Rafe Esquith, el segundo desde la derecha, recibió la Medalla Nacional de las Artes del presidente George W. Bush en 2003.

(CNN)– El segundo distrito escolar más grande de Estados Unidos enfrenta una demanda colectiva por 1.000 millones de dólares en la que se afirma que llevan a cabo “cacerías de brujas” en contra de los maestros de edad avanzada en un “hábil” esfuerzo por ahorrar dinero en los beneficios de jubilación.

La demanda fue presentada el jueves en nombre de más o menos 2.000 profesores por Rafe Esquith, de 61 años, uno de los maestros más conocidos y más populares del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles.

Esto surge luego de que se dieran a conocer informes en relación a que la junta escolar de Los Ángeles votó por unanimidad a puertas cerradas para despedir a Esquith por mala conducta. Anteriormente este año, sacaron a Esquith de su salón de clases y lo sometieron a una investigación.

El caso de Esquith ha ganado el apoyo de los actores Hal Holbrook y Sir Ian McKellen, quienes durante mucho tiempo han admirado los esfuerzos del maestro por llevar las obras clásicas de Mark Twain y William Shakespeare a los estudiantes inmigrantes de bajos ingresos.

La demanda del jueves es “la demanda colectiva más grande presentada por maestros en la historia de la educación pública”, dijo el abogado Ben Maiselas, quien representa a Esquith, el demandante principal, junto al abogado y analista legal de CNN, Mark Geragos.

El distrito escolar no quiso hacer comentarios. Portavoces dijeron que los funcionarios del distrito no habían revisado la demanda y no podían comentar sobre el despido, ya que es una cuestión confidencial sobre el personal. El jueves, una vocera mencionó un informe sobre el despido, al citar fuentes anónimas del distrito, en el diario Los Angeles Times. Ese informe indicaba que la junta actuó por recomendación de administradores de alto nivel.

La demanda de Esquith acusa a los administradores de abusar de las medidas disciplinarias a fin de sacar a los maestros mayores para que el distrito no les tenga que pagar los beneficios de jubilación, entre ellos pensiones y el cuidado de la salud.

Sostiene que el trato que se le dio a Esquith concuerda con un patrón: que los maestros que se acercan a la edad de jubilarse repentinamente son sacados de sus clases y son puestos en lo que los maestros y su sindicato llaman “cárcel para maestros”; es decir, pasan tiempo en una oficina o en casa a la espera de que se realicen investigaciones que a menudo conducen a despidos.

Las autoridades del distrito no pudieron decir cuántos maestros habían sido enviados a la “cárcel de maestros” en los últimos cinco años. Pero el fiscal del distrito, David Holmquist, dijo recientemente que más o menos 170 de los 31.748 maestros del distrito se encontraban suspendidos bajo la sospecha de mala conducta. Si el pasado sirve de indicio, menos de la mitad de ellos regresarán al salón de clases, añadió.

Geragos dijo a los periodistas en una conferencia de prensa que más de 1.000 maestros han enviado correos electrónicos en los que dicen que ellos también habían sido sometidos a la cárcel de maestros. Además, dijo, los exalumnos de Esquith se han quejado de la forma en la que han sido interrogados por los investigadores del distrito.

Geragos dijo que el distrito cuenta con “un equipo que sale a intimidar y a tratar de obtener declaraciones de los estudiantes que pueden usar para procedimientos al estilo de tribunales irregulares”.

“Hago un llamado al cierre por completo del distrito escolar de Los Ángeles”, dijo Geragos. Él describió al distrito como “una organización corrupta” que ha manchado la reputación de Esquith través de “filtraciones difamatorios y escandalosas”.

La demanda presentada el jueves busca darle a Esquith un estatus legal de “informante”, y se produce luego de meses de negociaciones fallidas y una intensa retórica sobre su caso.

Hasta abril, Esquith era maestro de quinto grado en la Escuela Primaria Hobart Boulevard. Pasó 30 años en la escuela, que se encuentra en un barrio de familias de bajos ingresos y de inmigrantes de primera generación.

Esquith también dirigía un grupo de teatro muy conocido, el Hobart Shakespeareans, el cual organizaba musicales anuales basados en obras de William Shakespeare. Las producciones, así como varios éxitos de librería que Esquith ha escrito sobre su filosofía y métodos de enseñanza, le otorgaron la aclamación internacional como educador.

Estos son algunos de los honores de Esquith: la Medalla Nacional de las Artes 2003, un premio Walt Disney American Teacher Award como el maestro sobresaliente del año, un premio “As You Grow” de la revista Parents y un premio “Use Your Life” de 100.000 dólares de Oprah Winfrey.

También ha sido nombrado miembro honorario de la Orden del Imperio Británico.

Esquith y los Hobart Shakespeareans se hicieron famosos hace varios años luego de que PBS transmitiera un documental sobre ellos. En 2012 se presentaron en la Conferencia anual TED.

Anteriormente este año, Holbrook y McKellen aparecieron en un video en YouTube en apoyo a Esquith.

“Es un maestro extraordinario”, dice Holbrook.

“Rafe Esquith es mi héroe”, dice McKellan.

Demanda afirma que hubo un ‘patrón constante’

Los abogados de Esquith dijeron que no han recibido la notificación de su despido, ni detalles de la mala conducta que llevó a la decisión de despedir a Esquith.

Sin embargo, el distrito ha presentado algunas de las acusaciones en comunicaciones pasadas, incluso en correspondencia con Esquith, sus abogados y la junta de los Hobart Shakespeareans, al igual que una declaración emitida por el superintendente más temprano en la investigación. Estas son algunas de las acusaciones:

• Hablar acerca de la desnudez en clase

• Mantener contenido sexual en su computadora de la escuela

• Comprarle comida a los estudiantes sin el permiso de sus padres

• No lograr obtener los permisos adecuados para las excursiones

• Hacer un mal manejo del dinero de la organización sin ánimo de lucro de los Hobart Shakespeareans

• Violaciones imprecisas a la “ética del gobierno”

• Abusar físicamente de un chico en un campamento de Jewish Day hace más de 40 años, una década antes de que Esquith empezara a dar clases.

Además, los investigadores en un punto exigieron las declaraciones fiscales personales de 15 años, registros bancarios y recibos vinculados con los Hobart Shakespeareans.

Esquith dice que si bien no es perfecto, él no cometió ningún delito sexual o financiero. Él dice que personalmente pagó las producciones de los Hobart Shakespeareans y los gastos de los viajes, entre ellos visitas a universidades y un viaje anual al Festival de Shakespeare de Oregón.

Esquith puede apelar el despido ante un juez administrativo. Pero el hecho de que ha presentado una demanda colectiva sugiere que tomará un rumbo distinto. La demanda busca daños punitivos, pero no exige la reincorporación.

Lo que sí busca es una orden judicial que cierre las “cárceles de maestros” y una compensación de “más de 1.000 millones de dólares” en nombre de aproximadamente 2.000 maestros de Los Ángeles. Le pide al tribunal que le dé a los maestros los mismos derechos al debido proceso que tendrían si enfrentaran cargos penales.

Según la demanda, las investigaciones que el distrito hace de sus maestros son “cacerías de brujas” imprecisas, no concluyentes y sin rumbo fijo para sacar a relucir cosas y justificar los despidos.

Las investigaciones y los despidos “siguen un patrón sorprendentemente sistemático”, dice la demanda. “Un maestro mayor, con experiencia, y bien remunerado inesperadamente será retirado del salón de clases de manera drástica”.

A los maestros nunca se les informa por qué ocurre esto, ni se les da detalles sobre la supuesta mala conducta, según la demanda.

“El distrito escolar de Los Ángeles no ofrece ninguna descripción de cualquier queja pendiente o cargos contra el maestro, ni nada por el estilo”, dice la demanda. “De manera inquietante, desde el mismo inicio, los administradores del distrito escolar de Los Ángeles etiquetan a los maestros de inmorales, poco éticos, ladrones, abusadores o criminales, mientras al mismo tiempo, dicho distrito coloca a los maestros bajo un secreto de sumario”.

Los dejan sentados en un cubículo, “viendo a la pared” durante seis horas al día. Algunos de los “presos” en la cárcel de maestros han estado allí durante tres años, dice la demanda. Ellos describen la experiencia como degradante, una forma cruel de tortura para alguien que está acostumbrado a llevar una aula.

‘Un obstáculo en el camino’

Esquith dice que su viaje a la cárcel de maestros comenzó el 19 de marzo… con una broma. La clase había leído el clásico de Mark Twain, “Las aventuras de Huckleberry Finn” juntos. No había duda de que todos ellos estarían de acuerdo.

Él trajo a colación el tema del dinero. O, mejor dicho, la falta de él. Si no recaudaban más, tendrían que presentarse como el rey en Huck Finn.

Desnudos.

Los estudiantes asintieron mientras citaba el pasaje:

“Por fin, después de haber aumentado lo suficiente las expectativas de todos, subió la cortina. Al minuto siguiente, el rey salió a gatas, desnudo. Tenía anillos y franjas pintadas por todas partes de todos colores y se veía espléndido como un arco iris”.

Otra miembro del personal lo escuchó. Ella se quejó con el director respecto a que Esquith estaba hablando de la desnudez con niños de quinto grado.

Lo llamaron a la oficina, donde la otra empleada de la escuela estaba sentada, llorando. “No quiero que esto arruine nuestra amistad”, dijo. Al ver su expresión de desconcierto, el director trató de calmar las cosas, al decirle a Esquith que no tenía nada de qué preocuparse.

“Este es un obstáculo en el camino”, dijo Esquith que fueron las palabras del director. “Necesito aconsejarte que seas cuidadoso con lo que dices frente a los estudiantes”.

Cuando regresó de las vacaciones de primavera, a Esquith le dijeron que la otra empleada de la escuela había presentado una denuncia formal, la cual había sido reenviada al comité estatal de credenciales de maestros en Sacramento.

“Esto no es nada”, dijo Esquith que expresó el director.

Las autoridades del distrito escolar presionaron a Esquith para que escribiera una disculpa. Él eligió sus palabras cuidadosamente:

“Lamento profunda y sinceramente que cualquier comentario que alguien escuchó, o creyó haber escuchado, que haya incomodado a algunas personas. Soy un maestro a quien lo enorgullece el profesionalismo. Me visto impecablemente para mi trabajo. Más de 1.000 maestros al año vienen a mi clase a buscar mi orientación en la profesión de la enseñanza. Como maestro orgulloso, me entristece profundamente esta situación”.

Aparentemente, la disculpa no fue suficiente. El 10 de abril, a Esquith le informaron que lo iban a sacar de su clase debido a acusaciones de un serio problema de mala conducta. Le dijeron que se presentara a la cárcel de maestros. Le ordenaron que no hablara con nadie; si lo hacía, perdería su empleo inmediatamente.

Otros maestros a su alrededor contaban chismes y trabajaban en planificaciones, dijo. Esquith no habló al respecto y trató de averiguar qué estaba pasando.

Mientras estaba en la cárcel maestros, la empleada que había presentado la denuncia formal le comenzó a enviar mensajes de correo electrónico en los que le expresaba su apoyo:

“Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, y si hay algo que necesites, por favor dímelo”, dijo en un correo del 22 de abril. “Mis pensamientos están contigo constantemente y te deseo lo mejor”.

Según la demanda, a Esquith no le dieron la oportunidad de defenderse. Las reuniones que tuvo con las autoridades escolares adquirieron un tono claramente acusatorio. En una reunión, el 27 de mayo, dijo que los investigadores le preguntaron: “¿A qué maestros no les agradas? ¿Con quién saliste en la universidad?” Las preguntas le parecieron extrañas.

Él le preguntó a las autoridades de la escuela por qué no querían saber a quiénes le agradaba, al señalar que su clase es un imán para maestros de todas partes del país. Él indica que le dijeron “Ese no es nuestro trabajo”. “Nuestro trabajo es encontrar a las personas a quienes no les agradas”.

Esquith recordó con una sonrisa compungida que el investigador que lo sometió a investigación por Oprah Winfrey le dijo “Vives una vida muy aburrida”.

Con el tiempo, los investigadores empezaron a sacar de clase a quienes habían sido sus estudiantes y a buscarlos en sus casas. Una vez más, las respuestas parecían tendenciosas.

“Esto concuerda con un patrón y una práctica inquietantemente constante de que los investigadores del distrito escolar de Los Ángeles aterroricen, atormenten y abusen de los estudiantes a fin de obtener declaraciones que se ajusten mejor a su narrativa para despedir a un determinado maestro”, dice la demanda.

Según la demanda, a los estudiantes les hacían preguntas como “¿Qué cosas repulsivas hacía el maestro X?” o “¿Alguna vez te ha visto el maestro X de manera curiosa?” Los investigadores también preguntaron si su maestro “los hacía sentir incómodos” o que explicaran por qué cierto maestro podría ser “racista”.

Muchos de los exalumnos y partidarios de Esquith dicen que les resulta difícil coincidir las preguntas con el dedicado maestro que conocen.

Media docena de exalumnos que hablaron con CNN dijeron que nunca habían experimentado nada inapropiado con el maestro. Algunos dijeron que lo consideran un mentor y un miembro de la familia.