(CNN) – Hombres y mujeres vestidos de luto miran hacia el frente mientras se sientan dentro de ataúdes de madera.
Están bien despiertos y muy vivos, pero están asistiendo a sus propios funerales.
La fotógrafa francesa Françoise Huguier los fotografió este año en el Centro de Sanación Hyowon en Seúl, Corea del Sur. Este es el lugar a donde llegan grupos de personas quienes podrían estar luchando con la depresión, estrés o pensamientos suicidas para representar sus propios funerales. No existe ningún otro tratamiento de salud mental adicional alrededor de los funerales, dice Huguier, pero los participantes le dijeron que creen que esto puede ayudarlos a sentirse mejor.
Corea del Sur posee la tasa de suicidios más alta entre los 34 países en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Son los jóvenes en especial quienes tienen presión por sobresalir en el trabajo escolar y en los exámenes, a fin de conseguir un buen trabajo en una gran compañía, dijo Huguier.
Las personas a las que conoció llegaron al centro por sí solas o porque sus médicos les recomendaron que fueran. Ellos, como los fundadores del centro, creen que ofrece una “muerte experimental con el propósito de apreciar más la vida”.
Después de que los participantes llegan, les toman un retrato como las fotos que se ven sobre los ataúdes de las personas que han muerto, dijo Huguier. Luego hablan sobre el suicidio, pasan una película emotiva y después los participantes se visten con un traje de luto. Ellos escriben sus despedidas y las leen delante del grupo.
Luego se meten dentro de los ataúdes mientras bajan la intensidad de la iluminación. Se cierran las tapas y permanecen así durante diez largos y silenciosos minutos.
Cuando los ataúdes vuelven a abrirse, las reacciones han sido distintas, dijo Huguier. Algunas personas lloraron a causa de la claustrofobia, otras se quedaron dormidas, algunas parecían más ligeras y felices mientras que otras se tomaron selfies.
“El director del centro les dice: ‘Ahora ya saben cómo es la muerte. Están vivos. Peleen por Corea’”, dijo Huguier.
Esta es una experiencia excepcional en Corea del Sur, dijo. Otros lugares tienen relaciones diferentes con la muerte. En cualquier otro lugar, “Tú irías al psicólogo pero no vivirías esta experiencia”, dice Huguier. Esto funciona porque están en un grupo y comparten la experiencia, dice ella. De cualquier otra manera, una persona que se acuesta dentro de un ataúd “parecería como una persona loca”.
Huguier dijo que ella no cree que la experiencia vaya a reducir los suicidios; siente que es como un negocio diseñado para ganar dinero, pero que podría ayudar a aquellos que creen en ello, dijo ella.
“Las personas que conocí me dijeron que les ayudó a sentirse mejor”, dijo Huguier. “Ellos creen que esta es una respuesta, pero yo no”.