En muchas demandas, los compradores afirman que los hicieron creer que Trump era el desarrollador hasta que, por supuesto, se enteraron de que no era así.

(CNN) – J. Michael Goodson no es ningún holgazán. Recuerda eso cuando escuches sobre su demanda en relación a que fue engañado por un proyecto de apartamentos de Donald Trump en Fort Lauderdale, Florida.

Todo comenzó en el 2005, cuando Goodson, quien vive fuera de Princeton, Nueva Jersey, estaba buscando un hogar a tiempo parcial para vivir mientras hacía negocios, cerca de Miami. Él admite que estaba enamorado de la Torre Trump en Manhattan y con el desarrollador que lo construyó. Trump era una marca en la que podía invertir, tanto por el prestigio y su creencia de que una propiedad Trump, sin importar dónde estuviera, estaba obligada a devolver una enorme recompensa económica.

Así que en el 2005, cuando Trump anunció que estaba construyendo una nueva Torre Trump en Fort Lauderdale, Goodson aportó 345.000 dólares para asegurar una unidad en el sexto piso justo al lado de la piscina.

“Nos dieron un folleto en el que decían que era la mejor propiedad que alguna vez se había desarrollado”, le dijo Goodson a CNN.

El folleto para el Trump International Hotel and Tower en realidad era un libro de imágenes brillantes en el que se representaba la interpretación artística de una torre junto al mar con una asombrosa vista al mar, magníficas comodidades y el nombre de Trump en todas partes.

El libro incluso contaba con una carta firmada personalmente por el mismo Trump, que decía: “Con gran placer les presento mi último desarrollo, el Trump International Hotel and Tower, Fort Lauderdale”.

Goodson aún tiene ese brillante libro, pero nada más. Trump International Hotel and Tower fue un fracaso.

El proyecto fue víctima de la caída de las bienes raíces que golpeó al sur de Florida en el 2008. Dos años más tarde, la torre estaba en venta judicial y ya no llevaba el nombre de la firma. Resulta que Donald J. Trump no era el desarrollador. Él había autorizado que usaran su nombre y firmó un contrato para administrar el hotel. Cuando el promotor del proyecto se quedó sin dinero, Trump retiró su nombre y se alejó.

Goodson se fue sin nada que mostrar por su depósito de 345.000 dólares y una lección en cuanto a las propiedades de Trump: al comprar en un complejo habitacional de Trump, es mejor leer la letra pequeña.

Pocas marcas compiten con Trump

Resulta que todas las propiedades Donald J. Trump no son lo mismo. Trump se ha vuelto muy exitoso en crear un sinónimo de marca a nivel mundial con lo mejor de la vida de lujo. Sin embargo, en realidad Trump no construye muchas de las propiedades de su firma, él y su familia han hecho una fortuna al simplemente otorgar licencias para usar su nombre.

Los desarrolladores le pagan dinero para ponerle el nombre Trump a sus edificios; utilizan a Donald Trump y a su familia para vender unidades de varios millones de dólares; y, en algunos casos, la Organización Trump gestiona las propiedades. Cuando todo funciona bien, se trata de un arreglo altamente rentable para los desarrolladores reales y una disposición casi libre de riesgo para Trump.

Daniel Lebensohn es uno de esos desarrolladores. Se hizo cargo de un proyecto independiente que la Organización Trump estaba desarrollando en Hollywood, Florida. Decidió conservar el nombre de Trump en el edificio y pagarle a Trump una cuota cada vez que se vendiera un apartamento.

“Ellos (los Trump) ganaron millones de dólares en el proyecto por tener su nombre asociado con el mismo”, explicó Lebensohn desde su oficina en el sur de Florida. “Y cada vez que había una transacción o se completaba la venta de un apartamento, también se les pagaba”.

La organización Trump ayudaría a diseñar, a comercializar, a establecer el precio e incluso asistiría a las fiestas de lanzamiento para compradores potenciales. Lo único que los Trump no hicieron fue aportar su propio dinero. Y aun así obtuvieron un gran retorno.

Trump Hollywood fue vendido en 18 meses. Doscientos condominios de lujo que oscilaban entre los 2 millones y 6 millones de dólares cada uno. Trump obtuvo una tajada de cada una de las ventas solo por el uso de su nombre.

CNNE b7e687b7 - 160211162633-trump-hollywood---restricted-story-top

Lebensohn se refiere al mismo como un modelo de negocios brillante. Y uno que muy pocas personas en el negocio de las bienes raíces pueden lograr.

“En el sector residencial de lujo, muy pocas marcas pueden competir”.

Cuando se les preguntó si sus compradores, especialmente aquellos que llegaron a eventos de ventas y se reunieron con Trump, pensaron que en realidad estaban comprando una propiedad Trump, Lebensohn no mostró vergüenza alguna por haber creado esa ilusión.

“Creo que la belleza está en el ojo del espectador”, explicó Lebensohn. “No sé qué está pensando cada uno de los compradores, pero imagino que existe una asociación vinculada a la misma de que Trump está involucrado, y lo está”.

La demanda

J. Michael Goodson dice que no lo duda. Dice que le vendieron una propiedad Trump sin importar qué diga la letra pequeña de su contrato, dijo. Es por eso que presentó su demanda.

La Organización Trump ha tenido que enfrentar demandas similares en Tampa, Waikiki, Baja California y Toronto.

En todas esas demandas, los compradores afirman que los hicieron creer que Trump era el desarrollador hasta que, por supuesto, se enteraron de que no era así. Por lo general, se enteraron por medio de los abogados de Trump, quienes les señalaron la parte donde se revelaba eso en los contratos que los compradores habían firmado.

Trump ha ganado o ha resuelto la mayoría de los juicios en su contra.

Desarrollo no significa desarrollador

En el 2013, Trump fue depuesto de su papel en el proyecto Trump Fort Lauderdale y en un intercambio humorístico, trató de explicarle al juez la diferencia de su papel en un bien inmueble propiedad de Trump y una propiedad que cuenta con una licencia Trump.

“…la palabra desarrollo”, le dijo al juez, “no quiere decir que somos los desarrolladores”.

“La divulgación de las funciones de las partes eran muy claras para cualquiera que en realidad las leyera”, dice el abogado de Trump, Alan Garten. “Desafortunadamente mucha gente, probablemente el mismo Sr. Goodson, se quedó tan embelesado en el frenesí del mercado inmobiliario, que creyó, ya saben, que era demasiado bueno para los contratos”.

Lebensohn está de acuerdo. “Que el comprador tenga cuidado”, le dijo a CNN. “Algunos productos Trump son productos Trump que su equipo está desarrollando”, dice. “Algunos (Trump) solo cuentan con la marca y la concesión de la licencia. Está en los documentos del condominio”.

Cuando se le preguntó si las personas que compran un apartamento de 6 millones de dólares no se molestan en leer la letra pequeña, Lebensohn explica que algunos no lo hacen. “Sé que suena estúpido”, le dice a CNN, “pero es la verdad”.

Eso nos lleva de nuevo a Goodson y al negocio sobre no ser un holgazán.

Goodson es un empresario muy exitoso. Él fabrica productos de limpieza de equipo en las fábricas de todo el mundo. Él le ha dado mucho dinero a su alma mater, la Universidad de Duke, al punto que la biblioteca de derecho lleva su nombre.

Sí, él es un abogado. ¿Acaso leyó la letra pequeña del contrato de compra de su apartamento en el Trump International Hotel and Tower en Fort Lauderdale? Él dice que lo hizo. Argumentó en la corte que los materiales promocionales de la Torre Trump, artículos de revistas y periódicos todos se referían a Donald J. Trump como el desarrollador.

Los abogados de Trump le mostraron al juez el prospecto real que detalla específicamente los términos de la licencia del proyecto y que el promotor del proyecto no era Donald J. Trump, sin importar que dijera el argumento de venta.

El argumento de Goodson se perdió en la letra pequeña, y Goodson perdió en los tribunales.

Él está apelando.