Luego de que los atacantes se retiraron del lugar, a las personas atrapadas se les pidió que salieran con las manos en alto.

(CNN) — Denise Peraza no estaba segura si la llamada telefónica que hizo para hablar con su hermana podría ser la última. Acababa de recibir un disparo en la espalda.

“Solo quiero decirte que te amo”, le dijo Peraza a Stephanie Baldwin entre lágrimas.

“Luego, le dijo que se tenía que ir y colgó”, le dijo Baldwin a KABC, afiliada de CNN.

Peraza —quien fue tratada en un hospital local y se espera que esté bien— era una de las personas que estaban dentro del Inland Regional Center (Centro Regional del Interior) en San Bernardino, California, el miércoles por la mañana cuando dos personas irrumpieron en una fiesta navideña y abrieron fuego, matando a por lo menos 14 personas e hiriendo a otras 17.

“Tan pronto como inicio el tiroteo, todos se tiraron al suelo y se escondieron debajo de los escritorios, y ella estaba tratando de protegerse a sí misma con una silla, junto a un hombre a su lado”, dijo Baldwin. “Luego, de pronto, dijo que sintió que (la bala) le atravesó su espalda”.

Peraza, al igual que otros en la fiesta, trabajaba para el Departamento de Salud Ambiental del condado y solo estaba en el Inland Regional Center —una agencia para personas con discapacidades del desarrollo— para el evento festivo, dijeron sus familiares.

El calvario de Peraza fue solo uno de los muchos que tuvieron lugar a través de llamadas telefónicas y textos enviados de forma apresurada luego de que la policía dijera que el pistolero Syed Farook —quien estaba en la fiesta y se fue después de algunas confrontaciones— y Tashfeen Malik atacaron a las personas que asistieron a la fiesta.

Los sobrevivientes, familiares y otros testigos hablaron de los momentos angustiosos.

‘Fue horrible’

La trabajadora social Melinda Rivas estaba trabajando en el tercer piso del Edificio 2 de Inland cuando un compañero de trabajo llegó corriendo por el pasillo gritando que había un pistolero abajo.

“Todos empezamos a correr y a gritar”, dijo.

Rivas cree que el tiroteo fue en el Edificio 3, donde hay un auditorio que no está cerrado normalmente y donde los empleados de salud pública estaban celebrando una fiesta navideña. El auditorio es frecuentemente alquilado a agencias externas, dijo ella.

A Rivas y a otros 46 empleados les dijeron que se dirigieran al salón de conferencias, dijo ella. “Habíamos 47 y nos dijeron que nos tendiéramos en el suelo, nos sentáramos y oráramos unos con otros”.

Ella llamó a sus hijos adultos gemelos, de 21 años de edad, y les contó lo del pistolero y que “estaba a salvo”.

“Fue horrible”, dijo Rivas al referirse a la experiencia.

Unos 20 minutos después, las autoridades les dijeron a las 47 personas en la sala de conferencias que podían salir… con sus manos levantadas.

“Todos simplemente teníamos miedo de salir con las manos en alto”, dijo.

Más de seis horas después, luego de ser entrevistados por las autoridades, Rivas y decenas de empleados de Inland fueron transportados al Centro Comunitario Rudy Hernández para una verificación final con los funcionarios.

En el viaje en autobús hasta el centro, un compañero de trabajo les contó a varias personas en el autobús cómo vio que dos pistoleros entraron al Edificio 3 y comenzaron a disparar a todos sin decir una palabra, dijo Rivas, quien agregó que la camisa del compañero de trabajo estaba manchada con sangre.

‘Oren por nosotros’

Todo lo que Terry Pettit podía hacer era preocuparse mientras permanecía cerca de las oficinas del Inland Regional Center.

Las noticias de los tiroteos se fueron extendiendo rápidamente y lo único que Pettit sabía de su hija que estaba dentro del edificio era lo que ella le decía por medio de mensajes de texto en su teléfono celular.

“Están disparando en mi trabajo. Les dispararon a unas personas”.

“Oren por nosotros. Estoy encerrada en una oficina”.

Pettit lloró por su hija mientras hablaba el miércoles por la tarde con los periodistas. Las sirenas se oían en el fondo.

“Ella ha estado escondida”, dijo.

‘Hay un pistolero en el trabajo’

Cuando el tiroteo se acabó en el Inland Regional Center, los mensajes de texto parecían ser la manera más segura de comunicarse.

Marcos Aguilera, de 39 años de edad, de Riverside, recibió un mensaje de su esposa, una trabajadora social que ayudaba a bebés diagnosticados con autismo.

“Hay un pistolero en el trabajo”, escribió Elaine Aguilera.

“¿Dónde están?”, “¿hay policías allí?” y “¿están a salvo?”, respondió.

“Estoy encerrada en una oficina con otras 3 personas”, escribió ella, y luego agregó, “te amo”.

Aguilera, quien trabaja en el departamento de finanzas para el Riverside Superior Court, salió de su trabajo y se dirigió a toda prisa a la oficina de su esposa.

Aguilera dijo que su esposa escuchó los disparos que resonaron a través del complejo de tres edificios cerca del río Santa Ana, en el que se ven las montañas de San Bernardino a la distancia.

“Ella escuchó los disparos y a otras personas llorando”, dijo.

Cuando alguien activó la alarma de incendios, muchas de las aproximadamente 200 personas del complejo estaban confundidas, dijo Aguilera.

Un equipo SWAT finalmente rescató a su esposa y a otros dos compañeros de trabajo. Al principio ella pensó que eran los atacantes. Mientras salía, vio varios cuerpos en el suelo, dijo Aguilera.

“Me he estado preguntando quién dispararía en un edificio como ese… a alguien que está ayudando a niños”, dijo. “Simplemente no lo sé. La gente ahora está demente”.

Rudy Peralta recibió un mensaje de texto de su esposa, Christina Gonzalez-Peralta, otra trabajadora social del Inland Regional Center.

Ella tuiteó “Mira las noticias. No estoy segura si se trata de un pistolero activo”.

Gonzalez-Peralta y 12 compañeros de trabajo encontraron refugio en una habitación de archivos y se sintieron seguros ya que no era muy conocido, dijo Rudy Peralta. Sin embargo, cuando alguien sugirió que movieran los muebles para bloquear la puerta, los otros empleados estaban demasiado asustados como para moverse.

“Todos estaban muy asustados. Yo le dije ‘quédense callados y no hagan ruido’”, dijo Rudy Peralta, al contar el mensaje de texto que le envió a su esposa.

Las 13 personas se escondieron durante más de media hora hasta que las autoridades las rescataron.

Mientras relataba la historia de su esposa, Rudy Peralta dijo que había oído en la radio que los sospechosos estaban en un enfrentamiento con las autoridades. “Escuché que los atraparon”, agrego Rudy Peralta. “Estoy ansioso por verla y asegurarme que ella está bien”.

Luego su esposa llamó.

“Esa fue la primera vez que hablé con ella”, dijo su visiblemente feliz esposo.

“Ella simplemente se siente aliviada ahora”, dijo Peralta. “Tú lo escuchas en las noticias, pero nunca imaginas que podría ocurrir tan cerca de casa”.

Lo que vieron y oyeron las personas que estaban cerca del tiroteo

Una multitud de policías y agentes del equipo SWAT buscaron a las personas detrás de la masacre, enfocándose en un bloque de seis áreas residenciales de San Bernardino.

Mahir, quien pidió que solo se usara su primer nombre, le contó a Erin Burnett de CNN cómo era estar cerca del tiroteo de la policía con los posibles sospechosos.

“No vimos demasiado. Solo escuchamos muchos disparos, fue una locura”, dijo. “Ahora, todo parece estar tranquilo. Solo vimos a muchos agentes del equipo SWAT, policías y autopatrullas, al menos una docena más o menos”.

Norman Rodgers, quien vive en la calle donde se produjo el tiroteo, dijo que estaba en su patio trasero revisando las plantas cuando escuchó un “aluvión de balas”. Él calcula que fueron entre 100 y 200 rondas.

“Eso me hizo entrar en la casa muy rápido. Al suelo. En el estudio. Había policías por todas partes”.

Alan Ayers estaba esperando un autobús en el área cuando escuchó los disparos.

“Fue rápido bum, bum, bum, bum”, le dijo a KCBS afiliada de CNN. “Yo estaba detrás del edificio, y escuché todos los disparos”.

‘Pensamos que era un simulacro de incendio’

La directora ejecutiva del Inland Regional Center, Lavinia Johnson, le dijo a CNN que cuando el tiroteo inició el personal y los clientes permanecieron dentro de las oficinas cerradas hasta que llegó la policía.

“Hasta donde sabemos, todos estamos bien”, dijo, y agregó que el personal del centro se reunió en grupos en un campo de golf al otro lado de la calle.

Johnson dijo que una alarma de incendio se activó al momento de los disparos. Algunas personas comenzaron a evacuar.

“Pensamos que era un simulacro de incendio”, dijo. “Empezamos a salir… nos dijeron que regresáramos al edificio”.

‘Un tirador activo en el sitio’

Scott y Deborah Murphy recibieron una gran cantidad de mensajes de texto de su hija Megan, una empleada de procesamiento del centro.

“Hay un tirador activo en el sitio. Estamos todos encerrados en las oficinas y tendidos en el suelo. Por favor, oren por nosotros”, escribió Megan Murphy.

“Así que, como padre, eso de cierto modo es la peor cosa que puedes recibir en tu teléfono”, le dijo Scott Murphy a CNN.

“Luego un par de minutos después recibió el mensaje ‘el equipo SWAT está en el sitio tratando de asegurar el edificio. Estoy en una pequeña habitación con un montón de gente. Estamos enloqueciendo. Por favor, oren por nosotros’”.

Posteriormente, los Murphy esperaron mientras su hija era entrevistada por los investigadores.

“Ella está muy enferma”, dijo Deborah Murphy. “Ella está mareada. Ella no se siente bien… esperamos que hagan el procedimiento y la tengamos nuevamente en nuestros brazos”.

El área que rodea el centro parecía una zona de guerra, ya que docenas de personas caminaban afuera del edificio con sus manos en el aire y líneas de agentes fuertemente armados apuntando sus armas. Algunos de los heridos fueron llevados en camillas. Se establecieron estaciones de triaje afuera del lugar.

Kristin Krause, quien trabaja en una escuela charter a un poco más de 1,6 kilómetros de distancia, dijo que el personal y los 400 estudiantes estaban encerrados.

Los estudiantes estaban seguros, dijo.

“Teníamos todas las puertas cerradas con llave. Estamos haciendo todo lo posible para asegurarnos de que nuestros niños estén protegidos”.