Los vértigos, los mareos y la inestabilidad afectan a un alto porcentaje de la población, de manera ocasional o recurrente, en algún momento de su vida. Se calcula que aproximadamente 350.000 personas en España han sufrido algún episodio de vértigo en el último año.
Se define como una alucinación del movimiento, “tú crees que tu entorno se mueve cuando no lo está haciendo y esto puede ocurrir cuando estás tumbado o caminando”, explica el Dr. Nicolás Pérez, especialista del Departamento de Otorrinolaringología de la Clínica Universidad de Navarra.
Cualquier persona puede sufrir vértigo, pero sus diversas causas complican el diagnóstico y, por tanto, la posibilidad de dar con el tratamiento acertado. En sí, el vértigo no es una enfermedad, sino un síntoma. Por ello, será necesario establecer un diagnóstico para asegurar que no existe un problema más grave, como un ictus o un tumor.
Los principales síntomas de inestabilidad pueden surgir tanto en la infancia como en la ancianidad. El Dr. Pérez asegura que “el impacto psicológico que tiene en los pacientes es muy considerable”. Las personas que sufren un trastorno del equilibrio crónico tienen que modificar muchos de sus hábitos laborales, como reuniones de trabajo y viajes, restringir la conducción, aumentando la dependencia de terceras personas y reducir el número de actividades sociales o familiares.
Dependiendo de la causa, se establecerá un tratamiento u otro. Para prevenir el vértigo puede ser necesario seguir una dieta baja en sal y tomar diuréticos. Los sedantes vestibulares y los corticoides son muy útiles en la crisis aguda, pero se deben mantener pocos días.
Los trastornos del equilibrio incluyen, además del vértigo, el mareo, es decir, sensación de vacío en la cabeza, acompañado de malestar, desmayo inminente, nauseas, vómitos, sudoración fría y palidez y la inestabilidad, sensación de pérdida del equilibrio.