(CNN)– Las imágenes de Aleppo, Idlib y de la frontera de Siria con Turquía se puede describir en una sola palabra: la desesperación.
Decenas de miles de personas huyeron de los bombardeos implacables del régimen del presidente Bachar al Asad y sus aliados. Cientos de miles más permanecen atrapados.
En unas pocas semanas, el campo de batalla de Siria se ha transformado, el equilibrio de fuerzas se ha pulverizado y las perspectivas de las conversaciones de paz están prácticamente extinguidas.
Mientras, otra ola de civiles desplazados convergen en la frontera con Turquía, atrapados por el avance de las fuerzas del régimen.
La semana pasada, el régimen de Bachar al Asad, con el apoyo de la milicia chiita de Irán y Líbano, cortó la carretera principal que une Aleppo con la frontera turca, un paso a través del cual tanto rebeldes como ONG’s trasladaban suministros.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos informó que varios pueblos de la zona se vieron afectados por ataques aéreos el domingo.
Una batalla por Aleppo, la ciudad más grande de Siria antes de la guerra, parece inminente.
Las fuerzas del régimen y sus aliados sobre el terreno, apoyados por bombarderos rusos en el aire, se enfocan ahora en la mitad oriental de la ciudad, todavía en manos de una coalición de grupos rebeldes. Se estima que unas 320.000 personas siguen viviendo -o subsistiendo- allí, bajo el bombardeo continuo.
Hay reportes sobre escasez de diesel y alimentos, pero muchos residentes no se atreven a salir.
Revolución rusa
Mas allá de la catástrofe humanitaria que se avecina, la difícil situación de Aleppo simboliza la rápida transformación del campo de batalla sirio desde que el régimen de Irán y Rusia se unieron. Durante gran parte de 2015, las fuerzas de al Asad estaban a la defensiva mientras que los grupos rebeldes se consolidaban y tomaban importantes ciudades en Idlib, el campo de Aleppo, y comenzaron a atacar las fortalezas del régimen en Latakia.
Fue la posibilidad muy real de que el régimen colapsara lo que provocó la intervención rusa en septiembre. Desde entonces, los ataques aéreos rusos y la milicia iraní han reforzado las tropas del régimen y revirtieron la marea. Aleppo es su objetivo más preciado.
“Si, en última instancia, las partes de la ciudad controladas por los rebeldes cayeran, esta sería una dramática victoria para al Asad y el más grande revés para la rebelión desde el inicio del levantamiento en 2011”, dice Emile Hokayem en la revista Foreign Policy.
El Institute for the Study of War (Instituto para el estudio de la guerra) dice que una ofensiva exitosa del régimen alrededor de Aleppo destrozaría la moral de la oposición y que, fundamentalmente, “desafiaría las ambiciones estratégicas turcas y le negaría a la oposición su pieza de negociación más valiosa ante la comunidad internacional”.
Los grupos rebeldes han apelado de manera desesperada por ayuda a fin de defender la ciudad.
Los grupos de resistencia notoriamente rebeldes están declarando alianzas para reforzar su resistencia colectiva. Uno de los grupos mas importantes, Ahrar al Sham, anunció el fin de semana: “Extendemos nuestras manos a todas las facciones de la revolución siria… y anunciamos que aceptamos la unidad con ellas sin ningún prerrequisito”.
Pero aun cuando se hayan unido brevemente, no pueden derribar aviones y no tienen tanques T-90.
Desde que Rusia inició su campaña aérea, la mayor parte de sus ataques ha sido sobre ciudades y pueblos en poder de los rebeldes al oeste de Siria. El objetivo: vincular al territorio en poder del régimen desde la capital hasta la costa. Estas no son áreas en donde ISIS tenga mucha presencia; al Nusra, Ahrar al Sham y los elementos del Ejército Libre Sirio son los grupos principales.
La resistencia ha sido feroz, pero la simple escala de la agresión gradualmente ha desprendido una ciudad tras otra –o mas bien sus ruinas– de las manos de los rebeldes.
En el proceso han muerto altos comandantes rebeldes en Homs, Idlib y en provincias de Aleppo.
Algunos comentaristas creen que el régimen de al Asad junto con Rusia se dispusieron a engañar a Occidente mediante el acuerdo con el proceso de paz de Ginebra al tiempo que redoblaban su campaña militar, a fin de crear “hechos sobre el terreno” que cambiarían enormemente el equilibrio en las negociaciones.
“Su objetivo primordial es forzar al mundo a hacer una elección desmesurada entre al Asad e ISIS”, dice Hokayem. Por ahora, ISIS está aguardando la batalla por Aleppo y está viendo cómo aporrean a sus rivales. Este se pavonea diciendo que es el único defensor real de los musulmanes sunitas contra las fuerzas dominadas por los chiitas que ahora están a la ofensiva.
Los kurdos sirios, cuya actitud hacia el régimen de al Asad podría describirse como ambivalente, también parecen estar tomando ventaja de la situación al minar las aldeas controladas por los rebeldes al norte de Aleppo. Según diplomáticos en la región, ellos están siendo animados por Rusia… dispuestos a antagonizar con Turquía en cualquier oportunidad.
Para Aleppo, lee Grozni
Algunos analistas comparan la estrategia del presidente ruso Vladimir Putin en Siria con la campaña rusa en Chechenia en 1999, la que él dirigió como primer ministro. Todas las figuras de la oposición fueron señaladas como terroristas, y las fuerzas rusas destruyeron ciudades como Grozni en la que vivían los insurgentes, así como los propios insurgentes. Según algunas estimaciones, el 80% de Grozni fue considerado inhabitable. Human Rights Watch publicó un informe sobre la campaña de Chechenia en 2000 titulado “Welcome to Hell” (Bienvenido al infierno) en el que acusaba a las fuerzas rusas de violaciones graves a los derechos humanos.
Putin buscó una solución exclusivamente militar contra la insurgencia chechena y, a la larga, funcionó. Fueron necesarios seis años y un número desconocido de bajas militares rusas, pero hoy en día los actos de resistencia en Chechenia son pocos y distantes entre sí, y la república está dirigida por uno de los leales a Putin.
El mismo enfoque es evidente en Siria. Después de su reunión con Putin en las Naciones Unidas en septiembre, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, comentó acerca de la perspectiva rusa de los rebeldes: “Desde su perspectiva, todos son terroristas”.
Pero Chechenia no es el único precedente.
Los yihadistas, algunos de ellos del Cáucaso, han amenazado con convertir Siria en otro Afganistán para los rusos. Aunque ellos pueden ser movidos del territorio que controlan, es poco probable que los muevan de Siria y podrían volver a usar tácticas de insurgencia tales como emboscadas, asesinatos y atentados suicidas.
Para algunos analistas, el avance del régimen únicamente radicalizará lo que queda de las fuerzas rebeldes en Siria. Hokayem habla de un “sentimiento generalizado y comprensible de traición en la rebelión, cuyos elementos amigables con Estados Unidos, pierden cada vez más prestigio dentro de los círculos de la oposición”.
El mes pasado, Osama Abu Zeid, un asesor sénior del Ejército Libre Sirio moderado, se quejó de que “Estados Unidos está cambiando gradualmente su posición neutral hacia la de un socio en el crimen ya que le permite a al Asad y a sus aliados que maten sirios”.
Varios grupos rebeldes, así como funcionarios turcos, culpan a Washington por el fracaso en establecer un “refugio seguro” dentro de Siria el año pasado. Algunos en Washington tienen el mismo punto de vista.
En un artículo de opinión para The Washington Post, dos antiguos altos funcionarios, Nicholas Burns y James Jeffries, instan a la administración de Obama para que “amplíe drásticamente la financiación para las fuerzas sunitas y kurdas moderadas que plantean una alternativa al gobierno de al Asad y al Estado Islámico” y “que reconsidere lo que ha rechazado en el pasado: la creación de una zona de seguridad en el norte de Siria para proteger a los civiles junto con una zona de exclusión aérea a fin de hacer que esto se cumpla”.
Sin embargo, ellos reconocen que “el defender la zona a fin de evitar que sea abrumada por refugiados, conducirla hacia una justificación legal convincente y mantener afuera a los grupos yihadistas serían tareas titánicas”.
La próxima pesadilla de Europa
Las Naciones Unidas estimaron el viernes que ya han sido desplazadas 40.000 personas por los combates en Aleppo. Sin embargo, el actual éxodo de ninguna manera es el primero desde que inició la campaña aérea de Rusia. En tan solo tres semanas en octubre, la organización de las Naciones Unidas reportó el desplazamiento de 120.000 personas desde Aleppo, Hama e Idlib. Y no será el último.
Turquía –que ya cuenta con 2,5 millones de refugiados sirios en su suelo– dice que está cerca de llegar a su capacidad. La Unión Europea está vertiendo dinero en efectivo (3.300 millones de dólares) en un programa enormemente ampliado para albergar a los refugiados en Turquía, Jordania y el Líbano, en su intento por evitar otra oleada de refugiados a través del Mediterráneo. No obstante, puede ser que esto no sea suficiente.
Algunos funcionarios de la Unión Europea ven la costosa y divisiva crisis de refugiados como una consecuencia esperada de la política rusa.
“A Putin le gusta proyectarse a sí mismo como un hombre de orden, pero sus políticas han traído más caos, y Europa se prepara para pagar un precio cada vez mayor”, dice la columnista del Guardian, Natalie Nougayrède.
Un ‘año doloroso’
Los principales partidarios de los rebeldes en el noroeste de Siria –Turquía, Arabia Saudita y Qatar– se han quedado ahora cortos en cuanto a sus opciones. Podrían enviar armas a través de la frontera en Idlib, pero la provincia está controlada en gran parte por al Nusra.
Parece poco probable que ellos se alejen de una lucha en la que han invertido tanto y ver que sus enemigos chiítas –Hezbolá, el régimen dirigido por los alauitas, la Guardia Revolucionaria de Irán– reclamen la victoria.
Fabrice Balanche en el Washington Institute especula que ellos podrían intentar “establecer un nuevo grupo rebelde paraguas similar a Jaish al-Fatah, y/o enviar misiles antiaéreos a ciertas brigadas… o abrir un nuevo frente en el norte del Líbano”.
“La pregunta es, ¿acaso Riad y Ankara tienen los medios y la voluntad de llevar a cabo una acción tan audaz y peligrosa?”, pregunta Balanche.
Es difícil encontrar a alguien que cree que la situación en Siria va a mejorar antes de empeore mucho más.
“Las condiciones están en su lugar”, dice Hokayem, “para un desastroso colapso de las conversaciones de Ginebra –ahora retrasadas hasta finales de febrero– y un doloroso y sangriento año en Siria”.