabajan y estudian juntos.

Sus padres dicen que Mun era una socialista leal con un “corazón limpio”. Ella incluso se tomaba el tiempo para desempolvar un cartel indicador en Phnom Penh que llevaba su nombre en honor a Kim II Sung, el fundador de Corea del Norte que aún tiene el título de “presidente eterno” más de dos décadas después de su muerte.

Ella envió a casa fotos de sí misma, en las que a menudo entretenía a los clientes con canciones y bailes. Utilizaba ingeniosos trajes modernos y vestidos tradicionales coreanos. Ella posaba con las otras jóvenes con las que trabajaba.

Leal y devota

Sus padres dicen que ella era leal y devota a su país, a su familia y a su líder. Lo único que impediría que regresara a su país natal, dicen, sería un secuestro o un engaño.

Decenas de miles de norcoreanos han hecho el arriesgado viaje a Corea del Sur desde la década de los noventa. Los desertores en Corea del Sur a menudo dicen que huyen de la represión y la pobreza. El gobierno de Corea del Norte dice que ellos son criminales que buscan escapar de su pasado, o víctimas de traficantes de personas, quienes fueron engañados para desertar y luego obligados a mentir acerca del Norte a fin de sobrevivir.

El padre de Mun dice que no piensa que ella podría haberse ido de manera voluntaria. Pero independientemente de la verdad del asunto, esto atormenta a su familia. “El dolor nunca ha desaparecido”, dice. “Solo ha aumentado en los últimos cuatro años”.

Su madre, Kim Sun Jong, mira hacia la cámara y le habla directamente a su hija. “Te esperaré hasta el final de mis días. Creo firmemente que te engañaron para que fueras allá. Confío en ti”.