(CNN) – Es un momento común de la era digital.
El artista conceptual y fotógrafo Eric Pickersgill se había quedado dormido con su teléfono móvil en la mano cuando el dispositivo se cayó y golpeó el suelo. Cuando se despertó sobresaltado, se dio cuenta de que su mano parecía que aún estaba sosteniendo el teléfono, y tenía el pulgar listo para desplazarlo por la pantalla.
Se encontraba unido a su teléfono incluso mientras estaba inconsciente.
El momento solidificó una idea que había estado rondando en la mente de Pickersgill desde un viaje reciente que hizo a Nueva York. Él se encontraba trabajando en un café una mañana, sentado al lado de una familia de cuatro. El padre y sus dos hijas jugaban con sus teléfonos mientras la madre miraba tristemente hacia fuera por la ventana.
“Era como si ella pudiera haber estado de pie en medio del desierto sola, y la luz era realmente hermosa sobre su rostro”, dijo. “Y como fotógrafo, fue uno de esos momentos que solo era una imagen, y fue como si se quedara en mi mente de esa manera”.
Luego se quedó dormido con su teléfono. “Fue entonces cuando se hizo más claro. Vi la posibilidad de una fotografía sin tener el dispositivo en la mano”.
Pronto se decidió por su próximo proyecto fotográfico: “Removed”. La serie captura cómo nos vemos cuando nos encontramos en público, pero estamos absortos en nuestros dispositivos móviles. ¿Lo único que falta en las fotografías? Los dispositivos en sí. Esto constituye una escena sorprendente: una persona cautivada, bueno… por nada.
Criticar el vínculo moderno con la tecnología no es un concepto nuevo, lo entiende, pero Pickersgill se dio a la tarea de explorarlo a su manera. Él toma las fotos con una cámara de fuelle de gran formato; parece una caja grande en un soporte, cubierta de tela. Él usa la tecnología antigua en parte por la manera en la que contrasta con el celular.
“He realizado trabajos anteriormente donde estaba afuera en el mundo con la cámara de fuelle, y hacía uso de eso para crear conexiones con otras personas”, dijo. “Uno podría argumentar que en cierta forma se yuxtapone a lo que el celular hace, que es aislar a otras personas de nosotros en público, así que la puedes usar para presentar a los ocupados o inaccesibles”.
Pickersgill, de 29 años, empezó pidiéndole a sus familiares y amigos que posaran con sus dispositivos, y luego les quitó los teléfonos de las manos para una exposición fotográfica. Después, abordó a extraños que estaban utilizando sus dispositivos en público, y les preguntó si podía fotografiarlos.
A sus sujetos los atrae la oportunidad de “actuar” para la cámara: posar con el teléfono y luego sin él. La singular elección de cámara ayuda. “Valida mi presencia. Las personas dicen ‘Oh, esto es arte’”.
Mientras se embarcaba en la serie, Pickersgill pensó en cómo los teléfonos móviles y la riqueza de información que proveen nos hacen pobres socialmente, e incluso ocasionan problemas médicos como alteraciones del sueño. Él decidió dejar de depender tanto de su teléfono, y se quejó con su esposa, Angie, acerca de su hábito de usar los teléfonos antes de acostarse. Los dispositivos a menudo eran la última interacción que cada uno tenía antes de dormir.
“Espero que haya algunas familias que vean este trabajo y pongan una canasta cerca de la puerta, a fin de colocar ahí los teléfonos antes de que todos se sienten a comer”, dijo.
Pickersgill, quien recientemente obtuvo una maestría en Bellas Artes de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, dice que no quiere que crean que tiene una actitud de superioridad con el proyecto. Sus propios intentos por separarse de su dispositivo móvil han tenido un éxito variado; siempre regresa a él y compara el vínculo con una adicción.
“Definitivamente estoy implicado en este trabajo. Creo que todos lo están”.
Algunos observadores lo han acusado de hipocresía, dijo, porque está recibiendo atención por un material gráfico que utiliza la misma tecnología que él representa de forma negativa.
Él espera que la lección sea que tomemos una pausa para considerar cuánto tiempo usamos nuestros teléfonos de forma innecesaria, cuando podríamos estar interactuando unos con otros. Todo se reduce a esa mamá y a su familia hiperconectada.
“Con este trabajo no le estoy tratando de decir a nadie cómo vivir sus vidas”, dijo. “Solo estoy tratando de crear un momento para otras personas que quizá tenga tanto impacto como el momento que yo viví en el café, lo cual me hace volver al punto de partida”.