(CNN) – Una puerta sin identificar y sin ningún detalle frente a Park Avenue en el centro de Manhattan conduce a un túnel de tren oscuro con un pasado histórico.
Una vez transportó encubiertamente a un presidente de Estados Unidos desde la terminal Grand Central hasta el hotel Waldorf Astoria.
Sigue al túnel hoy en día, y encontrarás que aún conduce al ferrocarril que fue usado por el presidente no. 32 de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt.
Esto la vía 61, la primera parada de un recorrido secreto subterráneo por Nueva York que solo unos cuantos afortunados disfrutan, mientras los turistas y los lugareños se mueven con prisa en las calles de arriba, ajenos a quienes caminan en medio de la historia debajo.
El polvoriento vagón que se encuentra estacionado en el túnel transportó la limosina Pierce-Arrow de 1932 del presidente Roosevelt durante los 16 años que estuvo en el poder, dice el guía turístico Danny Brucker en un característico acento de Nueva York.
El presidente se habría sentado dentro de la limosina mientras llegaba el tren, dice.
Brucker —el principal guía turístico de Metro-North Railroad y extraordinario narrador de historias que termina la mayoría de sus oraciones con un “cierto, claro”— explica que esta era una de las muchas formas en las que FDR, quien padecía de polio, ocultaba su discapacidad.
Con el Servicio Secreto en los estribos del Pierce-Arrow, el presidente era conducido del tren a un elevador de carga capaz de transportar 3.628 kilos.
Brucker hace referencia a las torretas antibalas del vagón y a las puertas corredizas extra anchas, del tamaño de una limosina.
Se encuentra a solo algunos cientos de pies de distancia del enorme elevador, el cual sigue conduciendo directamente al hotel. Este fue inaugurado en su ubicación actual en 1931.
Subterráneo y súper exclusivo
Incluso hoy en día, el sitio en gran medida se encuentra bloqueado al acceso público.
Bucker describe a quienes normalmente participan en el recorrido como “súper y ultra VIP: congresistas, senadores, celebridades”.
“Dignatarios de la ONU vendrán más adelante esta semana”, dijo.
¿Puede mencionar nombres? No.
“¡Y apresúrate!”; es mucho lo que verás en este singular tour.
Aunque el Waldorf Astoria ocupa la propiedad sobre la superficie, esta es propiedad de Metro North.
En cierta forma tienes que conocer a alguien, o ser persuasivo e ingenioso, para asegurar que puedas darle un vistazo a este espacio en gran medida olvidado.
El espacio secreto de Grand Central
Próxima parada: Grand Central Terminal
Aquí, Brucker dirige al grupo por Main Concourse, abarrotado con más o menos 750.000 viajeros todos los días, hacia otra puerta no identificada y otro descenso hacia lo desconocido.
Esta vez pasan al lado de roca firme de millones de años de antigüedad que contiene marcas de explosiones con dinamita, y bajan nueve tramos —el equivalente a 13 pisos debajo del nivel de la calle— hacia un sub-sótano secreto que “no existe en los planos”.
Adolf Hitler conspiró para destruir este espacio secreto, conocido como M42.
Al tratarse de un enorme monumento a la Era de las Máquinas, el M42 cuenta con grandes transformadores giratorios que mantenían a Grand Central en funcionamiento durante la Segunda Guerra Mundial.
Debido a que Hitler tenía conocimiento sobre este sub-sótano, guardias armados tenían instrucciones de “disparar a la vista”, según Brucker, “contra cualquier persona que entrara con un balde de arena en las manos”.
Lanzar arena a los transformadores sobrecalentados, “los habría convertido en un bloque de vidrio de concreto” y habría paralizado a los trenes que trasladaban “el 80 por ciento de las tropas y materiales de guerra”, dice Brucker.
El FBI frustró a dos saboteadores alemanes enviados por un submarino antes de que pudieran llevar a cabo un ataque, según Brucker.
El M42 también alberga un dispositivo eléctrico construido por Westinghouse en 1913 que mostraban una cinta que señalaba la posición exacta de un tren que no estaba en movimiento.
Y aunque las comunicaciones por radio hicieron que la maravilla de la ingeniería fuera obsoleta en 1922, de vez en cuando “los ejecutivos de Apple, discretamente, vienen a rendirle homenaje”, dice Brucker.
“¡Cierto, claro!”
Estación de control central
Subimos las escaleras y tomamos un elevador.
“No sé si podemos ver esto, pero apresúrense”, dice Brucker, recorriendo otro laberinto de escaleras y pasillos.
Él desaparece en un vestíbulo, vuelve a aparecer y anima al grupo a que lo sigan.
“Sin teléfonos. Sin cámaras. ¡Y silencio!”
De pronto, nos encontramos en el Metro-North Operations Control Center, una enorme habitación que cuenta con un imponente techo de madera.
Dos pantallas gigantes ocupan una pared que muestra los más o menos 700 trenes que entran y salen de la terminal. Las distintas líneas son representadas por varios colores.
Tan solo el volumen es sorprendente, al igual que la cantidad de hombres y mujeres que mantienen todo en funcionamiento.
Una nueva perspectiva
“Vamos a la última parada”, anuncia Brucker.
Caminamos de nuevo por un laberinto hacia una puerta con una pequeña ventana.
Al igual que las otras puertas secretas en este tour, no parece ser la gran cosa.
¿Pero una vez la abren? Caminas sobre una pasarela con piso de vidrio en la parte superior de tres enormes ventanas en forma de arco, al lado de Grand Central.
Brucker anima al grupo a que se arrodille y vea hacia afuera.
El triunfo arquitectónico se extiende debajo, y las personas que parecen hormigas avanzan a lo largo del elegante piso de mármol rosado.
Estar tan cerca del mural en el techo de Grand Central que representa constelaciones del cielo nocturno es algo mágico.
A medida que termina el tour, es evidente que la ciudad de Nueva York tiene sus propias estrellas invisibles, y Brucker es una de ellas.
Entonces ¿cómo logras participar en este increíble tour?
“Mándame un correo electrónico”, dice Brucker. “Insiste”.
¿Ponerse en contacto con él? Bueno, eso es parte del secreto, pero no es imposible de averiguar.
¿Cierto? ¡Claro!
Margaret Heidenry es una escritora que reside en Brooklyn, Nueva York. Su trabajo ha sido presentado en The New York Times Magazine, Vanity Fair y Boston Magazine. Puedes encontrarla en Twitter como mheidenry.