(CNN Español) – Tatiana Calderón guarda fotografías de sus carreras y torneos desde que tenía 9 años. La imagen siempre es la misma: dos chicos en el podio y ella. Desde cuando corría karts en una pista en el norte de Bogotá, ciudad en la que nació, pasando por el campeonato Star Mazda en Estados Unidos hasta la Fórmula 3 en Europa.
Fue la primera mujer colombiana en correr en un auto de monoplaza, la primera competidora mujer en obtener un título de karting en América del Norte y hasta el momento la única piloto que ha subido al podio de la Fórmula 3 Británica Internacional.
Calderón, de 22 años, corrió los últimos tres años en la Fórmula 3 y este año dio el salto a la GP3 Series, dos niveles por debajo de su sueño: la Fórmula 1.
“A los 10 años les dije a mis papás que quería correr en la Fórmula 1. Creo que en ese entonces no lo veían como una opción. Pero cuando les dije que quería dedicar mi vida a esto… mi mamá casi se cae del asiento”, recuerda.
Calderón añade que sus papás le advirtieron que podía hacerlo si mantenía las buenas calificaciones en el colegio. “Como era de las mejores del curso no pudieron decirme que no. Ahora estoy donde estoy por ellos, por el apoyo que me han dado”.
Como es regla en los deportes extremos, el automovilismo profesional es un club casi exclusivamente de chicos. Calderón dice que cuando era más joven no veía la diferencia, no entendía por qué era distinto que ella siendo niña compitiera contra los niños.
“Pero claro, ha sido difícil, es un mundo difícil para una mujer para que se haga respetar, tanto de sus competidores como de la gente con la que trabajas porque dicen ‘esta niña qué va a saber si son carros’”.
La corredora dice que constantemente se siente presionada para demostrar que está en este deporte para ganar, y no solamente para dar vueltas a una vista. Recuerda que muchos de sus compañeros solían sacarla de la pista y muchas veces preferían estrellarla a terminar la carrera detrás de ella.
Con los años no ha cambiado, cuenta. “Sigue siendo difícil porque cada vez que llegas a una categoría nueva y no conocen lo que puedes hacer no te respetan. A veces la gente con la que trabajas te dicen ‘si quedas octava, está muy bien para una mujer’, pero no creen que eres capaz de ganarles a los hombres”.
La deportista dice que se ha dado cuenta que en automovilismo no importa el género y está convencida que las mujeres pueden ser mejores en las pistas que los hombres.
A los 18 años se fue a vivir a Madrid para dedicarse de tiempo completo al automovilismo. Desde ese entonces entrena 3 horas al día 6 días a la semana para estar en la condición física que requiere maniobrar un auto que puede alcanzar velocidades de hasta 300 kilómetros por hora. Además, practica en las pistas y en un simulador para memorizar los giros y estar lista también mentalmente.
Calderón dice que la velocidad hace parte de su naturaleza. Ama la adrenalina y estar en control del carro. “Es una sensación increíble, para mí significa libertad, estoy al mando y hago lo que quiero”.
En 2011 cuando iba tras el volante a más de 200 kilómetros por hora en un óvalo se estrelló con un muro.
“Fue el peor accidente que he tenido. Me dolía muchísimo la cabeza, la espalda y realmente fue la primera vez que me asusté y me di cuenta del riesgo. No me pasó nada, afortunadamente. Aunque subirme después al carro fue difícil, fue una prueba de que eso era realmente lo que quería hacer con mi vida. Lo supe, sentí el riesgo pero estuve segura de que quería seguir saliendo a la pista y dándolo todo sin importar lo que pueda pasar.”, recuerda.
Calderón heredó la pasión por el automovilismo de su padre. Cuando recién empezó a correr karts, se levantaban de madrugada a ver a Juan Pablo Montoya, el piloto colombiano que en ese entonces competía en la Fórmula 1. Su hermana, Paula, también comparte su pasión, y actualmente le ayuda a Tatiana con todo lo relacionado con prensa y comunicaciones.
“Ha sido difícil estar lejos de mi familia en otro país. Pero ahora que cada vez mi sueño se ve más cerca, siento que tomamos la decisión correcta”, dice Calderón. Es común que se exprese sobre su carrera en plural, pues para ella sus logros han sido producto del trabajo y esfuerzo de su familia.
La GP3 Series es el tercer nivel en la pirámide de competencias de monoplazas, en la que la Fórmula 1 se yergue en la cima. Llegar allí le costará a Calderón varios años más de experiencia, talento y victorias. Y necesitará patrocinadores.
“El automovilismo es muy caro. Creo que si lo hacemos bien este año se pueden abrir muchas puertas y a que la gente me conozca y apoye mi proyecto”.
Mientras tanto continúan las prácticas y los entrenamientos en Madrid. Calderón tiene un auto y conduce por las calles de la ciudad, pero confiesa que le cuesta mucho contenerse con la velocidad. “Hay muchas cámaras y encima el GPS te dice todo el tiempo que vayas más despacio… no tengo mucha paciencia, la verdad”, dice sonriendo.
Calderón no pierde de vista su sueño. Una meta que se empezó a gestar cuando hace 13 años se subió a un kart de alquiler en el norte de la capital bogotana. “Esa, la primera vez que manejé un carro, sentí algo especial y nació esa pasión que crece todos los días”.
“Invito a las mujeres a que se atrevan a ser diferentes y sigan sus sueños, sus pasiones, sin miedo a qué va a decir la gente. Hay que trabajar duro para que las cosas lleguen”.