Nota del editor: Todd Leopold es escritor y productor del equipo de Contenidos Digitales de CNN y se especializa en cultura pop.
(CNN) — ¡Star Wars, Star Wars, Star Wars!
¡Nada más que Star Wars! ¡Star Wars por todas partes! ¡Es todo lo que ves!
Star Wars: El despertar de la fuerza se estrenará el 17 de diciembre, pero gracias al goteo constante del aparato publicitario galáctico (también conocido como Walt Disney Pictures), la anticipación ha alcanzado niveles extáticos desde hace meses. Años. ¿Quién puede medir una energía tan intensa?
Los fans están emocionados, pero tanto alboroto me dejó frío desde hace mucho, mucho tiempo.
A veces es suficiente para orillarme a beber. De preferencia un puñado de Gargle Blasters pangalácticos (ya sé, ese es un universo diferente). Porque, cuando hablamos de Star Wars, pertenezco a una clara minoría. No una tan minoritaria como la de Freddie Mercury, de Queen, quien alguna vez escribió: “Tiburón nunca fue lo mío y no me gusta Star Wars”, pero algo por el estilo.
Para mí, es solo una película.
Literatura barata y audacia
Tenía 12 años cuando estrenaron Star Wars en 1977, la edad perfecta para que me volviera aficionado para toda la vida, pero tal vez no fue mi caso porque yo era un niño que le rogó a sus padres que lo llevaran a ver Todos los hombres del presidente y ya había ido a ver Annie Hall.
A pesar de todo, estaba emocionado. ¡El espacio exterior! ¡Personajes geniales! ¡Mundos nuevos!
Pero lo que vi me pareció poco contundente y plano.
¿Acaso no había visto estos personajes acartonados en la Película del domingo por la mañana del canal 8? ¿Acaso no había visto efectos especiales más impresionantes y realistas en 2001: Odisea del espacio y en Naves misteriosas?
Hace poco volví a ver Star Wars y entiendo cuál es el atractivo básico. La película celebra a sus predecesoras baratas, tales como Flash Gordon; en vez de ocultarlos, celebra a los estafadores que hacen chistes y a las viejas películas de guerra, algo inusual para la época. La banda sonora de John Williams es brillante, es casi un personaje aparte. La química entre los actores es sensacional, lo cual es afortunado, dado que el director George Lucas puso el énfasis en la maquinaria.
A falta de una palabra mejor, es encantadora, como un viejo programa nocturno en blanco y negro.
El encanto escaseaba en 1977, cuando el Nuevo Hollywood (que incluía a Francis Ford Coppola, el amigo de Lucas) se centraba en las zonas grises de las relaciones humanas. Incluso la cinta Rocky, de 1976 (un viaje al pasado en su máxima expresión), fue bastante audaz.
Así que el momento fue propicio para Star Wars: lo que iba a ser una cinta serie B, desechada por su estudio, se volvió la cinta más taquillera de todos los tiempos, fomentó la venta de juguetes y un programa especial.
Y eso estaba bien. Las películas tienen ese efecto.
Conforme pasaron los años, observé divertido el fenómeno de Star Wars. Disfruté de El Imperio contraataca (incluso fui de los idiotas que gritaron: “¡Darth Vader es el padre de Luke Skywalker!” a la gente que esperaba afuera del cine), aunque El regreso del jedi, con esos estúpidos ewoks, me pareció exageradamente cursi.
Pero no importaba: Los buscadores del arca perdida, con la combinación del talento de Steven Spielberg y Lucas (junto con Williams y el guionista Lawrence Kasdan), fue mejor que cualquiera de ellas.
Y para mí, eso había sido todo. Lucas dijo lo que tenía que decir (la aventura estilo cómic era genial) y fue bueno para él. Pero entonces empezó lo raro.
El frenesí contraataca
En algún momento de principios de la década de 1980, lo que había empezado como una imitación a la antigua de las series de películas mutó en “arte serio”. Luke Skywalker y Han Solo no solo eran héroes de acción inspirados directamente en las obras de John W. Campbell, sino que eran arquetipos inspirados directamente en los libros de Joseph Campbell.
Lucas, quien dijo que Star Wars era una forma de recuperar el gozo sencillo de las películas (“los niños de hoy no tienen ninguna vida de fantasía como nosotros. No tienen las películas del Oeste; no tienen películas de piratas; no tienen esa estúpida vida fantástica de serie en la que solíamos creer”, dijo a la revista Rolling Stone en 1977), de repente recitó cada capítulo y versículo de El héroe de las mil caras a Bill Moyers.
Eso tiene justificación. Sin duda, Han y Luke pueden existir en dos mundos, como ha ocurrido con muchos otros personajes a lo largo de la historia. Pero al parecer, Lucas se estaba esmerando demasiado para crear referencias innecesarias para su titán multimillonario.
El universo de Star Wars empezó a caer por su propio peso y yo empecé a hundirme bajo el frenesí que lo rodeaba. Me quedé en casa cuando estrenaron los episodios I, II y III. Losclips que he visto desde entonces (audiencias en el Senado, escenas de amor incómodas y gungans de orejas largas) no han hecho que cambie de parecer respecto a ponerme al día.
Desde entonces, las cosas solo han empeorado. Star Wars es más que un fenómeno publicitario. Si crees en los datos del censo, hay cientos de miles de personas que consideran que su religión es “jedi”. Las subastas de las figuras de acción de Star Wars(pedazos de plástico hechos por unos cuantos centavos en ese entonces) alcanzan los miles de dólares.
Los fans se enfurecen al nivel del Lado Oscuro cuando perciben cambios en los personajes y en las historias. J. J. Abrams, director de El despertar de la fuerza, probablemente está listo para esconderse en un refugio nuclear. Incluso Lucas, quien concibió todo esto, se ha sorprendido.
Trató de aliviar la fiebre de los fans en una entrevista con el sitio The Hollywood Reporter, en 2012.
“Bueno, no es un acontecimiento religioso. Odio que la gente diga eso. Es una película, solo una película”, dijo. Ha hecho comentarios parecidos con la llegada de El despertar de la fuerza.
Claro que hay toda una película aparte sobre las batallas de Lucas con los fans: El pueblo contra George Lucas
Escuchen: todos tenemos nuestras pasiones y todos tenemos nuestra religión. Mis amigos de la preparatoria podrían contarte sobre el fanático de los Beatles que parecía saberlo todo sobre el Cuarteto de Liverpool y no pudo funcionar el día siguiente a la muerte de John Lennon. En estos días, a los fans no les cuesta nada mezclar y adaptar sus películas, sus programas y sus canciones favoritas para crear cosas totalmente nuevas con el fin de canalizar su amor de formas personales y usualmente maravillosas.
Además, no hay nada de malo en mezclar las bellas artes con el arte más bajo, suponiendo que dichas etiquetas tengan algún valor.
Sin embargo, en la época de la cultura del internet, demasiado nunca es suficiente. Para mí, todo el ruido de Star Wars es demasiado, es como escuchar a Meco en 11. Aunque la película me da curiosidad, el resto me repele.
Espero que le vaya bien a la película. Espero que Abrams se haya comprometido con ella de lleno y que los fans salgan contentos. Tal vez algún día vez vea El despertar de la fuerza. Pero por ahora, en medio del frenesí publicitario, de los fanáticos, de las “noticias” y del desfile incesante de anuncios sobre Star Wars, me retiraré a un mundo más tranquilo.
Escuché que hay terrenos disponibles en Tatooine.