(CNN)– Conoces la historia. En diciembre de cada año, el alegre San Nicolás visita a los niños de la tierra, acompañado por su sirviente, Zwarte Piet (Pedro el Negro), un personaje divertido que canta, reparte dulces, se viste con ropa del Renacimiento, tiene grandes labios rojos y una peluca rizada
¿Qué? ¿No te suena?
Te sonaría si vivieras en Holanda, donde la visita de Sinterklaas y Zwarte Piet el 5 de diciembre —la víspera del cumpleaños de San Nicolás— es una tradición antigua. Sin embargo, se trata de una tradición que ha sido puesta en duda en los últimos años, incluso por Roger Ross Williams, el director del cortometraje Blackface, el cual investiga al personaje y su pasado.
“Fue impresionante para mí. Los argumentos del holandés son que es un día festivo para niños y que es una tradición”, dice Williams, un afroamericano cuyo cortometraje Music by Prudence, ganó un Oscar por el tema de un cortometraje en 2010. Muchos no ven los aspectos racistas del personaje, agrega.
Cuando anunció su documental, fue insultado en línea, le dijeron “cómete una banana, mono negro” y otros epítetos. Él no ha sido el único que ha causado molestias; su película muestra a un manifestante negro que es sacado de una multitud que recibe a Zwarte Piet porque, en las palabras del manifestante: “Los hice sentir tan incómodos que tuvieron que llamar a la policía”.
El tema del racismo es un tema complejo en la Holanda liberal. (Por supuesto, su liberalismo fue una gran atracción para Williams, un hombre homosexual que está casado con un holandés blanco y ahora vive en Amsterdam). El país generó considerables ganancias a partir de la trata de esclavos en los siglos XVII y XVIII; uno de los papeles de Dutch West India Co. era transportar esclavos de África a las Américas. Los holandeses no abolieron la esclavitud en su territorio sino hasta 1863, aunque era ilegal en los Países Bajos.
Aunque se dice que la historia de Zwarte Piet data de hace cientos de años, fue popularizada en un libro para niños del siglo XIX. El personaje es el ayudante árabe de Sinterklaas, y su llegada de España con Sinterklaas —quien monta un caballo blanco— se ha vuelto una celebración anual, que se completa con el bote de Sinterklaas que atraca en un puerto holandés y un desfile de bienvenida. Niños y adultos se visten de Zwarte Piet en las fiestas.
“Solo es una tradición. No tiene nada que ver con el racismo”, dice Ronald Livius, un comerciante que creció en el sur de los Países Bajos y actualmente vive en Suiza. Él solía ser un residente de Atlanta y dice que los miembros surinameses del Atlanta Holland Club que interpretaron a Zwarte Piet no tuvieron “ningún problema en hacerlo”.
Williams, el cineasta, califica esto de “inocencia holandesa”.
“Ellos te dirán que Pedro el Negro no es de raza negra, pero literalmente te pintas la cara de negro, te pones pendientes de aro y una peluca afro”, dice. “Es bastante obvio para nosotros, pero se trata de un país entero en negación”.
Ha habido algo de reconsideración acerca de Zwarte Piet. Existe una página de Facebook que se opone a él, y algunos fans han tratado de atribuirle su cara negra al hollín de la chimenea.
Aun así, la resistencia ha sido fuerte. Un comité de la ONU le pidió a los Países Bajos que se deshicieran del personaje, pero el gobierno holandés “desestimó” su solicitud, informó el New York Times en agosto.
El partido de derecha de Geerts Wilders, uno de los políticos más populares del país, propuso la “Ley de Pedro el Negro” el año pasado, que aseguraría que el personaje se quedaría como es actualmente.
Y cuando Emily Raboteau, una estadounidense que pasó las vacaciones en Amsterdam, intentó explicarle a los lugareños por qué ella tenía problemas con Zwarte Piet, ellos la ignoraron.
“Estás siendo racista”, le dijeron sus vecinos holandeses. “Lo amamos”.
“Estaba discutiendo con una pared”, escribió en un ensayo para el Virginia Quarterly Review.
Por su parte, a Williams le han preguntado por qué no se enfoca en los problemas racistas en Estados Unidos. Él dice que lo ha hecho, pero ese no es el punto; él ahora vive en los Países Bajos.
“Esto es algo que me está disgustando y molestando, y no voy a voltear la mirada”, dice. “No puedo voltear la mirada”.