Expertos recomiendan tener una cultura de ahorro de al menos el 10% de los ingresos anuales para los tiempos difíciles.

(CNNMoney) – ¿Cuál es la mejor manera de comenzar el camino hacia la seguridad financiera si eres joven y apenas empiezas a trabajar? Para la mayoría de la gente, tener un trabajo y ganar un sueldo es casi indispensable. Así que en cierto sentido ya has dado el primer paso hacia esa meta.

Pero trabajar no es lo único que cuenta. La seguridad que ofrece un salario es, en el fondo, temporal. Dura sólo mientras lo haga ese empleo. Para alcanzar una seguridad financiera que no desaparezca si te quedas sin trabajo también es necesario convertir tu ingreso en riqueza.

Entonces, ¿cómo transformar las ganancias de tu trabajo en ahorros, inversiones y otras formas de riqueza que pueden ayudarte a capear mejor los altibajos de la vida e, idealmente, darte una mayor flexibilidad de gasto así como ser un vehículo de independencia financiera? Te presentamos tres formas:

1.- Vive por debajo de tus posibilidades

Tal vez este consejo no sea muy bienvenido en un mundo donde la gratificación inmediata es la regla y donde los prestamistas hacen hasta lo imposible para que te endeudes, si de esa forma puedes vivir la vida que deseas aunque no puedas costearla. Pero si vas a gastar cada centavo que ganas (o más), nunca alcanzarás una verdadera seguridad financiera.

Lo que significa, en pocas palabras, que tienes que ahorrar de manera regular. Mi sugerencia: comienza con una meta de ahorro de al menos 10% de tus ingresos cada año y, conforme estos aumenten, eleva esa cifra en un punto porcentual cada año hasta llegar a 15%. Sigue ese sistema en el transcurso de tu larga vida laboral y puedes terminar con un buen ahorro para la jubilación.

La manera más eficaz de garantizar que logres tu objetivo es poner tus ahorros en piloto automático, esto es, regístrate en un plan de ahorro para el retiro, quizás tu empleador ofrezca uno, que tome automáticamente el dinero de tu cheque de pago y lo destine a una inversión o cuenta de ahorro antes de que tengas la oportunidad de gastarlo.

Tales planes de ahorro para la jubilación también ofrecen ventajas fiscales que apuntalan tu esfuerzo. Si tu patrón no ofrece dicho plan, puedes inscribirte en un programa de inversión automática que transfiera fondos de tu cuenta corriente a una cuenta individual de ahorro para el retiro (una cuenta IRA, por ejemplo, si vives en Estados Unidos) o, incluso, a una cuenta regular de inversión imponible en un fondo de inversión u otra firma de inversión.

En la práctica, también es buena idea guardar el equivalente a los gastos de tres meses en una cuenta de ahorros o un fondo del mercado monetario, separado de tus otros ahorros, para que puedas hacer frente a emergencias o gastos imprevistos sin tener que tocar las inversiones que mantienes para el largo plazo. El objetivo, sin embargo, es hacer del ahorro un hábito. De lo contrario corres el riesgo de consumir salario tras salario, lo que hace muy difícil, si no imposible, crear riqueza real.

2. No te compliques

Si lees la prensa financiera o escuchas a expertos en inversión tendrás la idea de que para ser un inversionista exitoso tienes que colocar el dinero que ahorras en una mareante mezcla heterogénea de inversiones, mientras más complicadas y enigmáticas mejor.

Pero, ¿realmente tienes que poseer costosas anualidades fijas indexadas que prometen darte las bendiciones de las alzas bursátiles sin las maldiciones de las bajas, o un complicado fondo cotizado que espera mejorar la rentabilidad entrando y saliendo de los diferentes segmentos del mercado? Yo creo que no. En todo caso, mientras más expandas tus inversiones nicho y más áreas del mercado abarques, más te arriesgas a ‘diver-empeorar’ tu cartera en lugar de diversificarla.

Un enfoque más eficaz es construir una cartera con una variedad de fondos indexados y cotizados de bajo costo que concuerden con tu tolerancia al riesgo y te permitan participar en las ganancias a largo plazo que los mercados de acciones y bonos han ofrecido históricamente. Y una vez que hayas establecido una combinación de bonos y acciones que sea adecuada para ti, no la toquetees en exceso, excepto para reequilibrarla periódicamente.

Puedes crear por tu cuenta una cartera sencilla pero efectiva empleando una herramienta de tolerancia al riesgo. Pero si te sientes inseguro, hay varios servicios de asesoramiento de bajo costo que pueden armar y gestionar tu cartera por una comisión de 0.5% al año o incluso menos.

3. Mantén el rumbo

Emprender el camino hacia la seguridad financiera es importante, pero es aún más crucial mantenerse en él. Inevitablemente, habrá momentos en la vida en que te sientas tentado a claudicar. Si pierdes el empleo o enfrentas un periodo de gastos inesperadamente altos tal vez sientas la presión de abandonar tu régimen de ahorro o, incluso, echar mano de los ahorros que lograste reservar.

También la extrema volatilidad del mercado o una crisis bursátil podrían hacer que dudes si lo mejor es deshacerte de las acciones en tu cartera en favor de inversiones menos volátiles. O quizás te sientas presionado por ese desfile de expertos que hacen predicciones acerca del comportamiento de las tasas de interés, la economía o los mercados, y recomiendan inversiones que pueden ayudarte a sacar provecho de sus pronósticos, y sientas la necesidad de adoptar un enfoque de inversión más activo, huyendo de inversiones que supuestamente van a declinar y entrando en otras que prosperarán.

Pero cuando te sientas más tentado a abandonar tu estrategia a largo plazo es precisamente cuando es más importante adherirte a ella. Esos son los tiempos en que hay que apoyarse de cualidades no financieras como el ingenio y la perseverancia, que pueden ayudarte a encontrar maneras para seguir ahorrando a pesar de que otras demandas financieras dificulten que sigas tu régimen de inversión en tiempos de gran estrés del mercado.

En resumen, muchas veces alcanzar la seguridad financiera no es sólo una cuestión de tomar las decisiones financieras correctas. Es tener el valor y la determinación de mantenerlas en tiempos difíciles.

No digo que seguir estos tres pasos es la única vía para el bienestar financiero. Tampoco puedo asegurar que si los pones en práctica podrás alcanzar la seguridad económica que buscas. Hay demasiados riesgos, incertidumbres e incógnitas en el mundo real para ofrecer garantías escritas en piedra. Pero si no sigues un plan más o menos en la línea de lo que he descrito arriba, el camino hacia la seguridad financiera probablemente será más accidentado y correrás un mayor riesgo de no llegar a tu meta.