(CNN) – El mundo de Silene Fredriksz se desmoronó en el momento en que su hijo y su novia murieron cuando el vuelo MH17 fue derribado. Días después de la tragedia, la acongojada madre rogaba por que alguien “cuide de mi hijo y mi hija… tráiganlos a casa”.
Pero, a pesar de su suplica personal, ella no logró nada hasta que, meses más tarde, los trabajadores recuperaron el pie de su hijo del lugar del accidente.
Después fueron hallados un bolso y algunos objetos personales que la pareja llevaba con ellos en su viaje hacia lo que deberían haber sido unas vacaciones soleadas y divertidas.
Luego de quince largos meses desde que el vuelo 17 de Malaysia Airlines cayó desde los cielos sobre Ucrania el 17 de julio de 2014 y se hizo pedazos en los campos cerca de la frontera rusa, Fredriksz no tiene mucho más; ningún cuerpo ha sido repatriado para que la familia lo llore y lo entierre.
Bryce, de 23 años de edad, y Daisy, de 20 años de edad, se dirigían a Bali, vía Kuala Lumpur. Habían planificado unas relajantes vacaciones para ayudar a que Daisy se recuperara después de la muerte de su madre, tan solo unos meses antes.
En vez de eso, su viaje tuvo un fin prematuro cerca del pueblo de Hrabove al este de Ucrania.
Fredriksz, quien pagó los vuelos de la pareja, dice que ha sido incapaz de seguir adelante desde el desastre.
“Está en tu cabeza todo el tiempo. Cuando despiertas es en lo primero que piensas: ‘Ah sí, ellos están muertos’. Y entonces comienza todo otra vez”.
Cualquier cosa se lo recuerda, dice ella. “Un pensamiento, un recuerdo, la música”, todo resulta un detonador de una corriente de emociones.
Bryce y Daisy eran “un poco locos, divertidos… tan solo dos personas jóvenes y brillantes… con el futuro por delante”, recuerda Fredriksz, que platica con CNN en su casa en Rotterdam. “Estaban llenos de planes, querían vivir juntos, tener una casa propia”.
Poco después de que el MH17 se viniera abajo, Fredricksz le hizo una vehemente súplica a Vladímir Putin para que ayudara a asegurarse de que los cuerpos de la pareja –y de todos aquellos muertos en el MH17– fueran rápidamente regresados a sus seres queridos.
“El Sr. Putin tiene que hacerse cargo de mi hijo y mi hija”, le dijo a los equipos de televisión reunidos en el aeropuerto Schiphol de Ámsterdam. “Tráigalos a casa”.
Los rebeldes que recibían el apoyo de Rusia habían sido acusados de derribar el avión… una afirmación que Rusia niega.
Fredriksz no tenía la intención de convertirse en uno de los “rostros” del desastre; ella simplemente había ido a reunirse con su hermano y a dejar flores en el santuario que había surgido ahí.
“No me gustó cuando vi las cámaras, pero luego algo en mi mente cambió y pensé: “Dejemos que el mundo sepa; [necesitan] conocer quién murió y el dolor que esto causó”.
“Es más fácil entender y sentir lo que sucedió si ves el dolor de las familias. No es solo el avión, son las personas: niños, niños pequeños, personas felices que van de vacaciones”.
En ese momento, había poca información acerca de lo que había sucedido… o lo que estaba sucediendo en el sitio del accidente, a unas 1.700 millas en el este de Ucrania.
“Lo único que sabíamos en ese momento, [era que] ellos estaban en Ucrania”, recuerda Fredriksz. “Sabíamos que habían encontrado cuerpos completos pero no sabíamos cuántos”.
Ella dice que durante días, a las familias de aquellos que iban a bordo las dejaban viendo de lejos, mientras que en el suelo de Ucrania “No sucedía nada, no sucedía nada en absoluto”.
“Estuvieron tendidos en un campo durante días, y luego el siguiente punto fue un tren y el tren se movía y los mantuvieron como rehenes… los cuerpos en el tren. [Fue algo] horrible, realmente horrible”.
Inclusive cuando los cuerpos comenzaron a ser repatriados, fue poco lo que había en el camino para que Fredriksz y su familia pudieran cerrar ese capítulo y seguir adelante.
En diez ocasiones, cuando los aviones militares repletos de ataúdes aterrizaban en los Países Bajos para identificación, ella fue al aeropuerto… con la esperanza, en cada ocasión, de que los cuerpos de sus seres queridos estuvieran dentro.
“Cada vez pensaba que ellos podrían regresar”, recuerda ella. “En cada carro que estaba frente a mí, pensaba: ‘En ese ataúd pueden estar ellos’”.
Tristemente para las familias de Brice y de Daisy, no habría una solución sencilla; más de un año después, solo una pequeña proporción de los restos de la pareja han sido encontrados.
“La primera identificación de Brice fue el 10 de septiembre del año pasado”, dice Fredriksz, con naturalidad. “Eso fue solo su pie y luego se supo que no lograríamos recuperar cuerpos completos.
“Su pie… completamente quemado. Cuando escuchas eso, no puedo describir cómo se siente”.
Algunas de las pertenencias de la pareja han sido recuperadas a lo largo de los últimos 15 meses –pero muchas permanecen sin aparecer– y Fredriksz se preocupa porque puedan haber caído en las manos equivocadas.
“Encontré el bolso de Daisy en la base de datos, completamente limpia y sin quemaduras, como si estuviera nueva”, dice. “Los boletos impresos estaban dentro, los pases de abordaje, todo limpio, como si recién hubieran salido de la impresora…”
“[Pero] sé que había más en la bolsa, como los pasaportes. Han desaparecido. Pienso que fueron robados. No sé qué están haciendo con ellos, actividades criminales probablemente”.
Como muchos otros familiares de los muertos, ella aún espera visitar el lugar del accidente en el este de Ucrania algún día; sin “cuerpos” recuperados, ella ve el sitio como si fuera el lugar donde están sus tumbas, su lugar final de descanso.
“Queríamos ir este año, pero todos nos aconsejaron que no lo hiciéramos porque todavía es muy peligroso” dijo. “En el invierno, si hay mucha nieve, no puedes llegar al lugar del accidente”, así que esperamos poder ir el otro año”.
Sin embargo, antes de eso viene la publicación del informe final sobre el desastre… Fredriksz espera que este ayude a responder muchas de las preguntas que ella tiene sobre lo que sucedió ese día de julio.
“Espero que diga la verdad, porque eso es lo que queremos saber: ¿Qué sucedió? ¿Quién lo hizo?, ¿Quién es responsable? ¿Por qué un vuelo de Malaysia Airlines volaba sobre una zona de conflicto?”
“Eso no los traerá de regreso pero necesitamos saber la verdad para nosotros mismos, [y] por los hijos”.
Hasta que las circunstancias del accidente sean explicadas de manera apropiada y que se den advertencias claras, ella teme que otro accidente del tipo del MH17 pueda suceder nuevamente… y pronto.
“Puede ser tu hijo la siguiente semana… esto puede suceder nuevamente. El asunto no es “si sucederá”, es “cuándo sucederá”, porque las personas están locas y si tienen armas, las usarán, ya hemos visto eso”.
Ella dice que no espera mucho del informe: “Mis expectativas son muy bajas, pero sí tengo esperanzas”.
“Tengo la esperanza de que habrá [justicia] pero pienso que no la habrá porque si pareciera que Rusia tiene la culpa, Rusia no cooperará, lo negarán todo, ya están haciéndolo”.
“Pienso que todos están temerosos de la verdad y que puede haber un conflicto porque si pareciera que el culpable fue Rusia, entonces, ¿qué es lo que sigue?”
Y sin importar lo que diga el informe, no importa lo que traiga el futuro, Fredriksz dice que nunca será la misma persona que era antes del accidente: “Soy diferente. La vida es diferente”.
Porque una gran parte de su vida se perdió ese día, en los cielos sobre el este de Ucrania.
“Es todavía muy difícil creer que ellos están muertos y que nunca regresarán a casa otra vez”, dice, rodeada de fotografías de Bryce y Daisy.
“Se fueron de vacaciones, tomaron un avión y simplemente… desaparecieron”.