(CNN Español) – La peregrinación de Francisco en México fue histórica. Desde su llegada a la Ciudad de México el pasado viernes 12 de febrero, hasta su cierre este miércoles en Ciudad Juárez, el papa plasmó su mensaje de humildad, unión, diálogo y reconciliación y defendió a la juventud, a los enfermos y a los migrantes.
El sábado ofreció una misa en la Basílica de Guadalupe. Allí dijo que su deseo más íntimo era rezar frente a la Virgen Morena y pedir por el bienestar del pueblo mexicano. Dijo que la Virgen de Guadalupe es una bendición mexicana que une a creyentes y ateos.
El lunes tuvo un encuentro con las comunidades indigenas de Chiapas. En su mensaje, traducido en cinco lenguas indigenas, criticó la exclusión social que históricamente han vivido estas comunidades y pidió perdón en nombre de la Iglesia católica por el trato a estos pueblos.
Este miércoles visitó un centro de readaptación social El Cereso 3 en Ciudad Juárez, una de las ciudades más peligrosas de México. Allí, escuchó conmovido el testimonio de una madre soltera y pidió por la salud social, por una nueva sociedad mexicana que no busque contaminar las comunidades y criticó la falta de procesos de reinserción que permitan atender la población carcelaria.
Y por último, se arrodilló para rezar frente al Río Bravo, que divide a México y EE.UU. y pidió por los millones de migrantes que arriesgan su vida. Dijo que detrás de cada migrante hay un rostro, una familia y lamentó la tragedia de la migración forzada. Recordó, además, que Jesús era un migrante.
La visita de Francisco a la frontera es quizás la parada más simbólica de su peregrinación: mantuvo su oración por una pronta reforma migratoria en EE.UU. y junto al cardenal estadounidense Sean O’Malley, dijo que los inmigrantes traen una energía, una ética al trabajo, y un espíritu de aventura que ha hecho de Estados Unidos una gran nación.
Con información de Fernando del Rincón, Kay Guerrero y Tatiana Arias
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