(CNN) – Lucy, un cruce entre Labrador retriever y un perro de aguas irlandés, fracasó miserablemente en una escuela de perros guía. Dado que ella era curiosa y fácilmente excitable, los olores aleatorios la distraían de la ruta que seguía su amo, y no pasó mucho tiempo antes de que la sacaran sin contemplaciones.
Sin embargo, sus dueños sabían que su inteligente perra escondía una sorpresa. Ellos decidieron, que si su nariz la estaba metiendo en problemas (después de todo, nació para ser un perro de caza), ¿por qué no entrenarla para oler algo útil?
En los siguiente siete años, Lucy aprendió a olfatear el cáncer de vejiga, de riñón y de próstata e incluso fue utilizada en un estudio. Con el paso de los años, ella ha sido capaz de detectar correctamente el cáncer en más de un 95% de las veces. Eso supera a muchas pruebas utilizadas para diagnosticar el cáncer.
Ahora, Lucy es parte de un gran ensayo clínico de caninos para la detección del cáncer. La organización británica “Perros de Detección Médica”, tiene ocho perros que olfatean 3.000 muestras de orina de pacientes del Servicio Nacional de Salud, para identificar si pueden distinguir quién tiene cáncer y quién no.
Claire Guest es la directora ejecutiva de Perros de Detección Médica. Su labrador fox red, Daisy, descubrió su cáncer de seno hace seis años cuando tenía 45 años.
“Se me quedaba viendo fijamente y se abalanzaba sobre mi pecho. Eso me llevó a descubrir un bulto”, recuerda Guest.
El tumor estaba muy profundo en su pecho. Sus doctores le dijeron que ella no lo habría sentido sino hasta que el cáncer hubiera estado muy avanzado.
“Si Daisy no me hubiera ayudado a detectarlo, me dijeron que mi diagnóstico habría sido muy malo”, dijo ella.
Los perros tienen dos ‘narices’
Las poderosas narices de los perros tienen 300 millones de sensores, comparado con los miserables 5 millones de los humanos. Además, los perros tienen un segundo dispositivo de olfato en la parte de atrás de la nariz que no tenemos, llamado órgano de Jacobson.
Este doble sistema olfativo permite entrenar a los perros para detectar el olor único del cáncer, conocidos como componentes biológicos volátiles.
A los humanos les llevó años para descubrirlo. En 1989, los médicos del King’s College Hospital de Londres escribieron en la revista The Lancet sobre una mujer cuyo perro persistía en olfatearle un lunar en particular que tenía en su pierna. Ese lunar resultó ser un melanoma maligno en una etapa poco avanzada.
Durante los siguientes 26 años, estudios desde Francia hasta California e Italia han concluido que los perros verdaderamente pueden detectar el olor del cáncer.
Los investigadores en el estudio británico actual han establecido una barra particularmente alta. Ellos quieren asegurarse de que los perros realmente puedan olfatear el cáncer y no otra cosa, como la edad avanzada o un conjunto particular de síntomas.
En el estudio, los perros rodearán un carrusel que contendrá ocho muestras de orina espaciadas de forma uniforme, una de un paciente de cáncer y siete de pacientes que no tienen cáncer. Al menos una de esas siete muestras serán de una persona de más o menos la misma edad que el paciente con cáncer, que tenga los síntomas del cáncer, pero que en realidad no padece la enfermedad.
Guest, cuyo grupo está llevando a cabo el estudio, dijo que si los estudios como el de ella siguen mostrando el poder de las narices de los perros, los animales algún día podrían ser usados en conjunto con las pruebas de diagnóstico existentes, no en lugar de las mismas. Los científicos también pueden diseñar una máquina —una “nariz electrónica”— que imite las poderosas habilidades olfativas de un perro. “Es muy factible”, dijo Guest.
Entusiasmo frustrado
Sin embargo, más de 25 años después, los increíbles poderes olfativos de los perros no han tenido un éxito comercial.
La Dra. Sheryl Gabram cree saber la razón. La cirujana de la Universidad Emory publicó un estudio hace cuatro años en el que muestra que una máquina, como un perro, podría detectar con fiabilidad el olor del cáncer de mama a partir de muestras de aliento de los pacientes. Emocionada por su éxito, su equipo buscó los fondos para llevar a cabo más estudios, pero fracasó.
“Presentamos el estudio en todas partes y nunca pudimos obtener el financiamiento para seguir con la investigación”, dijo Gabram, cirujana en jefe en el Grady Memorial Hospital en Atlanta y directora de AVON Comprehensive Breast Cancer Center del hospital.
Ella cree que el problema es que aunque los perros que olfatean el cáncer (o máquinas) acaparan titulares —uno de sus propios pacientes recibió una gran cantidad de publicidad— no siempre es fácil imaginar cómo olfatear el cáncer podría ser utilizado de forma comercial.
“Se necesitarían muchos años de estudio y una gran cantidad de perfeccionamientos”, dijo. “Aún está muy lejos de eso. La gente simplemente consideró que era algo demasiado grande para emprenderlo. “Eso también es una lástima”, dijo, “porque creo que es un área de investigación que sigue siendo prometedor”.