(CNN) – Dios no es difícil de encontrar en Kampala.
El nombre del Señor es invocado en “Grace is God Milk Center” en una calle de la capital de Uganda, y en “My God is Good Oooh Boutique” en otra. Y si es vino lo que buscas, a la vuelta de la esquina encontrarás la tienda de licores “Pool of God’s Grace”.
Los domingos en la Catedral de Rubaga, construida en una de las famosas colinas de Kampala, los fieles se apilan en los bancos para el servicio vespertino de Buganda.
Con sencillas túnicas verdes, el sacerdote da la comunión mientras el sonido del coro retumba afuera a través del vestíbulo.
En el servicio de los martes para la congregación pentecostal de la capital, no hay cantos. En cambio, cientos de congregados aquí en un cine alquilado, alzan al aire sus carteras y teléfonos inteligentes mientras oran por prosperidad.
Cientos más llenan las marquesinas del exterior y miran en televisiones de pantallas planas mientras que el pastor David Ssebuguzi promete una comunicación directa con el Espíritu Santo.
“Nosotros no solo somos la perla de África”, dice el Pastor Ssebuguzi, “somos los elegidos de Dios”.
Así que Uganda es, talvez, una obvia elección para los tres días de visita del papa Francisco, aquí en su recorrido por África. Y aunque el país no ha recibido una visita papal durante más veinte años, algunos sacerdotes y pastores están planificando colocar al pontífice en el centro de atención.
En 2013, el papa Francisco sorprendió a muchos cuando parecía tomar un tono más suave frente a las opiniones de la iglesia católica conservadora respecto a la homosexualidad. “Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”, le dijo a los reporteros en un vuelo que salía de Brasil.
En Uganda, esas opiniones no serán populares.
“Su postura es simplemente hipócrita. Él debe tomar una posición como un líder. Yo no creo en ser tibio”, dice el pastor Solomon Male. “Le dices a las personas que esta es la verdad, que este es el camino. La homosexualidad es peligrosa”.
Indignación a escala mundial por el proyecto de ley “anti gay” de Uganda.
Uganda primero atrajo la indignación a escala mundial por su trato hacia la comunidad LGBT cuando el así llamado “proyecto de ley anti-gay” fue redactado por políticos ugandeses con un aporte significativo de parte los pastores locales y los evangelistas estadounidenses.
Los partidarios dijeron que el proyecto de ley era necesario para cerrar las lagunas existentes en las leyes de la época colonial contra la sodomía que se dirigían al así llamado, reclutamiento de los gays.
Pero los grupos de derechos humanos y los activistas gais en Uganda dicen que el proyecto de ley ayudó a ventilar el odio contra los ugandeses LGBT, y fueron veintenas las que se escondieron o huyeron del país por su seguridad.
Para aquellos que se quedaron, la situación solo empeoró.
Para Jackson Mukasa y Kim Mukisa, el problema comenzó con una llamada a la puerta. La llamada se convirtió en golpes y luego en gritos.
Mukasa supo entonces que había una turba afuera.
“Escuchamos personas gritando: ‘¡Los gais están aquí! ¡Los gais están aquí! Esperábamos que nos mataran”, recuerda Mukasa.
A medida que la multitud crecía y era acompañada por los medios locales, Mukisa suplicó junto con Mukasa que necesitaban salvar algunas de sus pertenencias.
Pero en el caos ellos fueron separados. Mukisa escapó por un tiempo, pero la multitud golpeó severamente a Mukasa y luego los hicieron dirigirse a la estación de policía local. Su presunto delito: participar en actos sexuales “contra el orden de la naturaleza”.
“Nunca supimos que se sospechaba de nosotros”, dijo Mukasa. “No podíamos dejar de expresar lo que somos. Estamos orgullosos de lo que somos”.
Después de una serie de mensajes de texto y cuidadosas instrucciones, nos encontramos con el par en la casa de un amigo en Kampala. Ellos relatan su historia sentados uno al lado del otro, en una cama, en una habitación alquilada en un barrio pobre.
Después del ataque de la turba, ellos fueron llevados a juicio en el tribunal de un magistrado. Pasaron meses en la cárcel antes de que su caso finalmente fuera rechazado por falta de pruebas.
Pero el daño ya estaba hecho. Ahora, Mukasa y Mukisa tienen demasiado miedo como para viajar juntos en el transporte público, sus familias los han abandonado y no pueden volver a casa.
“Es tan doloroso que la gente nos odie tanto cuando se dan cuenta de que somos gais. ¿Sabes cómo te sientes cuando las personas no te quieren? Te sientes sumamente mal”, dice Mukasa.
Los grupos de derechos de Uganda vieron con horror cuando una versión del proyecto de ley anti-gay fue aprobada en el Parlamento a finales de 2013. Y a pesar de la intensa presión por parte de la comunidad internacional, el presidente Yoweri Museveni aprobó la ley en febrero del año siguiente.
Un poco después, Museveni le dijo a CNN que la homosexualidad “no es natural” ni un derecho humano.
“Ellos son asquerosos… ¿qué clase de personas son ellos?”, dijo. “Nunca supe lo que estaban haciendo. Recientemente me dijeron que lo que hacen es terrible… repugnante. Pero yo estaba dispuesto a pasar por alto eso si no había pruebas de que así es como [un hombre] nace, anormal. Pero ahora la prueba no está allí”.
Al final, la ley fue rechazada por el tribunal constitucional debido a un tecnicismo… una medida que muchos ven como un esfuerzo del presidente por evitar la retirada de los donantes al mismo tiempo que salva su cuello a nivel local.
Pero el principal promotor del proyecto de ley, MP David Bahati, dijo que los legisladores están planificando traerla de vuelta al parlamento, de una forma nueva.
“Esperamos que el papa sea capaz de asumir una postura en cuanto a este tema y le confirme a Uganda y al mundo lo que está escrito en la Biblia… y así animar a muchos de quienes han estado trabajando para asegurarse de que la palabra que está escrita en la Biblia nunca sea destruida”, le dijo Bahati a CNN.
Para Jackson Mukasa y Kim Mukisa, una de sus pocas opciones es tratar de encontrar asilo en Occidente. Ahora que sus historia ha sido ampliamente difundida en los medios locales durante su juicio, ellos viven en constante temor de represalias.
“Tengo una pregunta para Dios… esa es la razón por la que me gustaría encontrar a Dios. Sé que Dios lo sabe todo”, dice Mukasa. “Él sabía que yo sería gay, él sabía que tú serías lo que eres”.
“Así que tengo una pregunta: ¿Acaso ser gay es un crimen en contra de Dios? ¿Es por eso que todas estas cosas están sucediendo?”