(CNN) – Por primera vez en 40 años, el ejército de Estados Unidos ha hecho cambios en una pieza de hardware de un siglo de antigüedad: las placas de identificación. Estas son los implementos de identificación que cuelgan alrededor del cuello de cada soldado.
Para tratarse de un artículo de baja tecnología como la placa de identificación de aluminio, la razón del cambio decididamente es un asunto de alta tecnología: el riesgo del robo de identidad. En las nuevas placas de identificación, el número de seguro social del soldado será reemplazado por un número de identificación de 10 dígitos del Departamento de Defensa, generado de forma aleatoria.
“Si encuentras un par de placas de identificación perdidas, puedes hacer casi cualquier cosa con la identidad de esa persona, porque ahora tienes su tipo de sangre, su religión, su número de seguro social y tienes su nombre. Lo único que falta es su fecha de nacimiento y por lo general la puedes obtener si buscas a la persona en Google”, dijo Michael Klemowski, jefe de la Rama de Programa de Soldados, del Comando de Recursos Humanos del Ejército de EE.UU., en un comunicado de prensa del ejército.
El cambio se ordenó en 2007, pero le ha tomado todo este tiempo al ejército reemplazar el número de seguro social con el número de 10 dígitos por medio de varios sistemas, dijo Klemowski.
Mientras el robo de identidad puede ser uno de los crímenes más impersonales, las placas de identificación son cualquier cosa menos eso.
“Las placas de identificación son artículos muy personales de los combatientes de todos los servicios y de sus familias también”, dice un homenaje de la Biblioteca del Congreso a la placa de identificación producida en 2012. “La placa en sí individualiza al ser humano que la lleva puesta, a pesar de su papel como una pequeña parte de una organización enorme y sin rostro. Mientras las fuerzas armadas exigen obediencia y el deber a una causa superior, las placas de identificación, las cuales cuelgan debajo de las camisas de los soldados y cerca de su pecho, les recuerdan a su individualidad”.
Las placas se hicieron parte del kit de campo del ejército poco antes de la Primera Guerra Mundial. Para julio de 1916, el ejército producía dos etiquetas para cada soldado: una que se quedaba con los restos de quienes perecían en batalla y otra que se iba a la unidad de entierro, según el Museo de Historia de las Fuerzas Armadas.
Las placas “consuelan y ayudan a calmar los temores de los soldados que enfrentan la muerte”, dice el tributo de la Biblioteca del Congreso, lo que les deja saber que no serán olvidados, ni se convertirán en una víctima no identificada.
Klemowki dijo que el cambio no sería inmediato para todos los soldados.
“Nos estamos centrando primero en el personal que vamos a desplegar. Si un soldado va a ser desplegado, son los primeros que necesitan tener las nuevas placas de identificación”, dijo en el comunicado de prensa del ejército.