Las historias melancólicas del disco "21" sobre un hombre al que había amado y perdido y catapultaron a Adele al estrellato.
Cómo Adele se convirtió en una superestrella
06:25 - Fuente: CNN

Nota del editor: Gene Seymur es un crítico de cine que ha escrito sobre música, películas y cultura para The New York Times, Newsday, Entertaiment Weekly y The Washington Post. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.

(CNN) – A medida que lees esto, los números que se mencionan más adelante están cambiando a un ritmo tan espectacular que la industria de grabación se está pellizcando para ver si está soñando… o más probablemente, en la más absoluta incredulidad de que aún esté viva… y, además, bien.

Debido a que en una época en que la comercialización especializada y las descargas son tan frecuentes que es posible creer que ya no existe tal cosa como un consenso popular cuando se trata de música, “25”, el regreso de Adele al bazar de la música pop internacional, está, en el momento en que estoy escribiendo, cerca de vender 2,5 millones de unidades en una sola semana en Estados Unidos.

¿Cuándo fue la última vez que eso sucedió? Nunca ha sucedido. N’Sync (¿los recuerdan, niños?) fueron quienes llegaron más cerca hace 15 años cuando su disco “No Strings Attached” vendió aproximadamente 2,4 millones de copias en una semana. ¿Acaso podría ella vender 3 millones antes del viernes? Los expertos en pop no lo descartan, ya sea esta semana o la próxima. O la semana después de esa.

¿Quieres números digitales? A partir del lunes, “25” era la descarga número 1 en la tabla de iTunes de Apple en 110 países.

Y luego estuvo el episodio de “Saturday Night Live” de la semana pasada. Adele no solamente fue la invitada musical, sino que fue la premisa para una parodia de los días festivos en la que los miembros del reparto y el anfitrión invitado, Matthew McConaughey, interpretaron a una familia bravucona cuyos argumentos en la mesa durante la cena estaban sujetos a discusión y cada uno de ellos hacía playback con “Hello”, el primer éxito de “25”.

Este no es un simple éxito. Es el dominio a escala mundial más evocador de los días distantes cuando Michael Jackson, los Beatles o Elvis Presley envolvían el paisaje de la música pop.

¿En realidad Adele pertenece a esos niveles repentinos? En sus apogeos, los otros artistas fueron capaces de despertar oleadas de atención de varias edades, razas y culturas con solo aparecer en las pantallas o en las grabaciones. Ellos cambiaron sus mundos.

¿Lo puede hacer Adele? ¿Lo hará? Incluso con una brazada de Grammys de su anterior álbum, “21”, de hace cinco años, ella todavía comparte la vanguardia del pop con Beyoncé Knowles y Taylor Swift, ambas tan capaces como Adele de atraer a grandes multitudes a sus actuaciones y productos tan pronto como se materializan.

Pero ninguna de ellas pasó cinco años lejos del centro de atención de la manera en que lo hizo Adele. Y aunque ella evoca un glamour crudo y sensual que es solo suyo, Adele no lleva encima la reluciente aura de estrella de cine que posee Beyoncé, Swift y Katy Perry. O, para el caso, las peculiaridades más idiosincrásicas expuestas para lograr ese efecto que llama la atención de Miley Cyrus y Lady Gaga.

Tal vez esa peculiaridad terrestre ayuda a explicar la aceptación generalizada de Adele. ¿Acaso eso es lo único que lo hace?

Vamos a retroceder un poco: en términos de estilo y género, Adele no es la primera ni la respuesta final a una pregunta formulada por primera vez hace décadas por artistas como Dusty Springfield: ¿Acaso las mujeres británicas blancas son capaces de interpretar baladas al estilo soul con tanta autoridad y convicción como sus homólogos estadounidenses negros? Otras cantantes como la difunta Amy Winehouse y la todavía muy activa y potente, Joss Stone, pueden igualmente afirmar el considerable legado de Springfield.

La mezcla de estilos raciales es, por ahora, una propuesta –por la que no hay que hacer drama– para los artistas pop dominantes hasta el punto en que casi nadie (hasta el momento) parece pensar dos veces –para menospreciar o algo por el estilo– en el romance interracial representado en el triste declive del video de “Hello” (Por cierto, el video es otro éxito que ha batido récord en YouTube, el cual registró más de 100 millones de visitas en cinco días, en comparación con los seis días que le tomó al video de la canción “Wrecking Ball” de Cyrus superar la misma cantidad).

Si existe una pregunta sin respuesta conectada con Adele, es la razón del intermedio de cinco años. Ella se disculpó con sus fans por la larga espera mediante una reflexiva carta en la que hacía alusión a difíciles experiencias emocionales. “Ustedes saben, la vida pasó”.

Imagínate a millones de fans de veintitantos años mientras asienten y muestran empatía, y ahora puedes empezar a entender su atractivo en maneras en las que las personas que no son del fin del milenio y que quedaron perplejas, no pueden hacerlo.

Los álbumes de Adele podrían ser vistos como marcadores en la vida colectiva de una generación que los compra como pan caliente al igual que las masas solían agarrar los periódicos de antaño para conocer las noticias. Ellos la usan no tanto para decir la hora sino para escuchar y ver lo que ella ha descubierto acerca de estar viva y consciente –y tener 25 años–, lo cual, o bien no saben aún o ya sospechan.

Esta fue la misma generación que apareció en varios puntos de su infancia para estar entre los primeros en leer la última entrega de “Harry Potter”. En esos años, era posible creer que ellos no solamente se estaban devorando estas historias para averiguar cómo habían terminado Harry y sus amigos de Hogwarts. Ellos tenían –en un nivel emocional más profundo– la esperanza de obtener algún sentido de cómo iban a terminar.

Lo mismo sucede con Adele y los que han seguido su crecimiento emocional desde “19” (2008) hasta “21” (2011) y ahora. Ella se presenta al mundo no como una “chica soñada” en la forma de una Katy Perry o Beyoncé, sino como alguien que tiene sus pies realmente en la tierra junto con el resto de nosotros y que lucha por entender el mundo y el lugar en donde uno encaja dentro de él.

Si no entiendes por qué eso atrae a la gente, bueno… entonces es obvio que hace tiempo no tienes 25 años de edad.