Jim Melo es hijo de migrantes mexicanos que llegaron a Estados Unidos a principios de los 90; él creó una empresa de abogados y dice que ser estadounidense es una gran responsabilidad.

(CNNMoney) – Para Jim Melo, ser estadounidense es una enorme responsabilidad.

Sus padres y hermanos llegaron a Estados Unidos sin papeles a principios de la década de 1960, desde México. Para sobrevivir, ellos recogían fruta en el Norte de California, en donde Melo eventualmente nació.

Como la primera persona de su familia que nació en Estados Unidos, Melo se esforzó muchísimo para salir adelante.

“Yo era la encarnación física del sueño estadounidense de mis padres”, dice Melo.

Ese deseo estimuló a Melo a esforzarse en la escuela, a lograr un título en la Liga Ivy, a graduarse de la facultad de leyes y, eventualmente, a abrir su propia firma de abogados en Durham, Carolina del Norte.

“Mis padres me dijeron: ‘puedes hacer lo que quieras y ser lo que quieras’”, dijo Melo, quien ahora tiene 44 años de edad. Y desde una edad muy temprana, Melo sabía lo que quería.

Los padres de Melo eran granjeros en el Norte de California. En la foto, él y su hermana.

Los padres de Melo fueron granjeros inmigrantes en el Norte de California. En esta foto aparece él con su papá y su hermana.

“Cuando la gente me preguntaba qué quería ser cuando fuera grande, nunca respondí ‘bombero’… siempre respondí ‘abogado’”, dijo.

Él sabía que una buena educación era la clave para lograr este sueño y decidió que quería entrar en una universidad de la Liga Ivy… ya fuera Harvard, Princeton o Yale.

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“Pero nadie en casa me corregía el inglés puesto que mis padres no hablaban muy bien el inglés”, dijo. Así que aprendió inglés viendo televisión, en especial, Plaza Sésamo (Sesame Street). Y leía… muchísimo. “Tenía un apetito voraz por los libros”.

La familia de Melo se mudó a Ferguson, Missouri cuando él era un niño pequeño. Además, a finales de la década de 1970, ellos obtuvieron la ciudadanía estadounidense mediante el programa de amnistía del presidente Carter.

Los padres de Melo son de un pequeño pueblo ubicado en las montañas del estado de Hidalgo, México.

Aun cuando Ferguson se ha convertido en el epicentro de las relaciones raciales tirantes, Melo dice que sus años de infancia fueron idílicos. Su padre trabajaba en un empleo sindicalizado construyendo Corvettes en la planta cercana de General Motors. Su mamá construía tanques militares en Sunbeam Corp.

Después de la escuela primaria, la familia se mudó a Albany, Georgia, porque su padre consiguió un trabajo en una planta de repuestos Delco Remy.

Una vez que llegaron a Georgia, “rápidamente me di cuenta que las escuelas en los vecindarios negros eran las escuelas malas y las de los vecindarios blancos eran las escuelas buenas”, dijo Melo.

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También se dio cuenta de que si quería ser aceptado en los “Ivies”, necesitaría ir a una de las buenas escuelas. Así que le pidió a sus padres compraran una casa en un buen distrito escolar… y lo hicieron.

Afortunadamente para entonces, el nivel de ingresos de los padres de Melo era bueno. Su papá tenía un buen trabajo en la industria automotriz y su mamá se encargaba de varios restaurantes mexicanos exitosos.

Era una buena vida, pero cuando Melo entró a sus años de adolescencia, entró en rebeldía. “Yo bebía y fumaba marihuana”, dijo. Y luego de que una noche la policía lo detuviera mientras conducía desde una fiesta hacia su casa, supo que necesitaba cambiar de ambiente.

Durante sus años de adolescencia, Melo andaba en un camino de rebeldía. "Bebía y fumaba marihuana", dice.

El hermano de Melo estudiaba en la Universidad Brigham Young en Provo, Utah, y Melo le pidió a sus padres que le permitieran vivir con él y asistir a la secundaria allí.

“En el momento en que entré (a mi nueva secundaria en Utah) supe que era totalmente diferente”, dijo. “Me inscribí en todos los cursos avanzados que podía llevar, me involucré en el gobierno estudiantil y participé en atletismo a campo traviesa”.

Él estaba tan decidido a ir a Harvard, Yale o Princeton, que solo aplicó a esas universidades… no necesito aplicar a otra universidad ‘por si acaso’, pensó. Él lo pensó dos veces cuando lo dejaron en la lista de espera en Harvard y en Yale. Finalmente, fue aceptado en Princeton.

Después de terminar su primer semestre, Melo partió por dos años como misionero mormón a Chile. Cuando estaba en el extranjero, su padre murió y empezó a cuestionarse sobre su religión.

“La religión nos decía que no podías hacer o ser lo que tú quisieras ser”, dijo.

Esto era lo contrario de lo que sus padres siempre le habían dicho. “El sueño estadounidense ganó”, dijo.

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Melo regresó a Princeton, se graduó y luego se mudó a San Francisco. Él fue autodidacta en el lenguaje de programación HTML y resultó trabajando para varios emprendimientos como programador al inicio de los días de la burbuja puntocom.

Y aunque no se hizo millonario (ninguna de las empresas para las que trabajó llegó a cotizar en bolsa), dice que su ingreso fue muy bueno. Él dejó de trabajar justo antes del estallido de la burbuja y decidió que era hora de asistir a la facultad de leyes. “Pero antes, viajé por el mundo y disfruté de mi dinero”, dijo.

A los 32 años de edad, Melo emprendió el camino para obtener su título de abogado en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

Después de graduarse en el 2006, Melo ejerció el derecho penal pero, eventualmente, se encontró aceptando más y más casos de inmigración.

“No fue algo que realmente haya querido hacer. El derecho de inmigración es, en su mayoría, papeleo”, dijo.

El equipo de Melo & Hurtado PLLC

Pero un número cada vez mayor de sus clientes latinos estaban siendo aprehendidos por la policía y luego desaparecían o los detenían más de las 48 horas que la ley permite.

Para el 2008, Melo estaba aceptando casos de inmigración a tiempo completo.

“El condado de Wake retenían a las personas durante más de 48 horas, y muchos de mis clientes estaban siendo deportados”, dijo. “Así que demandé al condado bajo un recurso de hábeas y gané”.

El condado de Wake ahora respeta el límite de 48 horas.

Desde entonces, Melo regresó a ejercer el derecho penal. Ahora, uno de sus asociados se encarga de los casos de inmigración.